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El auge y caída de Dilma Rousseff, la primera Presidenta destituida de Brasil

Fue guerrillera y es la única mujer brasileña, hasta ahora, que se ha convertido en jefa de Estado. Tras ser sometida a un juicio político que culminó hoy en el Senado, la ex Mandataria deberá dejar el cargo tras casi seis años de gestión.

31 de Agosto de 2016 | 13:39 | Por Valentina Salvo U., Emol
Foto: 2/2 | Crédito: Reuters (Archivo)
SANTIAGO.- Dura, fuerte y la primera mujer en gobernar Brasil. Así es vista por sus pares Dilma Rousseff, la ahora ex Presidenta que cruza uno de sus peores momentos políticos de su carrera.

Pasó de ser la figura más importante del país latinoamericano a ser acusada de maquillar las cuentas fiscales. Tras ser sometida a un histórico juicio político que culminó este miércoles en el Senado, fue hallada culpable y se convirtió en la primera Presidenta de ese país en ser destituida.

De guerrillera a Presidenta


Pero a sus 68 años, las batallas difíciles no le son ajenas a Rousseff. Nació en la localidad de Belo Horizonte. Aún cuando fue educada en una escuela católica, cambió el vestido por el uniforme y se transformó en guerrillera durante la dictadura militar que permaneció más de 20 años en el país.

Tras vivir años en la clandestinidad, en enero de 1970 fue capturada por la policía política y sometida a torturas y vejaciones. "Nadie sale de esto sin huellas", reflexionó una vez y reveló que su paso por la cárcel duró tres años.

Luego de su liberación, se alejó del entorno político por más de una década para dedicarse a su única hija y a sus estudios de economía. Su regreso sería a las filas del Partido Democrático Laborista, hasta que en 2001 se unió al Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece hasta el día de hoy. Allí se acercó a quién sería su padrino político y quien la convertiría en su heredera del sillón presidencial: Luiz Inácio Lula da Silva.

Durante el gobierno de Lula, Dilma vio cómo su carrera comenzaba a despegar. El popular ex Presidente la nombró ministra de Minas y Energía y luego jefa de Gabinete. Con su perfil más técnico que político, Rousseff se ganó la fama de funcionaria eficiente gracias a su fuerte carácter. Una imagen que mantuvo cuando debió enfrentar un cáncer linfático que hizo peligrar sus aspiraciones presidenciales.

La caída

Superada su enfermedad y a pesar de su poco carisma, Rousseff llegó a la Presidencia en 2011, tras lograr adjudicarse 55,7 millones de votos (56%) en la segunda vuelta. Durante los siguientes cuatro años convivió con una economía estancada, altos niveles de inflación y la depreciación del real (la moneda local) en su peor momento. Su alta popularidad, lograda gracias a su padrino, se desmoronaba poco a poco.

La tensión social aumentó, luego de que se revelara uno de las redes de corrupción más graves de Brasil. El Ministerio Público y la policía habían puesto en marcha la denominada Operación "Lava Jato" (lavado de autos), y lograron destapar los millonarios pagos de coimas a políticos y a sus partidos, entre ellos el PT. Rousseff se vio envuelta en las investigaciones, pero nunca se logró probar su participación.

La corrupción y la crisis económica pegaban fuerte a Brasil. Llegaban nuevas elecciones y Dilma postulaba a la reelección. Una vez más, el poderoso Lula aparecía para dar soporte a su ahijada y así darle cuatro años más en el poder. El 26 de octubre de 2014, y en segunda vuelta, se adjudicó la Presidencia con el 51,64% versus el 48,36% de su oponente Aécio Neves del Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB). Sólo dos años duraría con su nuevo Gobierno.

Las acusaciones en su contra se hicieron cada vez más fuertes, pero esta vez relacionadas a su mala gestión de la contabilidad estatal. En octubre de 2015, tres parlamentarios firmaron la solicitud de un "impeachment" o juicio político. En ella se le acusaba de haber maquillado las cuentas fiscales para ocultar la magnitud de la crisis, utilizando fondos públicos para financiar programas de responsabilidad gubernamental. Debido a dichas irregularidades, el Tribunal de Cuentas brasileño, por primera vez en 78 años, rechazó las cifras de la administración de Rousseff correspondientes a 2014.

Ante ello, el entonces presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha - férreo opositor de Rousseff - dio el vamos a la petición y el proceso comenzó. Ahí, los parlamentarios respaldaron la medida y tras su votación a favor el trámite siguió en el Senado.

Esta vez, Lula no podría salvarla. Su situación no era mejor, pues estaba siendo investigado por presunto lavado de activos y de recibir pagos en el marco del caso Petrobras. Incluso, Dilma intentó retribuirle la ayuda y salvarlo de las indagatorias nombrándolo miembro de su gabinete. Una medida que le valió un fuerte rechazo social y multitudinarias manifestaciones en su contra.

La investigación continuó y la salida de Rousseff del Ejecutivo era inminente. Tras una primera votación, fue suspendida de su cargo mientras se realizaban las indagatorias. En su reemplazo asumió el vicepresidente Michel Temer, líder del PMBD que decidió abandonar al PT en el oficialismo y trasladarse a la oposición.

Hoy el Senado votó y puso fin al último capítulo de la telenovela política de Rousseff. La salida de la Mandataria se concretó con 61 votos a favor, a pesar de los multitudinarios reclamos de sus partidarios, quienes no logran aceptar la caída de la mujer más importante de Brasil.
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