Inesperadamente, el controvertido megaproyecto INNA, de Aes Andes, fue protagonista del último debate presidencial.
Es que pocos esperaban que la candidata del oficialismo, Jeannette Jara (PC), se inclinara por apoyar la iniciativa en caso de llegar a La Moneda; y que José Antonio Kast -de Republicanos- manifestara su oposición.
De todos modos, Jara rectificó sus dichos hoy y aseguró que su localización será definida a una "distancia adecuada de los observatorios astronómicos"
INNA es una iniciativa que contempla una inversión de US$10 mil millones y que busca producir anualmente 100 mil toneladas de hidrógeno verde y 650 mil toneladas de amoniaco verde. Considera utilizar una superficie de alrededor de 3 mil hectáreas, utilizando energía solar y eólica.
El proyecto, para ello, contempla la instalación de 3 parques fotovoltaicos, con una potencia nominal de 365 Mega Watts, 809 Mega Watts y 513 Mega Watts, respectivamente.
El objetivo es contribuir a la transición energética, impulsados por la Estrategia Nacional Hidrógeno Verde publicada por el Ministerio de Energía, explica la empresa en la ficha del proyecto.
¿El problema? La ubicación.
Las instalaciones estarían en la comuna de Taltal, provincia y región de Antofagasta, entre 5 y 11 kilómetros de los telescopios de Paranal; a 11 kilómetros del Cerro Armazones (donde se construye el Extremely Large Telescope, ELT); y a cerca de 6 kilómetros del sitio planificado para el Cherenkov Telescope Array Observatory (CTAO-Sur).
La cercanía con los observatorios conllevaría un problema grave, según han denunciado organismos científicos y, particularmente, la comunidad astronómica. Es que INNA aumentaría significativamente la contaminación lumínica en el cielo nocturno.
Aumento de la contaminación lumínica
En marzo un análisis del Observatorio Europeo Austral (ESO) determinó que el complejo industrial aumentaría la contaminación lumínica en los cielos del Very Large Telescope (VLT), que se encuentra a 11 kilómetros de la ubicación prevista del INNA, en al menos un 35% por encima de los niveles de referencia actuales de luz artificial.
Otra de las instalaciones de Paranal, el ELT de ESO, vería un aumento de la contaminación lumínica en sus cielos en al menos un 5%, según el análisis de ESO.
"Con un cielo más brillante, limitamos severamente nuestra capacidad para detectar directamente exoplanetas similares a la Tierra, observar galaxias débiles e incluso monitorizar asteroides que podrían causar daños a nuestro planeta", dijo en ese entonces Itziar de Gregorio-Monsalvo, representante de ESO en Chile.
"Construimos los telescopios más grandes y potentes, en el mejor lugar de la Tierra para la astronomía, para permitir a la comunidad astronómica de todo el mundo ver lo que nadie ha visto antes. La contaminación lumínica de proyectos como el INNA no solo dificulta la investigación, sino que roba nuestra visión compartida del Universo", añadió.
Durante el año, la oposición de la comunidad astronómica a la iniciativa ha sido constante. En febrero, por ejemplo, el presidente de la Fundación Cielos de Chile, Guillermo Blanc, sostuvo que el "en la práctica, lo que hace el SEA es poner el umbral de afectación para un proyecto individual al mismo nivel del umbral de saturación de un contaminante".
"El límite informado por el SEA a los mandantes de los proyectos que debe evaluar es ridículamente alto", comentó también el científico.
Esto, considerando los criterios que había puesto el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) para la evaluación de la iniciativa de hidrógeno.
El criterio indica que la luminosidad artificial de un proyecto puede afectar a un observatorio astronómico si esta aumenta el brillo del cielo de dicho observatorio en un 10% por sobre el brillo natural. El documento justifica este criterio indicando que la Unión Astronómica Internacional (UAI) considera que por sobre este límite, el cielo se puede considerar contaminado para fines de observación astronómica.
"Lo anterior es un grave error de interpretación. Lo que UAI quiere indicar es que por sobre ese límite un sitio ya no es apto para hacer astronomía profesional. En la práctica, lo que hace el SEA es poner el umbral de afectación para un proyecto individual al mismo nivel del umbral de saturación de un contaminante", cuestionó Blanc.
Actualmente, el proyecto se encuentra en estado de calificación. Entre enero y abril de 2025 se llevó a cabo el proceso de Participación Ciudadana (PAC), donde vecinos, comunidades y organizaciones hicieron observaciones al EIA.
Debido a la gran cantidad de observaciones técnicas y ciudadanas (más de 1.400), la empresa solicitó suspender y ampliar el plazo de respuesta de sus antecedentes al SEA, extendiendo el proceso hasta mayo de 2026.
El SEA no ha decidido dar por terminado anticipadamente el proceso, por lo que el proyecto sigue en evaluación.
Un documento técnico reciente del SEA indica que, en términos generales, el proyecto cumple con los requisitos de otorgamiento de carácter ambiental aplicables.
Emol consultó a AES Andes por su opinión respecto a los comentarios de los candidatos presidenciales, sin embargo la firma optó por no referirse.
De todas formas, la empresa ha salido a defender en otras instancias el proyecto, señalando que -según sus cálculos- el incremento de brillo causado por el proyecto sería muy bajo directamente sobre los observatorios (por ejemplo, 0,09 %–0,27 %), basado en criterios técnicos de distancia y normativa vigente.
La firma señaló que cumple la norma lumínica vigente (incluyendo normativa nueva de 2024) y que incluso ha ido más allá de los requisitos.
Las reacciones tras el debate
Luego del debate presidencial, la comunidad científica y el gremio del hidrógeno verde se manifestaron.
Desde el primer grupo, habló la astrónoma Teresa Panqeue, quien señaló que no le gustaron ninguna de las respuestas de los candidatos.
El Premio Nacional de Ciencias Exactas de 1999, José Maza, mostró una posición más osada. "Me quedé helado porque la respuesta de la candidata, dejó mucho que desear. Ahora, me saco el sombrero con que el candidato Kast diera la respuesta correcta, que era: ‘No, la astronomía en esto es único y hay que mantener la aprobación de la ciencia'", dijo en The Clinic.
En tanto, en conversación con Emol, sostuvo que "Chile necesita desarrollar hidrógeno verde, en el norte con energía fotovoltaica y eólica y en el sur con energía eólica. Es muy importante, es urgente, y el proyecto INNA se debe desarrollar, pero a 50 kilómetros más al sur, al sur de Taltal. Chile los necesita a ambos, la astronomía extraordinaria de Paranal y la energía del hidrógeno verde".
El astrónomo subrayó que "como no veo cuál sería el impedimento de llevar el proyecto INNA a 50 kilómetros al sur, no puedo entender la razón que esgrime el proyecto de querer hacerlo a 5 kilómetros de Paranal".
Desde la Asociación Chilena de Hidrógeno (H2 Chile), también hubo reacción. Marcos Kulka, director ejecutivo de la entidad, sostuvo: "Dado lo que ha venido pasando, si hubiera algún problema, la propia institucionalidad del SEA debiera levantar las alertas. De lo contrario, entraríamos de nuevo en una condición en donde se decreta presidencialmente algo, y sabemos que eso son señales que finalmente se pagan atentando en contra de la institucionalidad que se ha creado para que el desarrollo de nuevas industrias se dé".
"Creo que sería una mala señal tomar una determinación ajena a nuestro proceso actual respecto a cómo se están evaluando los proyectos en el SEIA", sostuvo asimismo.
