El fabricante francés Citroën presentó un llamativo vehículo eléctrico conceptual que explora un futuro donde los coches son mucho más ligeros, económicos y con un mayor alcance gracias al uso de nuevas tecnologías que permiten, por ejemplo, reemplazar el metal del techo y el capó por un material mucho más liviano hecho en base a cartón.
Para desarrollar este futurista ejemplar, los ingenieros de la marca gala se imaginaron un mundo sin acceso a los actuales recursos, por lo que debieron recurrir a nuevos elementos.
Las piezas de metal como el techo y capó, además de otras, no fueron reemplazadas por un cartón común, sino por uno que fue procesado y estructurado en formato de panal y que es reforzado con una capa de plástico especial, generando una superficie resistente y de bajo peso. Este material fue desarrollado en colaboración con el gigante químico alemán BASF.
Junto con ello, se diseñó un parabrisas vertical pensado para reducir la cantidad de vidrio necesario y ahorrar aún más peso en el todoterreno.
El vehículo conceptual fue denominado Citroën Oli y su diseño fue definido como un SUV con marcadas líneas futuristas.
Durante la era soviética, un mito urbano común y erróneo sostenía que el Trabant, un pequeño automóvil con motor de dos tiempos producido en la antigua Alemania Oriental, tenía una carrocería hecha de cartón reforzado, y si llovía lo suficiente, se podía perforar un agujero en la cubierta.
De hecho, el Trabant estaba hecho de "duroplast", un plástico reforzado con residuos de algodón reciclado de la antigua Unión Soviética.
Citroën, integrante del Grupo Stellantis, y BASF lograron convertir la leyenda popular en realidad.
"Es más que un auto conceptual como el que estás acostumbrado a ver", dijo a Reuters la directora de productos futuros de Citroën, Anne Laliron. "Es casi una expresión de nuevos estilos de vida", sentenció.
