Nueva Zelandia:
Un camino exitoso hacia el pleno desarrollo

Un proceso pionero de reformas económicas y sociales ha convertido a esta isla en una nación integrada al mundo.

MATÍAS BAKIT RODRÍGUEZ

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Si en este momento a alguien se le ocurriera preguntar por la calle qué es lo más conocido de Nueva Zelandia, la respuesta sería casi unánime: ¡El Señor de los Anillos! Claro, pues la exitosa superproducción fue filmada íntegramente en ese país y su director es neozelandés, lo cual ha sido aprovechado por la industria turística de la isla.

MODERNIDAD
La cosmopolita y avanzada ciudad de Auckland, en la foto, es el ejemplo perfecto del desarrollo del país en los últimos 20 años.
 

Nueva Zelandia se caracteriza por tener una sociedad multicultural formada por una mezcla entre la cultura británica y las tribus autóctonas de la isla, los maoríes, que representan entre el 14% y el 16% de la población.

"Hubo muchas injusticias en el pasado, pero el respeto por esa cultura comenzó en 1840, con el Tratado de Waitangi", sostiene el embajador neozelandés en Chile, Richard Mann.
Este tratado, considerado la piedra fundamental de la nación, legalizó el derecho de propiedad de la isla para los colonos, pero a la vez buscó garantizar el derecho de los maoríes a tener sus propias tierras.

Hoy, el pueblo maorí "tiene el estatus socioeconómico más pobre posible", asegura, por su parte, Belinda Borell, experta en Ciencias Sociales de la Universidad de Massey en Auckland.
"Hemos tratado de mejorar y reconocer esas relaciones, tenemos una postura abierta con los problemas", dice el embajador Mann, admitiendo que el estatus de los maoríes no es un tema resuelto, pero destaca éxitos ya alcanzados, como la implementación, en 1987, del maorí como idioma oficial de Nueva Zelandia, con el inglés.

En lo político, dos grandes fuerzas se han alternado el poder desde antes de la Segunda Guerra Mundial: el centroderechista Partido Nacional y el Partido Laborista. La actual Primera Ministra, la laborista Helen Clark, es la primera mujer en ese cargo.

Nueva Zelandia tiene una de las economías más desarrolladas del mundo. Es el país que más facilidades otorga para realizar negocios, según el Banco Mundial, y además está dentro de las tres naciones con menos corrupción del mundo. Con un crecimiento de 3,5% anual y cifras de desempleo que bajan año a año, Nueva Zelandia se transformó, en poco tiempo, de una economía dependiente de la agricultura, la ganadería y la pesca, a un competidor dinámico en el mundo.
Pero quizás lo más destacable es el método con el que llegó adonde está ahora: una de las más completas y radicales reformas al Estado y a la economía conocidas en el mundo.

En los '70, las fluctuaciones mundiales con la crisis del petróleo provocaron el hundimiento de la economía neozelandesa, que entonces exhibía una deuda externa de más del 80% y un gasto público que bordeaba el 40%. En ese tiempo, las medidas restrictivas y los duros controles de los gobiernos del Partido Nacional hacían que la economía neozelandesa fuera una de las más cerradas del mundo.

Triple tratado

Desde hace algún tiempo, Nueva Zelandia y Chile están negociando un Tratado de Libre Comercio. Esto forma parte de un proceso de acercamiento a América Latina y es una de las prioridades para ese país, principalmente "porque tenemos 30 años de relaciones diplomáticas con Chile", explica Richard Mann.

Según los especialistas, las economías de Chile y la isla no son muy complementarias, porque se basan en los mismos elementos y habría conflictos por la competencia.

"Si bien es cierto tenemos muchos productos en común, estamos trabajando en un tratado, en el que también estaría inserto Singapur, en donde la idea es que tres países abiertos hacia el mundo, no tan grandes, podamos empujar el comercio en la región e incentivar la cooperación", explica Mann.

Además del gran aporte del área agropecuaria, los mayores beneficios para Nueva Zelandia provienen de los tratados con países del APEC. "Para nuestra inserción en el mundo, es fundamental tener esta conexión con economías tan importantes y dinámicas. Para un país como el nuestro, el riesgo de quedar marginados es demasiado grande y por eso los medios de facilitación, desarrollo y seguridad del APEC son fundamentales", cuenta el diplomático.

Apertura

Así llegó 1984, cuando el Primer Ministro laborista David Lange decidió reformar completamente el enfoque de la economía y cambiar la esencia del servicio público. Se abrió el comercio mediante la eliminación de los controles y se incentivaron las exportaciones, entre otras medidas para lograr una apertura.

La reforma estatal partió con la corporativización, que consistió en que las actividades comerciales del Estado se transformaran en empresas públicas guiadas comercialmente, lo que trajo consigo una disminución de la burocracia. Además, se estipuló que los jefes de los servicios públicos estén obligados por ley a mostrar eficiencia en sus cargos, pues se los evalúa periódicamente.

En lo referente a política exterior, al contrario de sus vecinos australianos, Nueva Zelandia se caracteriza por ser independiente frente a las decisiones o estrategias que tomen sus socios políticos y comerciales. Esto se manifiesta en una política pro paz.

"Los gobiernos laboristas tienen una tradición de interés por la promoción de los derechos humanos y la democracia en el mundo. También se han caracterizado por apoyar las decisiones de Naciones Unidas y en promover el desarme", dice David McCraw, especialista en economía y política exterior de la Universidad de Waikato.

Esta postura no varió ni siquiera ante la petición de Estados Unidos e Inglaterra de aportar con tropas para la guerra de Irak, posibilidad que fue rechazada por la Premier Helen Clark por no contar con el apoyo del Consejo de Seguridad de la ONU.

Y es en el ámbito de la seguridad donde las distancias con el otro gran país de la región, Australia, se hacen notar. "En cierto sentido, es posible que Nueva Zelandia esté usando a Australia como un escudo para poner en práctica más libertad en las políticas de seguridad", explica el especialista de Asia Pacífico de la Universidad Nacional de Australia, Peter Drysdale.
Precisamente esta libertad es la gran característica de este país que, a pesar de su integración al mundo, persiste en sus valores.

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