aparición,
un pequeño Dios que por equivocación ha ido a parar
en medio de la hierba seca...
Nunca m,e había dado cuenta de lo oscuro y sucio que es este
establo. Me avergüenzo de no tener un sitio más bello,
más digno de él. Descubro las telas de araña
que antes no había visto; las maderas carcomidas; las losas
del suelo todas húmedas, todas negras.
¿Cómo
es posible que un ser tan milagrosos haya escogido esta mugrienta
cabaña para venir al mundo?
De él emana un resplandor caliente, una luminiscencia amorosa
que atraviesa todas las cosas y hace bien al corazón. Los
hombres no son así ni cuando nacen. Los hombres son duros,
burdos, crueles, tristes...
Ahora sonríe y parece que quisiera hablar., Se ha dado cuenta
de que le miro y parece que me quiere y que me quisiera consolar.
En ninguna mirada humana he descubierto nunca una expresión
igual.
Ya soy viejo y he trabajado durante tantos años que mis pobres
huesos están cansados. Pero por él haría gustoso
cualquier cosa: llevar a cuestas una montaña, arar todos
los campos de Judea.
¿Qué
podría hacer por él? ¿De qué manera
demostrarle mi reconocimiento? ¿Calentarle con mi aliento?
Pero ¿seré digno yo, animal de yugo, de acercarme
a ese cuerpecillo que reluce?
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