Quinta
crónica breve
09/08/04
Queda
una semana para cubrir de poemas los cielos de Gernika.
El Ayuntamiento nos arrendó un auto por cuatro días, para
recorrer los pueblos de los alrededores, pegar afiches y tomar contacto
con los lugareños, gente común y corriente a quiénes
van dirigidos los poemas. También para retirar los poemas de
la imprenta en que estaban (queda en Bergara). Es un Renault Clío
cero kilómetro, 5 puertas, con radio, DVD y aire acondicionado.
Nuestra nueva condición de automovilistas nos permitió
atravesar toda la comarca en tres días. Buscábamos las
plazas más importantes de cada pueblo (no era difícil
reconocerlas, algunas de estas localidades no tienen más de 400
habitantes) y sus iglesias. Pegábamos afiches en los sitios habilitados
para ello, donde compartíamos espacio con los avisos de una cicletada
y las fiestas de San Roque. La densidad de bares es un elemento que
hemos sabido aprovechar, ya que no nos alcanza para visitarlos como
clientes (al menos no con la frecuencia ideal).
Sólo en Gernika hay 120 locales. Lo que solemos hacer es explicar
el proyecto y mostrarle el afiche al encargado. Todos cooperan; punto
y aparte los vascos son gente encantadora.
Nuestra cámara registró el momento que nos entregaban
los 100.000 poemas embalados en más de veinte cajas; una gran
alegría a pesar de no estar del todo claro la manera en que pagaríamos
la impresión. Era ver materializada la primera parte de nuestro
proyecto. Julio tomó al azar un poema y lo leyó a Joan
Mari (dueño de la imprenta) y su hijo: “Poses”, de
Alejandro Zambra:
POSES
agua que hemos visto como lágrima,
lágrima que hemos visto como tristeza,
tristeza que hemos visto como agua;
agua que nos fue dada como lágrima,
lágrima que nos fue dada como tristeza,
tristeza que nos fue dada como agua;
agua como tristeza
como lágrima
como
agua
como
agua.
Nos fuimos escoltando la camioneta que trasladaba los poemas de Bergara
a Gernika. La veintena de cajas quedó guardada en una sala de
conferencias, dentro de la Casa de la Cultura.
Aprovechamos el último día en que teníamos coche
(como dicen aquí) para ir a las fiestas de Pedernales. Más
de mil personas disfrazadas; hombres arañas, astronautas, diablos
y ángeles bailando sin parar hasta el amanecer. Lamentablemente
teníamos una reunión a la mañana siguiente y nos
fuimos a dormir, rechazando las solicitudes de baile que nos hacían
algunas jóvenes alentadas por el consumo de Kalimocho (vino con
bebida de cola. o sea, jote).
Al llegar a Gernika fuimos interceptados por tres autos de la policía.
Habíamos pasado la tarde haciendo tomas en unos pueblos cercanos
y alguien “con problemas de seguridad” dio nuestra patente
a la policía. Nos dijeron que éramos el auto más
buscado de Gernika; a pesar de eso, los policías, como el resto
de las personas, son gentiles y educados, y luego de verificar nuestros
antecedentes (trámite que duró media hora) y escuchar
atentamente el relato del documental que estamos haciendo sobre la lluvia
de poemas del próximo sábado, nos despidieron amablemente
disculpándose por el percance.
Nosotros aceptamos las disculpas y nos fuimos a dormir.
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