El rock and roll siempre fue una escuela para Lennon. En este disco se da el gusto de grabar versiones de éxitos de los años ’50, como "Stand by me", clásico melódico de Ben E. King, y "Sweet little sixteen", original del rey del rock and roll, Chuck Berry.
El último disco publicado en vida por el cantante se conecta con los dos primeros de su carrera en una especie de trilogía de grandes canciones. En Double fantasy (1980) Lennon vuelve a llenar un LP de composiciones universales, entre las que figuran el tono contemplativo y sensible de "Watching
the wheels" iniciada por el verso "People say I ’m crazy". El mismo espíritu anima otro de sus grandes éxitos, "Woman", dedicado a Yoko Ono, y "(Just like) Starting over" camina a un paso algo más ligero sin perder esa serenidad. El borde rockero se oye en "I'm losing you", y éste es el disco donde Lennon dedica a su hijo Sean Lennon la canción "Beautiful boy (Darling boy)".
El primer disco póstumo de Lennon iba a ser originalmente un álbum asociado a Double fantasy, pero el asesinato del cantante truncó el plan. Estas grabaciones no terminadas fueron editadas bajo el nombre de Milk and honey tres años más tarde, y en ellas un Lennon aún fresco en la memoria canta el estribillo rockero de "Nobody told me" y la balada "Grow old with me", la antítesis de la despedida obligada que significó su muerte.