Leonardo
da Vinci
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inventor. Leonardo da Vinci. Todas esas cosas fue Leonardo e
incluso más, al punto de ser considerado un verdadero
genio de las ciencias y las artes. Desde "La Última
Cena" hasta la Monna Lisa.
Desde acabados
estudios del cuerpo humano hasta impresionantes diseños
para poder volar.
Ahí
estaba Da Vinci, tratando de alcanzar el cielo, confiando en
que el nuevo invento esta vez funcionara y lo llevara a seguir
la ruta de los pájaros, a quienes tanto estudió.
Pero a pesar de sus intentos, y de la aplicación científica
en sus inventos, no logró alzar el vuelo. Pero qué
importaba, si estaba en el siglo XVI y el primer vuelo se produjo
más de 300 años después.
Si bien
Da Vinci no logró llevar su cuerpo a las alturas, su
nombre sí consiguió elevarse a lo más destacado
dentro del mundo artístico, científico y social,
siendo hasta el día de hoy uno de los personajes más
recordados por su gran capacidad y, ya está dicho, indiscutible
genialidad.
En Vinci,
un pueblo italiano cercano a Florencia, nació Leonardo,
el 15 de abril de 1452, hijo extramarital de ser (notario) Piero
y una sirvienta campesina. De su juventud hay poco de certeza
y mucho de mito, como casi en toda su vida y obra. Puede haber
sido un hombre dotado de una fuerza inigualable, como también
un muchacho débil y afeminado. Nadie podría hoy
corroborarlo. Lo único cierto es que desde muy temprana
edad comenzó a evidenciar una cualidad innegable para
ver el mundo y retratarlo en la tela, para detectar lo que hacía
falta e inventarlo en un papel.
Comenzó
en el taller del pintor y escultor Andrea del Verrochio, alrededor
del año 1467, aprendiendo las técnicas y “soltando
la mano” con el pincel. Pero además estudió
matemáticas, arquitectura y escultura, esenciales para
su posterior desarrollo artístico.
Leonardo
vivía explorando el mundo y cuestionándose todo.
El ¿por qué? debe haber sido una de sus interrogantes
favoritas. Queriendo saber el origen de todas las cosas, llegó
a realizar profundos estudios de las cosas, los animales y el
cuerpo humano. Reconocidos son sus dibujos de los movimientos
de los caballos, de las expresiones faciales o el detalle de
la anatomía humana.
Pintó
retratos en Florencia y Lorenzo de Médicis, el Magnífico,
reconoció el talento y lo envío a Milán,
a servir al duque de Sforza en 1482. ¿Qué Leonardo
era en ese entonces? ¿Sólo un pintor y escultor
o algo más que eso?
Él
mismo daría luces sobre las respuestas en una carta-currículum
que escribió al duque: "Yo puedo construir puentes
muy livianos, sólidos y robustos, fácilmente transportables,
para perseguir y a veces huir del enemigo (...) De igual forma,
tengo los medios para hacer bombardas muy cómodas y fáciles
de transportar, que lanzan grava casi como la tempestad, aterrorizando
al enemigo con su humareda (...) En tiempos de paz, yo creo
poder dar una satisfacción tan completa como cualquiera,
sea en arquitectura, en la construcción de edificios
públicos y privados o bien para conducir el agua de un
lugar a otro".
Y podría
haber continuado. Ya no sólo dibujaba una libélula
con impresionante precisión y detalle. Después
de años de estudio y práctica, era capaz también
de trazar sobre un papel cosas que no existían, como
un helicóptero o armas de guerra, muchos años
antes que éstos fueran inventados.
Justamente
la guerra sería la razón para que Ludovico el
Moro, César Borgia, Charles d’Amboise, Giuliano
el Magnífico y los reyes de Francia Luis XII y Francisco
I, quisieran contar con los servicios de Leonardo quien inventó
armas, morteros, catapultas, vehículos acorazados y puentes
portátiles.
Pero
también papas, nobles y señores lo requerían
para que estampara su talento en la tela. "Virgen de las
Rocas", en 1483; "Hombre Vitrubio" (dibujo) en
1485; "La Última Cena", en 1493, y "Batalla
de Anghiari", en 1503, figuran entre sus cuadros más
destacados.
Pero
ninguno maravilló tanto como "La Gioconda",
uno de los retratos más admirados y míticos, que
Leonardo pintó entre 1503 y 1506.
La verdad de "La Gioconda" es tan difícil de
comprobar como las historias que se tejen en torno a la vida
privada de Leonardo. Se le acusó de hereje y también
de homosexual, ambas razones suficientes para enfrentarse a
la Inquisición y terminar en la hoguera.
A los 24
años habría mantenido relaciones con un joven
de 17 años llamado Jacopo Saltarello, modelo del taller
de Verrochio. Aunque la acusación nunca se pudo demostrar,
sí existen ciertos rasgos que comprobarían aquello.
Nunca se le conoció una mujer ni tuvo hijos y algunas
de sus pinturas darían luces confirmando su condición
sexual.
En
"Alegoría del placer y el dolor", Leonardo
se autorretrata junto a otro muchacho que adoptó y a
quien apodó graciosamente como Salai, que significa "diablito".
Y en "San Juan Bautista" habrían señales
no sólo de la homosexualidad, sino también de
su herejía.
Tal como
en otras obras, Juan Bautista aparece con su índice apuntando
al cielo, en señal de una supuesta traición de
Jesús en su contra. Hubo quienes acusaron a Da Vinci
de pertenecer a un movimiento que creía en Juan Bautista
como enviado, y en Jesús como quien le dio muerte para
ocupar su lugar.
Sin embargo,
Leonardo fue protegido por quienes lo seguían y nunca
enfrentó el juicio público ni llegó a la
hoguera.
Tras
su estadía en Milán viajó a Roma en 1513,
donde se enfrentó a uno de sus rivales artísticos,
Miguel Ángel. El autor de "David", si bien
nunca superó a Da Vinci como genio artístico,
sí tenía una mejor técnica en la pintura
y escultura. Esto fue reconocido por el propio Leonardo, quien
decidió no entrar en la competencia y viajó a
Francia, a la casa de Francisco I, donde pasaría sus
últimos días.
Por una
parálisis en el brazo derecho no pudo seguir pintando,
pero eso no le impidió que siguiera escribiendo, dibujando
y enseñando su enorme sabiduría, antes de morir
el 2 de mayo de 1519.
En 1513
llega a Roma y cuatro años después se va a Cloux.
Murió
el 23 de abril de 1519. Dejó todos sus bienes a su sobrino
Francesco.
Referencia:
Especial
La Gioconda
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