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Los hechos que marcaron los dos años de Fernando Candia en Malasia tras su sorpresivo regreso a Chile

Condenado junto a Felipe Osiadacz por el delito de "homicidio culposo" en contra de una mujer trans, estuvo preso por 16 meses en Kuala Lumpur, hasta que fue liberado en diciembre. En medio vivió con el miedo de ser sentenciado a la horca.

08 de Agosto de 2019 | 06:00 | Redactado por Ignacio Guerra, Emol
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SANTIAGO.- Un viaje por el Sudeste Asiático que habían soñado por semanas se terminó transformando en una pesadilla que se extendió por poco más de dos años para Felipe Osiadacz y Fernando Candia.

Luego de dar muerte en un confuso incidente a Yusaini Bin Ishak, una mujer trans de 26 años que ejercía la prostitución en las calles de Kuala Lumpur, en agosto de 2017, los jóvenes chilenos empezaron a vivir un verdadero calvario que los mantuvo por 16 meses en una prisión de Malasia.

La justicia del país asiático los condenó por el delito de "homicidio culposo" a pasar dos años en la cárcel, pero gracias al tiempo que ya llevaban privados de libertad y por su buen comportamiento, fueron liberados en diciembre del año pasado.

Y si bien quedaron con orden de arraigo -debido a una apelación de la fiscalía-, Osiadacz llegó a nuestro país en abril, y este miércoles se le sumó Candia, con lo que ambos empezaron a ponerle fin al capítulo más difícil que les ha tocado vivir.

El incidente


El 03 de agosto del 2017, Osiadacz y Candia llegaron juntos a Kuala Lumpur con el objetivo de pasar un día antes de emprender rumbo a Tailandia. Se habían conocido hace poco en Nueva Zelanda, donde ambos aprovecharon la visa de trabajo Working Holiday.

En la capital de Malasia, los jóvenes chilenos se alojaron en el pequeño hotel Star Town Inn, y en la noche decidieron salir a recorrer el sector de Changkat Bukit Bintang, zona conocida por ser muy visitada por turistas.

Eso, hasta que el infierno comenzó: cerca de las 5:20 de la madrugada del 4 de agosto, Bin Ishak los abordó y los siguió hasta el hall del hotel, impidiendo que ingresaran a su habitación. Quería que le dieran dinero. Sin embargo, la situación fue escalando hasta que la mujer empezó a golpearlos, incluso usando uno de sus zapatos como arma.

Para contener la situación, Osiadacz y Candia decidieron inmovilizarla y mantenerla presionada contra el piso hasta que llegara la policía. Pero en medio de ese confuso incidente, Bin Ishak falleció, según consignaron los peritajes posteriores, por falta de oxígeno.

Miedo a la horca


Tras ser detenidos por la policía, los chilenos fueron enviados a Sungai Buloh, uno de los complejos penitenciarios más grandes del país asiático. Fue ahí, en un ambiente completamente desconocido, donde nacieron sus temores más grandes: ser condenados a la horca.

Sabiendo que la justicia de Malasia castiga con la muerte a quienes cometen homicidios, los familiares de ambos dieron inicio a una amplia campaña para tratar de evitar dicha sentencia.

Primero contactaron al Gobierno a través del Ministerio de Relaciones Exteriores. Luego pidieron ayuda en el mundo parlamentario. Gestiones que resultaron clave para darle visibilidad al caso y para recibir respaldo y asesoría jurídica.

Mientras, Osiadacz y Candia trataban de aguantar su estadía en prisión. Los libros y la meditación los ayudaban a sobrellevar el tiempo. Pero afuera, los constantes retrasos para iniciar el juicio volvían la situación cada vez más desesperante.

Juicio y acuerdo con fiscalía


Finalmente, el 2 de agosto del año pasado comenzó el esperado juicio. Las defensas de los chilenos harían todo para evitar el máximo castigo. Pero para eso debian primero negociar con la justicia local, lo que les exigía hacer algunas concesiones.

Tras dos meses de proceso, la fiscalía le ofreció a los estudiantes recalificar el delito de homicidio en primer grado a homicidio culposo (negligente o involuntario), gracias a lo cual podrían evitar la horca. Los chilenos aceptaron y se declararon culpables, a la espera de ser condenados por los tribunales.

Hasta que el 15 de noviembre la justicia emitió su veredicto: dos años de cárcel para ambos, a lo que se le restarían los 16 meses que ya llevaban en prisión. Además, debido a su buen comportamiento, se les rebajó aún más el castigo y fueron liberados el 05 de diciembre, provocando la alegría de sus familias que a esa altura ya habían desembolsado más de $100 millones en gastos operacionales.

Regreso a Chile


El primero en volver a nuestro país fue Felipe Osiadacz, quien arribó a Santiago en abril. Pese a que aún debía cumplir una orden de arraigo nacional, tras una apelación presentada por la fiscalía, el oriundo de Concón hizo oídos sordos a la justicia de Malasia y sorpresivamente se hizo presente en el Aeropuerto Arturo Merino Benítez.

La propia cancillería chilena reconocía que Osiadacz había arribado a Chile sin una autorización correspondiente, pero su propósito era claro: volver antes de un eventual reingreso a la cárcel, lo que buscaba el persecutor del caso.

Casi cuatro meses después, su amigo le siguió el paso ya que este miércoles se confirmó la llegada de Candia a Santiago. También viajó sin obedecer la petición de los tribunales de Malasia, por miedo a que la fiscalía extendiera el juicio y posiblemente pidiera su regreso a la cárcel.

Pese a todo, el oriundo de La Florida dio la cara y frente a los medios leyó un comunicado en que dio por cerrado el proceso. "Estuvimos en el lugar, hora y momento equivocado", resumió.

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