"Sentí miedo. Yo celebré de la manera más normal posible, porque sentí que el Monumental se podía venir abajo. Corrí, corrí, corrí. Sin hacer ningún gesto. Solamente corrí porque no quería que el hincha viera algo que le molestara. Había que celebrar, pero de manera tranquila y con mucho respeto".
El relato es de Jaime González, el autor de un gol inolvidable.
El 21 de diciembre de 2003 Colo Colo tenía la fiesta armada para festejar en su casa. Jugaba la final de vuelta del Clausura contra Cobreloa y en la ida, en Calama, había rescatado un valioso empate a dos. Era la oportunidad perfecta para coronarse y cobrar revancha frente a un rival que el mismo año le había ganado el título del Apertura.
Pero la fiesta devino en tragedia. Luis Fuentes abrió la cuenta para el elenco naranja y en el minuto 70' una contra fue coronada con un zurdazo cruzado de González. Ese gol prácticamente liquidó el encuentro. Cerca del final hubo un descuento, pero ya era demasiado tarde.
Han pasado más de 20 años y González se sumerge en el interior de su memoria. Recuerda que el primer partido de esa final terminó en escándalo y que él estuvo metido en una trifulca. Pero a Santiago él y sus compañeros llegaron tranquilos.
"Entendimos que teníamos el mejor plantel del fútbol chileno. Cobreloa tenía grandes posibilidades de ganar ese torneo, teníamos jugadores con la capacidad para pararse en cualquier cancha. No nos asustó llegar a un estadio lleno, no nos asustó que habilitaran el Monumental, porque en ese tiempo el Monumental no estaba habilitado y lo habilitaron para ese partido", le comenta a Emol.
González no estuvo tanto tiempo en Cobreloa, pero lo marcó a fuego. Lo llevó Nelson Acosta a principios 2003 y cayó en un plantel de jugadores avezados, con personalidad, de cracks a la antigua.
En sus redes sociales, tiene a muchos hinchas del cuadro loíno y ellos constantemente le aquella tarde en el Monumental.
"A mí me pueden decir que Cobreloa jugó dos finales de Copa Libertadores y que jugó grandes partidos, pero el logro más importante en la historia de Cobreloa es ese título con Colo Colo. No hay otro que sea mayor que ese. Colo Colo a través de la historia no había perdido un título en el Monumental. Va a ser recordado como uno de los días más importantes en la historia de Cobreloa. Es lindo estar en la historia de un club que yo considero de los grandes. Cuando hay una comparación y preguntan quién es ser el cuarto grande. Yo creo que no existe comparación. Para mí Cobreloa está un peldaño arriba", manifiesta.
Un futbolista forjado en el barrio que llegó a la Serie A italiana
González era un puntero hábil, rápido, que le gustaba llegar hasta el fondo por la orilla para sacar el centro atrás. Su historia es atípica. Prácticamente no hizo divisiones inferiores. Creció y se curtió en el fútbol amateur en El Quisco.
A los 17 años estaba jugando en el barrio, pero tuvo la suerte que lo vieron y lo llevaron a O'Higgins de Rancagua. Pasó la prueba y prontó escaló al primer equipo.
"Yo hago la comparación que es como ir a la universidad sin ir al colegio. Una persona que entra a la universidad sin ir al colegio va a ser muy difícil que le pueda ir bien. Pero habían condiciones. Esas condiciones venían intactas del barrio, había que aprender la otra parte, la formación. Lo que pasa es que yo tengo una teoría. Hoy encontrar jugadores con habilidades a los 15 o 16 años es difícil, porque los llevan a escuelas de fútbol o lugares donde empiezan a perder condiciones innatas y se transforman en jugadores para jugar más en un sistema que de manera personal. Yo creo que con el tiempo no van a existir más los Alexis Sánchez o los Eduardo Vargas, jugadores así de habilidosos con la pelota, porque hoy los jugadores entran temprano a las divisiones menores y los hacen funcionar para un equipo", reflexiona.
En O'Higgins formó una dupla terrible con Mario Núñez. Entre los dos metieron 57 goles en el Torneo de 1999.
El conjunto de Rancagua hizo negocio y los vendió a ambos al final de esa campaña. A González lo compró el Bari de Italia y decidió dejarlo a préstamo en Colo Colo el primer semestre del año 2000. Fueron meses difíciles para el delantero. Nunca llegó a jugar un duelo oficial con la camiseta del "Cacique".
"Yo tenía un precontrato cerrado con Universidad Católcia. A dos días de haber hecho lo de Católica y tener todo listo, aparece lo de Italia, pero me dicen que solo me prestan a Colo Colo. Entonces se me cae lo de Católica, yo tenía todo prácticamente arreglado. Yo mentalmente ya estaba en Católica. Fue un golpe grande no haber llegado a la Católica en su momento. No fue fácil de cambiar de club de un momento a otro y llegar a Colo Colo. Me cambió toda la perspectiva. En ese momento me lesiono y tenía un contrato por seis meses con Colo Colo. Vino la recuperación y yo sabía que en junio tenía que partir. Sabía lo que venía", declara.
Luego de ese paso por el elenco albo partió a Italia. En el Bari tuvo como compañero a Antonio Cassano y dice que le impactó ver en vivo a jugadores como Andriy Shevchenko, Gennaro Gattuso o Filippo Inzaghi.
Fue un paso breve por el "Viejo Continente". No estaba cómodo y volvió a Chile. A veces se arrepiente de no haber aguantado un poco más.
"Son dos o tres años que tenías que estar adaptándote. Había una diferencia en cuanto a ritmo, a aprendizaje. O me arriesgaba a estar tres años aprendiendo o decía 'quiero seguir jugando donde sea'. Jaime 'Pajarito' Valdés estuvo conmigo y estuvo dos o tres años antes de empezar a jugar. Él se arriesgó y creo que tomó una mejor decisión que yo. Tomó riesgos de estar tres años aprendiendo para tratar de meterse en el equipo hasta que lo logró", apunta.
Su relación con "Chupete" Suazo y el retiro
Volvió a Chile y se sacó las ganas de jugar en la Universidad Católica y hasta fue campeón con la franja. Luego vino el inolvidable paso en Cobreloa. Terminado el contrato con los mineros se mudó a la capital para firmar por Audax Italiano en 2004.
En sus primeros días en el conjunto floridano notó que habían jugadores con potencial, pero que aún no explotaban. Uno de ellos era Humberto Suazo.
González menciona que a veces le costaba entender la personalidad del "Chupete", pero también considera que probablemente el mejor jugador con el que compartió.
"Yo quería que él despegara antes y él entendía que todavía no quería despegar. Yo sabía que él tenía que despegar, dejar de decir 'soy la eterna promesa'. Yo vi jugadores habilidosos, pero nunca uno con con tanta cabeza fría como Suazo. Se podía estar quemando todo y él podía estar sentado en el sillón tomándose un café. Donde todos se ponen nerviosos, él no. Una vez en un entrenamiento un profe se enojó con él. Suazo le decía que para él fútbol era un juego y que todas las cosas que hacía para él eran una entretención. Uno lo miraba como que él no se tomaba las cosas en serio, pero sí se las tomaba en serio. ¿Te acuerdas de un gol que le hizo a Brasil que se pasa a uno de caño y la mete por arriba del arquero? Esos goles siempre los estaba haciendo. Tú lo mirabas y decías ¿este tipo se está divirtiendo, está agarrando pa'l leseo? Después entendí que era la forma de jugar de él", declara.
Con Audax González llegó a la final del Apertura 2006 y la perdió contra Colo Colo. Al salir del cuadro de colonia, partió a Huachipato. Ese fue su último club. Se retiró con apenas 31 años.
"Yo creo que la lesión de rodilla me fue limitando un montón el rendimiento. Ya no era el jugador rápido, ya no era el jugador que entrenaba todos los días con mis compañeros, me costaba bastante. Pude haber seguido jugando. Arturo Salah me decía que me quedaban unos tres o cuatro años jugando así como estaba y yo decidí que no podía seguir cobrando si no estaba al 100 por ciento", apunta.
Empresario turístico
En 2011 González estuvo como técnico en San Antonio Unido. Fue para apoyar a Rocío Yáñez, la primera mujer en dirigir fútbol profesional en Chile. Esa corta experiencia entrenando le permitió sacar una conclusión importante.
"Más que entrenador fui aprendiendo del proceso y de ella también. Me hizo pensar y reflexionar sobre lo que quería realmente y eso era no estar cerca del fútbol", expresa.
A González su familia le enseñó a ser ordenado con el dinero. Invirtió en propiedades y actualmente tiene centros de veraneo en El Quisco.
"Tengo centros de veraneo, con eso me manejo. Yo creo que ya tienen más de diez años. Nunca tuve un estilo de vida muy ostentoso, siempre fui normal. Después que dejé el fútbol empecé a administrar mis propiedades. Tenía unas propiedades muy bien ubicadas, tenía unos ex compañeros que me visitaban y surgió la idea de tener unos centros de vacaciones. Hay personas que ven del área de comercio, personas que entienden mucho más que yo y yo delego funciones", dice.
En el día va viendo lo que hace. Comparte con sus hijos, se junta con sus amigos a jugar un pool o a las cartas. De repente juega a la pelota. Su mayor lujo es disponer de su tiempo y tener una vida tranquila.