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Permiso para morir: Los países donde la eutanasia y el suicidio asistido son legales

En los últimos días revivió el debate sobre la vigencia de la normativa que pena esta práctica en Chile. Mientras en naciones como Países Bajos, Bélgica y Colombia está aprobada, en otras se ha optado por alternativas para dar una "muerte digna" a los enfermos.

12 de Febrero de 2018 | 13:20 | Por Valentina Salvo, Emol
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El Mercurio (archivo)
SANTIAGO.- La palabra eutanasia ha vuelto a estar en el debate en Chile. La discusión se ha tomado la opinión pública, luego de que Paula Díaz, una joven de 19 años que padece una enfermedad que no tiene diagnóstico ni cura, le enviara un mensaje a la Presidenta Michelle Bachelet para que le permitiera morir.

Su caso está lejos de ser único en el país o en el mundo, donde el suicidio asistido y la eutanasia han generado duras discusiones en distintos sectores. A pesar de las divergencias, varias naciones ya han emprendido el difícil camino de legislar respecto a ambos conceptos.

Eutanasia en el mundo

Existen acepciones que deben ser diferenciadas a la hora de introducirse en el debate. La RAE define eutanasia como la "intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de cura". Este procedimiento lo lleva a cabo una tercera persona, generalmente el médico, bajo la voluntad del enfermo. A ello se le denomina eutanasia "activa". El suicidio asistido, en cambio, se refiere a que un médico le proporcione la ayuda y los métodos necesarios al enfermo, para que sea el mismo paciente el que active el procedimiento.

Países Bajos fue el primer Estado del mundo en legalizar la eutanasia "activa". La ley aprobada por el Parlamento en 2001 considera válida también la ayuda médica al suicidio. El requisito es que aquella persona que desee morir entregue deliberadamente su consentimiento, sea residente y padezca dolores insoportables o una enfermedad sin curación. Además, antes de realizar cualquier cosa, los profesionales deben consultar a un segundo médico independiente que evalúe el caso. Contempla la objeción de conciencia.

Bélgica, por su parte, validó legalmente la eutanasia en 2002. Permitió que los adultos en situación incurable elijan poner fin a su vida, siempre que más de un médico certifique sufrimiento intolerable o enfermedad incurable. A diferencia de la ley holandesa, la belga no menciona el suicidio asistido, aunque según la web especializada eutanasia.ws, sí se han registrado este tipo de casos. En 2014 el Parlamento votó a favor de aplicar esta ley a menores de edad en estado terminal, con el consentimiento de los padres.

En Luxemburgo, tercer país europeo en validar esta práctica (2009), la ley sigue el ejemplo belga. Para dar el visto bueno, el Parlamento llegó incluso a reducir los poderes del monarca, que se oponía a la medida.

Colombia es el primer país latinoamericano que ha introducido a su Constitución una ley de eutanasia y suicidio asistido, y el único en el mundo donde la medida es reconocida como un derecho fundamental por el Tribunal Constitucional. En 2015 se dio luz verde a la regulación del procedimiento para aquellos pacientes con enfermedades terminales, mayores de edad y que hayan manifestado de forma verificable su voluntad de morir. Estos requisitos son certificados por una comisión compuesta por un médico, un psiquiatra y un abogado antes del proceso, que es totalmente gratuito y que respeta la libertad de conciencia.

En Canadá, la "Ley federal sobre la ayuda médica para morir" que legaliza la eutanasia, entró en vigor en junio de 2016, luego de que el Tribunal Supremo dictaminara en 2015 que la normativa entonces existente, que penalizaba la muerte asistida, era anticonstitucional y le diera al Parlamento un año para redactar una nueva ley. Actualmente la legislación limita el acceso a la eutanasia a los enfermos terminales o con dolor insoportable y mayores de 18 años. Según datos del Ministerio de Salud, desde que se aprobó y hasta octubre del año pasado, 2.000 personas había accedido a la medida, un 0.6% del total de decesos del país.

Suicidio asistido, pero no eutanasia

Existen también lugares donde existe otro tipo de fórmulas legales, donde se aprueba el suicidio asistido, pero la eutanasia "activa" continúa estando prohibida. Es el caso de Suiza, donde el médico se limita a entregar la prescripción del fármaco letal, pero es la persona quien la ingiere bajo la ayuda de organizaciones no gubernamentales. El requisito ineludible es que quien ayuda no actúe por alguna motivación egoísta o de tipo personal o económico. Si esto se llegase a acreditar, el responsable sería perseguido penalmente.

Los estados de Oregon, Washington, Montana, Vermont y California, en EE.UU., mantienen esa línea también. Algunas legislaciones son más restrictivas que otras, pero todas consignan el procedimiento del suicidio asistido como legal ya que consideran que la auto-administración de dosis letales es un derecho de los enfermos terminales, no así la eutanasia activa.

En Australia, el estado de Tierra de Norte aprobó la muerte con ayuda en 1995 y fue el primero en el mundo en adherir a esta práctica. Sin embargo, poco después sería revocada por el Gobierno federal. Más de dos décadas después fue el turno del estado de Victoria que en noviembre pasado determinó que los mayores de 18 años, con enfermedad terminal y menos de 6 meses de esperanza de vida, podrían solicitar un medicamento letal.

"Bien morir" y otras iniciativas

Por último, existen zonas en donde se han empleado otro tipos de conceptos que se acercan más bien a lo que se conoce como eutanasia "pasiva", aquella que implica el acto de retirar tratamientos que prolonguen la vida de una persona con una enfermedad terminal por su propio deseo.

En México existe desde 2008 la ley del "Bien Morir" o Ley de Voluntad Anticipada. Tiene como propósito defender lo que desea el paciente antes de morir, si quiere prolongar o no su vida mediante tratamientos médicos. También existe una ley similar en Argentina, aprobada en 2012 y denominada ley de "Muerte Digna". Sin embargo, en todos los casos, la eutanasia y el suicidio asistido son penados.

En Chile, la legislación vigente establece que "la persona que fuere informada de que su estado de salud es terminal, tiene derecho a otorgar o denegar su voluntad para someterse a cualquier tratamiento que tenga como efecto prolongar artificialmente su vida, sin perjuicio de mantener las medidas de soporte ordinario", aunque enfatiza también que "en ningún caso el rechazo a tratamientos podrá tener como objetivo la aceleración artificial de la muerte, la realización de prácticas eutanásicas o el auxilio al suicidio".
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