SANTIAGO.- No nacieron en Chile. Algunos llegaron aquí por el enorme sacrificio de sus padres, quienes viajaron en soledad en busca de una mejor suerte para sus hijos. Otros ni siquiera tomaron en cuenta que estaban en otro país, solo se dedicaban a jugar con una pelota y soñar.
Son los nuevos inmigrantes del fútbol chileno.
Como nunca en años, en las divisiones menores del balompié nacional se viene dando este incremento de niños y jóvenes extranjeros. Por eso la ANFP aumentó de siete a diez el cupo de extranjeros en las divisiones inferiores de los clubes.
En este nuevo fenómeno, dos colombianos y un ecuatoriano, de equipos del norte del país, donde el impacto cultural ha sido mayor, narran a Emol las sacrificadas historias que los trajeron a esta parte del mundo.
"Habían jóvenes que pasaban robando"
A los 11 años, en la memoria del colombiano Óscar Heredia, volante creativo de la Sub 19 de Deportes Iquique, quedó registrado un momento difícil de olvidar.
Nació en el barrio el Vallado, Cali, un vecindario que, según él, se caracteriza por dos cosas.
Primero, por ser peligroso. "Habían jóvenes que andaban robando, consumiendo drogas y unidos a pandillas armadas que tenían problemas con otras pandillas". Y segundo por ser un lugar "bueno, para los que los que no se metían en problemas. Yo siempre anduve con gente buena y nunca me metí en esas cosas".
Sin embargo, a pocos metros de la entrada de su hogar, le tocó ver de cerca cómo dos jóvenes se amenazaban verbalmente. Posteriormente vio algo peor: uno de ellos sacó una escopeta y le disparó al otro en la cabeza.
El joven mediocampista y promesa del cuadro iquiqueño veía como la sangre se derramaba en el cemento de la calle.
Con nada seguro y mucha ilusión, Benilda Godoy, su madre, vino a Iquique en el 2010 en búsqueda de un lugar mejor. El primer empleo fue vendiendo jugos en el mercado de la ciudad; ganaba seis mil pesos al día.
Hoy, trabaja arreglando redes de los barcos de una empresa pesquera. Cuando vio que se podía vivir de eso, el 2012 se trajo a Óscar.
Desde Buenaventura a Arica
"Como dicen aquí, mi mamá le dio el palo al gato con llegar a este lugar", señala entre risas, Einer Camilo Hurtado, zaguero central de la Sub 19 de San Marcos Arica, sobre su llegada a Chile desde Colombia, hace más de diez años.
Einer nació en Buenaventura, cuidad del Valle del Cauca. Su madre, Nudi Castro, trabajaba en la Sociedad Portuaria, y llegó a Calama por un viaje laboral.
Pero no se fue nunca más. Estando en el norte conoció a Eliezer Suazo, conductor de camión en una empresa minera, y quien después se convirtió en su marido.
Lo que más quería Nudi era un lugar feliz para sus hijos, y sólo cuando lo encontrara se los iba a llevar con ella. Ahora atiende en el puesto de pastelería de un supermercado en Arica.
Einer confiesa que "todo el esfuerzo que hago es para agradecerle".
"El fútbol me quitaba el sueño"
Jordy Cedeño, extremo derecho de la Sub 19 de San Marcos de Arica, es de Chone, una localidad montañosa al norte de Ecuador donde la mayoría de la población se dedica a la ganadería. A ese rubro también se dedica Oliver, su padre, como comerciante de ganado.
Su tío, por otro lado, se dedicó a la medicina y quiso buscar otras fronteras: es anestesiólogo en un hospital en Arica. Éste último jugó un rol clave en el futuro del jugador. Lo convenció de venirse a Chile a estudiar.
"Siempre me gustó la idea de construir casas y calles, por eso quise estudiar ingeniería civil. Pero el fútbol me quitaba el sueño", cuenta Cedeño, quién se instaló en suelo chileno en junio de 2015, y que pretende el próximo año dividir su tiempo en estudiar esa carrera y ser futbolista.
Cuenta que "a veces me dan ganas de volver a mi pueblo, pero así es la vida, hay que saber lucharla".
Desde niños con un balón...
En la fecha 12° del campeonato fútbol Sub 19, Cedeño jugó 80 minutos en el triunfo de San Marcos de Arica ante Cobreloa. Ahí ganó confianza y esta semana le avisaron que será titular en la próxima fecha ante Antofagasta.
"Tengo mucha ilusión de hacer las cosas bien", cuenta el atacante, quien admite que aún no piensa en nacionalizarse.
Por su parte, Eider juega desde los seis años. "Siempre me gustó el fútbol e intento hacer las cosas bien", cuenta.
Solo le faltó ser aquero: tuvo que pasar por casi todas las zonas del campo de juego, hasta que le encontraron su lugar en la retaguardia. "Ahora me conozco bien el puesto, me gusta Raphael Varane, por lo joven y potente, siempre lo sigo y veo videos de sus partidos".
"Todo me cuesta caleta"
En tanto, a Heredia cuando llegó a Iquique le costó hacer amigos y recorría las calles con un pelota que movía con los píes, de un lugar a otro, hasta que una vez llegó a una plaza, y "un caballero me vio talento y me dijo si quería jugar en el Colo, yo no estaba muy seguro de qué equipo era".
Per no lo dudó ni siquiera un instante y se fue a probar a la sede alba en la ciudad nortina; desde ahí, el siguiente paso fue la Sub 14 en Deportes Iquique.
El actual entrenador de los "dragones celestes", Jaime Vera, se acuerda siempre de él; lo ve como un chico con proyección.
"La gente no ve el sacrificio detrás del éxito de un futbolista que gana mucho dinero. A mí por lo menos, todo me cuesta caleta", cuenta el mediocampista, quien se compara con el volante portugués del Valencia Nani.
"Al principio yo decía que por Chile no jugaba ni cagando", era lo que respondía Heredia ante la posibilidad de algún día integrar a la selección nacional.
Esta semana, el volante creativo viajó a Santiago, donde por fin obtuvo el documento que le permite la permanencia definitiva en este país.
Ahora, con cinco años viviendo aquí, dice: "Si alguien quiere jugar por Chile no puede hacerlo por conveniencia. Tiene que sentir el país. Ahora yo puedo decir que si siento este lugar".