La especialista señala que entre la suegra y la nuera no se espera que haya una amistad profunda, porque no es una relación elegida, sino impuesta por las circunstancias. Pero advierte que es un afecto que se puede ir desarrollando en el tiempo. Aquí entrega claves para lograrlo: "Una política importante para una suegra es dar la máxima libertad a su hijo y su nuera". "La característica esencial de la suegra es la discreción, y de la nuera, el respeto".
02 de Mayo de 2008 | 09:11 |
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"Un suegra de cuidado"
El respeto de la nuera
Cuando la nuera ha tenido una buena relación con su madre y ha podido pelearse con ella en la adolescencia -lo que la ayudará a diferenciarse-, podemos pensar que la relación con la madre de su pareja puede ser más fácil y fluida. Porque ésta es también una figura maternal, es la madre del marido.
Cuando comienza el pololeo es probable que en un primer momento esta mujer joven que llega y acapara el interés, la atención y el amor del hijo se convierta en una figura amenazante para la suegra. Por eso, es frecuente que ésta trate de atraerla y de tenerla a su lado. Es común que en el pololeo las suegras sean cariñosas y preocupadas por sus nueras. Las pueden ver como un riesgo y tratan -de manera inconsciente- de construir un pavimento sólido para una relación futura. También sienten que si no lo hacen puede que el hijo se aleje, es frecuente que las hijas sigan más apegadas a su familia y arrastren a sus parejas hacia su familia de origen.
La principal característica de la nuera en esta relación debe ser el respeto que le guarda a su suegra. Entre ellas no va a existir una amistad profunda, porque es una relación impuesta por las circunstancias; no fue elegida espontáneamente. Pero los afectos se van desarrollando en el tiempo. He visto suegras y nueras que se quieren profundamente, pero eso no significa que sean amigas. Como tampoco las hijas son amigas de las madres. La nuera no debe esperar ser amiga de su suegra; sí pueden tener una relación respetuosa, afectuosa y considerada. Y, sobre todo, sólida en función del proyecto en común.
Cuando la nuera tiene una buena relación con sus padres, cuando está contenta con su vida y especialmente cuando la relación de pareja va bien, puede tomar lo que la suegra le ofrece, eso mejora la posibilidad de la relación. Porque es mejor no esperar algo fuera de lo común de parte de la suegra. Todo lo que reciba de ella lo tiene que tomar como un regalo. Y si esto no fuera así, de ninguna manera puede aspirar a que su suegra sea una segunda madre.
La independencia del hijo
La relación entre la nuera y la suegra va a depender también de la relación del hijo/marido con su madre. Cuando ese hijo no ha resuelto su complejo de Edipo, se puede prever que van a existir dificultades con la nuera, porque él seguirá muy unido a su madre. Cuando la relación de pareja de la suegra no anda bien, esa mujer tiende a aferrarse más a sus hijos, a compensar el vacío afectivo, el abandono. Le cuesta desprenderse de esta relación. En estos casos se puede dar una cierta competencia entre la nuera y la suegra, una competencia ciertamente solapada, en que nadie explicita nada, porque las más de las veces es inconsciente.
Esta situación se torna aún más complicada cuando en la pareja joven hay problemas. Muchas veces la nuera tiende a retirarse y él a acercarse más a su madre. Cuando se producen estos acercamientos madre/hijo y luego la pareja joven empieza a solucionar sus conflictos, la suegra vuelve a resentir el despegue del hijo, siente que lo tiene que volver a entregar.
El hijo/marido también sufre cuando tiene que hacer de intermediario. Esto siempre será perturbador. La suegra y la nuera tienen que formar una relación directa que no pase por él, de esta manera evitan ponerlo en una situación difícil; y él las quiere a las dos, aunque de distintas maneras. A veces el hombre se pone del lado de la mamá, porque la siente más frágil y más necesitada. La nuera siente que pierde y eso puede producir más conflictos. Aquí entra a jugar la sabiduría y la consideración de la suegra, quien tiene que ver los límites, darse cuenta cuando la relación con su hijo interfiere en la relación de pareja de éste.
Y discretamente dejar el espacio libre para la nuera. Pienso que una buena política es que el hijo tenga un espacio de encuentro con su madre sin la nuera presente, un espacio en que él vuelva a ser hijo, de encuentro con sus padres y hermanos. De esta manera entra aire fresco a la relación, se acuerdan de cosas de la infancia, y a la suegra se le calma la ansiedad por estar con su hijo.
La discreción de la suegra
La experiencia de esta suegra como mamá, con sus hijos y con sus hijas, también es primordial. En el caso de que sólo tenga hijos hombres, muchas veces las nueras pasan a ser las "hijas deseadas" que no se tuvo y se pueden tornar invasivas. Las nueras suelen no entender esta actitud y rechazan estas situaciones.
Una política importante que debiera seguir toda suegra es dar la máxima libertad a su hijo y su nuera. Cuando el hijo y la nuera no se sienten agobiados habrá una mejor disposición hacia ella. Nada de ritos impuestos.
Es fundamental que las mujeres mayores tengan su mundo personal armado, de manera que el tiempo y el cariño que le entreguen su hijo, su nuera y sus nietos sean un plus a una buena vida ya establecida y no el eje de sus satisfacciones afectivas. Porque para las personas jóvenes el eje tiene que estar en su propia familia.
Para solucionar los problemas y aclarar conflictos es recomendable que los dos miembros de la pareja conversen con la suegra/madre. Que sólo la nuera hable con su suegra es difícil. Y que hable el hijo, como intermediario, no corresponde. Lo ideal es que los dos le planteen abiertamente el tipo de relación que quieren y esperan llevar con ella.
El tema cambia cuando nacen los nietos; en este momento la suegra se hace necesaria, sobre todo en este tiempo en que la mayoría de las mujeres jóvenes trabaja. Le puede ofrecer a su nuera una ayuda concreta y puntual para algo que es una necesidad. Y también la nuera puede pedir ayuda a su suegra. La mayoría de las dificultades ocurren cuando falla la comunicación.
En general, la suegra y la nuera conversan poco, porque existe el mito de que es una relación difícil, cuando no necesariamente es así. Yo he visto estupendas relaciones entre nueras y suegras. El punto central es que una virtud esencial en una suegra es la discreción; que pueda observar muchas cosas y guardárselas.
Hay un problema cuando es indiscreta, cuando dice lo que está mal y cómo ella lo haría. La suegra tiene que tolerar mil veces, morderse la lengua, mirar para el lado. Tiene que aceptar que a los nietos los estén criando de otra manera, que cada pareja tiene una modalidad de crianza propia para sus circunstancias. Esta actitud es crucial para una buena convivencia. Las parejas jóvenes agradecen que se las considere y que no se las pase a llevar en la crianza de sus hijos.
Por otro lado, a veces la suegra aparece como lejana y desinteresada, lo que puede reflejar una actitud extremadamente cuidadosa. La solución también está en conversar. Pero, concluyendo, muy raramente he visto que por problemas con la suegra se dificulte, en lo esencial, una relación de pareja.