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El cantante mexicano sonrió y saludó
a la prensa que se aglomeró para apreciar su
arribo al Festival de Viña del Mar. Dijo que
esta vez todo será distinto, tanto su presentación
como su estadía en el país, ya que aprendió
a bailar -asegura- y porque lo acompaña su señora,
Gabriela Bo.
Mientras una veintena de periodistas y camarógrafos
esperaban a las puertas del Hotel O'Higgins la llegada
de Cristian Castro, el cantante mexicano se instalaba
pacientemente frente a los micrófonos en la sala
de conferencias de prensa que dispuso Canal 13 para
la conversación de los artistas con los medios
de comunicación.
Salvo unos pocos, nadie había advertido que Castro
hizo ingreso al hotel por una de las puertas laterales
evadiendo el asedio periodístico que más
temprano ya había afectado al italiano Umberto
Tozzi y que, de paso, puso el estado de alerta a la
organización del festival: desde ese momento
en adelante, sólo la prensa escrita y online
y las radios podían estar al interior de hotel;
los demás canales de televisión, se quedan
fuera.
Castro no quiso ser blanco de disputas, micrófonos
y todo el desorden que hubiera significado hacer ingreso
caminando por la alfombra roja que lo esperaba en la
puerta principal. No, eso de seguro habría arruinado
su engominado peinado, que luce un mechón rubio
al frente y una "colita" atrás.
Antes que eso, decidió actuar como lo hacen las
grandes estrellas. Oculto y muy cuidado por asesores
y guardaespaldas, para ingresar como astro a la sala,
más llena de micrófonos que de periodistas,
pero que luego recibiría una avalancha de parte
de los medios que fueron alertados de su vana espera
a las puertas del hotel.
Ahí posó Castro, sonrió eternamente,
agradeció al mundo y lanzó besos mientras
cientos de flashes se reflejaban en su rostro. Y luego
las preguntas, que siempre respondió atento,
con la pasividad que lo caracteriza, con la pose de
una estrella. Mal que mal es precisamente una de las
estrellas de este festival.
"Me impacta el movimiento de periodistas que hay
en el festival", dijo el mexicano agradeciendo
una y otra vez a los presentes por la cobertura.
Pero lo que más interesaba, era saber qué
preparó Castro para su tercera presentación
en la Quinta Vergara. Una de las mayores críticas
que ha recibido el artista es su pasividad a la hora
de plantarse sobre el escenario.
Pero esta vez, asegura, debería ser distinto.
"Quiero que sea contundente. Quisiera que escucharan
lo que ustedes conocen, que canten mucho para que se
diviertan más", partió explicando
el mexicano.
Tal como se había anunciado previamente, el show
no será únicamente de canto: Castro tendrá
el acompañamiento de bailarines. "No seré
Chayanne, pero me estoy moviendo más para que
no me vean tan estático, porque mis baladas son
sólo de interpretación y visualmente le
faltaba un poquito al espectáculo", agregó.
Sin embargo, luego reconoció que para artistas
de su tipo, es difícil dar sorpresas con canciones
nuevas que mantienen siempre el ritmo de las balad románticas.
"Es difícil tratar de sorprender a la audiencia.
Estamos perdiendo lo armónico, la melodía.
Es difícil encontrar una canción sorprendente,
pero ése es el desafío. Es bonito cuando
se logra".
Reconoció también que eso le ha llevado
a pensar en un cambio de estilo. "De pronto me
gustaría cambiar el género completamente,
el rumbo de mis canciones y tal vez lo haga, pero siempre
quiero quedarme en la melodía y la armonía,
porque me gustan mucho las baladas. No hay que dejar
las melodías de cuando fuimos niños, ésas
son las más bonitas".
Las principales críticas que se le han hecho
a este Festival de la Canción están fijadas
en el pobre nivel de los artistas invitados, por un
lado, y en la repetición de otros que ya mostraron
sus cartas en el certamen. Dentro de este último
grupo está el mexicano.
Sin embargo, Castro se mostró tranquilo. "Solamente
espero hacer un muy buen espectáculo, quiero
cantarles muy bonito. Ojalá que no se aburran
de mí. Tal vez piensen que pueda ser repetido,
pero mi álbum es nuevo, con un show nuevo. Ésta
es la única oportunidad que tengo para cantarles".
A pesar de esa defensa, castro agregó que no
se siente presionado ni atacado por los medios de comunicación.
"No he sentido nunca un ataque fuerte de parte
de la prensa. Los ataques personales hacia mi vida,
no quisiera discutirlos, porque no se me hacen interesantes.
Lo importante es lo que se deja y lo que se hace artísticamente.
Me gustaría que me vieran como un cantante y
no como una persona que tiene muchas novias o se pinta
el pelo".
La familia y el disco
Además del cambio que Castro promete para
este año, lo cierto es que su visita a Chile
ya se vislumbra distinta. En las anteriores ocasiones
en que estuvo acá se le vio llegar solo, pero
irse con algo más que sus maletas a cuestas.
Los noviazgos del mexicano - por ejemplo los recordados
romances con Carola Julio o Titi Aubert- fueron mucho
más noticiosos que sus presentaciones artísticas.
Sin embargo, en esta oportunidad el mexicano no viene
solo: lo acompaña su esposa, la paraguaya Gabriela
Bo. Dijo que su matrimonio va "muy bien" y
negó, de paso, los rumores sobre un eventual
divorcio: "Lamentablemente no es cierto",
bromeó.
Además, tampoco quiso referirse mayormente al
hecho de ser padre. Ya en marzo de 2003, pocos días
después de casarse, bromeó con la posibilidad
de tener un hijo, pero ahora explicó que no está
dentro de sus planes más inmediatos. "Para
eso hay que dedicar mucho tiempo", comentó.
Sobre su último disco "Amar es", el
cantante lo definió como una producción
que "tiene diferentes tonos y atmósferas
que hay en él. Es muy interesante, por su descubrimiento,
exploración. Muy personalizado y siempre muy
melancólico".
En el futuro próximo del artista se vislumbra
una gira por algunos países de Latinoamérica
(Argentina y Colombia), además de conciertos
en México y Los Ángeles, California. "Mi
momento actual es de ganas de llegar a la perfección,
pero es inútil tratar de serlo. Quiero perfeccionarme
mucho, tratar de hacer un disco en inglés, renovar
mi contrato con BMG", señaló Castro.
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