"Si hubiera querido ir a una fiesta de Año Nuevo, no habría podido. Las entradas costaban como 17 lucas y con mi mesada no me alcanzaba", confiesa Piedad Vergara, de16 años, quien recibe $9 mil al mes.
"Siempre me quejo de que es poca plata. Si voy una vez al cine me puedo echar la mitad de la mesada. Si me como un helado más caro con mis amigas, después no puedo además pagarme un almuerzo en el mall. Entonces tengo que dejar pasar algunas cosas porque no siempre me alcanza", explica, aunque reconoce que los gastos básicos los tiene cubiertos por sus padres, y que, más que nada, necesita dinero para salir y comprar regalos. "Igual, nunca me queda nada para ahorrar", asegura.
El caso de Piedad no es extraño entre lo jóvenes chilenos, menos si se toma en cuenta que incluso los niños se están gastando todo lo que reciben. Según el estudio "Niños y poder" realizado por TNS Time, el 60% de los pequeños que reciben dinero no ahorra ni un peso.
Ayuda a crecer
Si a los jóvenes la mesada los complica, a sus padres más. Carolina Ramírez, mamá de Piedad y de otros cuatro niños, lo sabe. "Cada año lo reevaluamos y no lo tenemos tan claro. Un año no les dimos mesada y les entregábamos plata en la medida en que necesitaban. El año pasado volvimos al sistema de mesada, y no hay caso, siempre hay quejas. Es una pelea permanente, sobre todo con la mayor. Hemos cambiado el sistema, pero no hemos encontrado la solución mágica".
La experiencia, sin embargo, dice que esta mensualidad tiene sus ventajas: "La mesada prepara personas más ubicadas y conscientes con el valor del dinero y los gastos familiares", comenta Patricia Fernández Bieberach, psicóloga infanto-juvenil.
El mejor momento para comenzar a entregar este dinero, opina la especialista, es cuando el niño empieza a ir al colegio. "Debe ser un monto pequeño, con el que pueda comprar una golosina, calcular su vuelto, etc., y que le permitirá plantearse mejor, por ejemplo, ante un problema matemático".
Carolina lo ha hecho así: el año pasado, la solución pasó por un monto mensual que dependía de los gastos de cada hijo: a la mayor, Piedad, le dieron $9.000 y le pagaban un plan de celular aparte; la de 14 recibía $10.000, pero tenía que pagarse las tarjetas para el teléfono; al hijo de 11 le daban $2.000; a la de 9, $1.000 y el concho de 5 sólo $500.
Para la psicóloga infanto juvenil María Olga Herreros, al igual que en la vida real, es importante que los hijos se den cuenta de que el dinero no llega sin esfuerzo. "La entrega del dinero tiene que ver con una retribución de trabajo, un buen rendimiento escolar o ayuda en la casa. No se trata de un derecho inapelable".
En cifras |
6 de cada 10 niños latinoamericanos, de entre 6 y 9 años, reciben dinero para sus gastos con regularidad.
57% de su mesada, los niños chilenos la gastan en dulces y chocolates, según el estudio Kids Power, de TNS Time.
34% de la mensualidad la invierten en comprar comida y bebidas. Los otros niños latinoamericanos gastan 17% de ella en ese ítem.
42% de los niños chilenos es razonable en su pedido. Es decir, cuando los padres le dicen que no, entienden y no lo vuelven a pedir. El 20% es gritón, esto es, llora y patalea ante la negativa.
48% de los chilenos que donaron dinero a la Teletón dice que sus hijos influyeron muchísimo en esa conducta.
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Buen uso
Vicente Albayai, de 17 años, supo de esto el año pasado, cuando sus padres decidieron dejar de financiarle cada salida con los amigos por separado y darle una suma única por mes. "Me dan doce lucas, mientras que antes me daban cuatro mil para cada carrete. Y no me alcanza, en verdad", se queja, pese a que esa suma es sólo para financiar las salidas.
"Los traslados los pagan mis papás, porque me daría cargo de conciencia gastar mi plata en micro, es que eso es un desperdicio, porque la mesada es para lo que vale la pena".
La cantidad, dicen las especialistas, depende no sólo de la edad, sino también de la personalidad de los hijos. Si la mesada incluye dinero para todos los gastos directos del adolescente (locomoción, comida, entretención, etc.), dependerá del uso que ellos le den.
"A un adolescente no se le puede dar una cantidad importante de dinero, porque puede significar que en vez de almorzar prefiera comprarse cerveza. Hay que tener cuidado con el exceso de plata, porque puede exponerlo a un consumo que no corresponde", advierte Patricia Fernández Bieberach.
Myriam Cares es madre de dos niñas de 17 y 11 años y a ambas les entrega mesada, aunque reconoce que para ella es fundamental estar pendiente de qué hacen con el dinero: "Yo sé que ellas hacen muy buen uso de la plata. Si una fumara, por ejemplo, creo que le habría rebajado la mesada para que transara otras cosas, pero hasta el momento no ha sido así. Incluso el año pasado le doblé la mesada a mi hija mayor porque puedo confiar en ella. Ahora recibe 10 mil pesos al mes".
En otros casos, pasará que el hijo o hija no quiera gastar ni un peso. "Hay niños más obsesivos, y a ellos hay que 'chasconearlos' un poco y mostrarles la satisfacción que significa poder disfrutar del dinero. Hay que ver cómo es el niño y enseñarle".
Sobre la posibilidad de que ellos aumenten su mesada con trabajos domésticos, Patricia Fernández Bieberach no lo descarta: "No veo problemas siempre y cuando no se transforme en un fanático de la plata que quiera lavar el auto todos los días".