SANTIAGO.- Asep Sunaria escuchó un fuerte ruido, y segundos después un muro de agua lo tiró de su motocicleta, engulló su casa y el pueblo indonesio de Sukarame, que hasta el sábado por la noche era su hogar. A sus 42 años relata cómo vivió el tsunami que arrasó con la zona entre las islas de Sumatra y Java, que ya deja al menos 373 personas fallecidas y 1.400 heridos.
Según cuenta, se puso a correr con su familia hacia las alturas del pueblo, llevándose únicamente la ropa puesta. "El agua surgió con un sonido fuerte, como de viento: ¡wuuush!", cuenta el sobreviviente a la AFP.
Dice haber tenido suerte. Varios habitantes del pueblo murieron cuando la ola arrasó el sábado las playas del sur de la isla de Sumatra y la extremidad occidental de Java,
sin previo aviso ni advertencia.
El tsunami destruyó más de 700 construcciones, dejando 11.687 desplazados. Según la Agencia Nacional de Gestión de Desastres (BNPB) de Indonesia, 611 viviendas, 69 hoteles, 60 tiendas y 420 barcos resultaron dañados.
"Yo estaba conmocionado. No me lo esperaba en absoluto. ¡No hubo alerta! Al principio pensé que se trataba de una ola causada por la marea, pero el agua subió tanto...", agrega.
Sin previo aviso
Una sucesión imprevisible de hechos y un sistema de alerta temprana deficiente explicarían el número de muertos, según concluyeron los expertos y las autoridades, pues pilló desprevenidos a los habitantes y a los sistemas de vigilancia.
En unos tuits en cadena, borrados más tarde, la Agencia Nacional de Gestión de Catástrofes aseguró que no había "amenaza de tsunami" pese a que la ola ya barría el parte de las zonas afectadas. "La ausencia de sistema de alerta temprana explica que el tsunami no se haya detectado", reconoció el portavoz de esta agencia, Sutopo Purwo Nugroho. "La gente no tuvo tiempo para evacuar", señaló.
373personas fallecieron en el tsunami, según el último balance
Los expertos creen que la ola se creó a partir de un corrimiento de tierra submarino producido por la erupción del
volcán Anak Krakatau, que no activó las alarmas que registran los movimientos sísmicos. El tiempo que transcurrió entre el deslizamiento de tierra en el volcán y el momento en que las olas azotaron la costa fue de sólo 24 minutos.
En el sector de Carita, Muhamad Bintang, de 15 años, vio cómo la ola de casi tres metros de altura se aproximaba. "Llegamos a las 21:00 hrs de vacaciones y de pronto llegó el agua. Todo se volvió negro. No había electricidad", relató el adolescente.
En tanto, en la provincia de Lampung, al otro lado del estrecho, Lutfi al Rasyid, de 23 años, contó a la agencia AFP que huyó desesperado de la playa de Kalianda, para evitar morir. "No lograba arrancar mi moto, así que salí corriendo. Recé y corrí todo lo rápido que pude", aseveró.
Imágenes de televisión locales evidenciaron el momento en que el tsunami golpeó áreas residenciales de Pandeglang, la zona más afectada por el suceso debido a que es uno de los balnearios más visitados por los capitalinos. Escombros y grandes trozos de madera y metal fueron arrastrados por las olas, según relató el diario indonesio Jakarta Globe.
Øystein Lund Andersen, un fotógrafo noruego, estaba en la ciudad de Anyer con su familia cuando se produjo la tragedia.
"Tuve que correr, cuando la ola pasó por la playa y aterrizó a 15-20 metros tierra adentro. La siguiente ola entró en el área del hotel donde me encontraba y derribó los autos de la carretera detrás de él", dijo en Facebook. "Logré evacuar con mi familia a un terreno más alto a través de caminos forestales y aldeas, donde los locales nos cuidan".
En la localidad de Cilurah, Ade Junaedi, otro superviviente, cuenta cómo fue testigo de la furia de la naturaleza. "Ocurrió tan rápido", relata. "Hablaba con un huésped en mi casa cuando mi mujer abrió la puerta, gritando, aterrada. Creí que era un incendio, pero al ir hacia la puerta vi el agua llegar...".
A la espera de ayuda
Sunarti, de 61 años, camina con el agua hasta las rodillas, buscando sus enseres, que han sido arrastrados y dispersados lejos de su casa reducida a escombros. "Mi vida ya era dura. Éramos muy pobres, y ahora esto...", lamentó la mujer residente de la localidad de Sukarame.
Algo similar comenta Nurjana, una joven de 20 años, quien asegura que logró arrancar hacia las montañas tras la llegada del tsunami, pero que su puesto de bocadillos fue completamente destruido por el agua. "Abrí la puerta de inmediato y me salvé. Salté el muro", comentó a la agencia Reuters. "Todo está destruido", agregó.
Ante la devastación, las autoridades han habilitado varios centros de asistencia para las víctimas y desplazados, así como provisiones de comida, agua, medicinas, mantas y otros artículos de emergencia.
Sin embargo, en las zonas más aisladas esa ayuda aún no llega y los habitantes, preocupados, esperan que se les entregue cualquier cosa con qué alimentarse.
"No hemos recibido nada hasta ahora. Algunos se están muriendo de hambre", asegura Sunarti.
Pese a la situación, esta mujer, que como muchos indonesios sólo tiene un nombre, se alegra de que su madre de 100 años haya logrado sobrevivir a la tragedia. La familia se ha refugiado ahora en las alturas, pues las autoridades advierten que hay un riesgo de que se produzcan nuevas olas mortales.
Por su parte, Sunaria sostiene que ahora que sus cercanos están a salvo ha comenzado a dedicarse a la búsqueda de víctimas fatales. "Mi familia está segura, pero mi casa fue destruida, (el tsunami) se lo llevó todo" afirma. "Ahora estoy buscando cuerpos que aún no han sido hallados. Encontramos uno ayer y verificamos los lugares donde podría haber otros", sentenció.
