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Marcela Trujillo: La antihéroe que cree que las mujeres tienen el don para el comic

Pintora y dibujante, a través de su personaje Maliki aborda temáticas de las que muchos no quieren hablar por pudor o tabú. Cree que ser honesta y tener sentido del humor es fundamental para poder desarrollar este arte, del cual asegura, no hay que vivir.

17 de Octubre de 2012 | 08:12 | Por María José Errázuriz L.
En su taller quedan muy pocas obras de sus exposiciones anteriores como un óleo de gran formato donde una mamá conejo teje rodeada de sus dos pequeñas retoños. El cuadro es autobiográfico como toda su pintura y comics.

Marcela Trujillo, alguna vez conocida como la Lady Gaga chilena, es versátil y honesta. Destacada artista del circuito nacional, a sus 43 años, puede exhibir un currículum interesante. Desde haber publicado sus primeras tiras en Nueva York, a ser una de las pocas dibujantes censuradas en la revista El Trauko o contar a su haber con dos libros recopilatorios de sus comic, protagonizados por ‘Maliki 4 ojos’.

Vestida con un overol negro, las manos con pintura, termina los últimos óleos para su próxima exposición en Factoría Santa Rosa, que inaugura el 10 de noviembre; atrás han quedado las celebradas en la galería Gabriela Mistral o el MAVI, entre otras.

Maliki, su personaje más famoso, ha ido creciendo con ella: en sus orígenes era una joven delgada con dos ampolletas en la cabeza que le dan la apariencia de cachos; hoy es una mujer más madura que sigue cuestionándose la vida, luego de pasar por varias relaciones de pareja, el matrimonio, el divorcio y la maternidad. De NY pasó a ‘The Clinic’ y hoy está en la revista ‘El Desconcierto’.

Marcela reconoce que desde chica acumulaba dibujos en croqueras, pero que su educación en cinco colegios de monjas –las últimas de hábito- la hicieron plantearse en algún momento tomar los votos. Ya en cuarto medio se inclinó por la filosofía, pero era evidente que debía confluir en licenciatura en artes en la Chile.

Sin un peso, partió a Nueva York en 1996. Se ocupó como niñera los siete años que vivió allá y entre medio, estudió inglés, primero, y luego pintura en el Art Students League. Regresó, pero al tiempo migró a Hamburgo hasta que resolvió retornar definitivamente con sus hijas, hoy de 8 y 6 años.

Sin agente, ni galería, trata de mantener la pintura como hobby porque dice –y es lo que le transmite a sus alumnos de la universidad- que el arte no debe ser la fuente de ingreso (los suyos son las clases y talleres que dicta). “Hay que liberar al arte de esa carga”, dice.

-Te mueves entre la pintura y los comics, ¿en qué te sientes más en tus anchas, porque en el comic tienes que generar un texto?
“Tanto en la pintura como en los comics yo pongo un texto. En ese cuadro están mis hijas conmigo y hay una historia personal. Todo ha sido autobiográfico, entonces cuando empecé con los comics me fue fácil ponerle textos. Quizás por eso me desbordé tanto con las tiras contando las relaciones con mis pololos, ahí conté cosas muy íntimas y conscientemente quise traspasar los límites.
“Estando en NY leí muchos libros de mujeres que contaban su vida íntima sin pudor y me cuestioné por qué no podía hacerlo yo. No es algo que se me haya ocurrido a mí”.

Tras sus 4 años de estudio en NY anduvo media perdida porque no sabía hacia dónde quería derivar y no tenía contactos con el circuito de galerías como para hacerse un espacio. Lectora frecuente de comic no dudó en seguir ese camino y nació, el 2000, Maliki que partió como la historia de una soltera que vive a lo “sex and the city” pero sin un peso y que aún así lo pasa bacán.

-Maliki es bien liberal.
“Totalmente, siempre lo he sido y siempre lo seré, a pesar de haber sido criada en forma muy estructurada en colegios católicos. En mi familia se conversan todas las cosas sin problemas y se aceptan las opiniones y acciones que son reñidas por la sociedad. En mi casa no está el ‘de eso no se habla’, independientemente de que mis padres no estén de acuerdo”.

-¿Tu discurso es feminista?
“Sí, no milito en ningún movimiento pero creo mucho en defender los derechos de la mujer porque desde hace algunos años se ha presentado como tema en mi pintura; la necesidad de entender mi realidad como mujer en esta sociedad. Desde que me separé y mi carga fue más pesada me di cuenta lo complicado que es para la mujer rendir satisfactoriamente frente a ella y los demás como esposa, madre, trabajadora, hija, amiga. A nosotras se nos exige mucho y aceptamos, acá en Chile, ese peso… queremos ser flacas, bonitas, buenas esposas, mamás, serviciales, perfectas. Por eso nos deprimimos mucho”.

-¿Ha ido madurando la Maliki?
“Después que me casé comencé el comic ‘Maliki mamá’, pero duré sólo tres años y me separé. Claramente el personaje ha ido madurando, por obligación, hay que hacerlo. Ahora los temas que toco no sólo me incumben como persona, mamá, protectora de mis hijas, sino que tiene que ver con la sociedad donde estoy. Mi próximo comic es sobre Kidzania, porque llevé a mis hijas y lo encontré terrible, con cero creatividad, puro consumismo y antes a lo mejor no me importaba, pero ahora sí. Lo mismo que el tema de los abusos sexuales, porque me tocó que había un profesor que abusaba de niños en el colegio de mis hijas.
“Ahora que soy adulta abordo los temas con los que me toca lidiar que son sociales, como el hecho de que soy profesora a honorarios, no tengo salud y es parte del debate sobre educación”.

En todo este tiempo Maliki ha ido, figurativamente cambiando. Cuando empezó tenía menos de 30 años y era flaca porque hacía dietas y ejercicios; después de los embarazos, recuperó algo de peso y el personaje ha ido mostrando todos esos cambios.

-¿Crees que el comic debe dejar un mensaje?
“Son narraciones, una historia, no son dibujos subjetivos y lo que sostiene al comic es eso. Hay algunos que son más experimentales, más plásticos o estéticos, pero lo que yo hago es autobiográfico, se sostiene en una narración”.

-¿Por qué no te gustan los comics de súper héroes?
“Nada… no veo películas ni de Batman, Superman.
“Es verdad que Maliki partió como una superheroína, pero imitando las de Miyazaki que no tienen poderes sobrenaturales –hay algunas excepciones- pero que sí tienen el poder del amor. Los súper héroes son pretensiosos, vanidosos, masculinos; incitan a la competencia y tratan de definir quién es más fuerte y quién es débil, dividen al mundo en buenos y malos y su visión es muy estrecha. Están creados para hacer sentir al lector una persona importante, para que sientan la superioridad y a mí no me interesa eso. No me interesa ganar, me interesa vivir, lograr cosas con tiempo, paciencia, trabajo”.

-¿El comic es un mundo para mujeres? Porque hay pocas.
“En Chile muy pocas, pero muchas afuera. Hay una dibujante colombiana que hace Power Paola que es un gran ejemplo y también está la Sol Díaz que hace novela gráfica. Es un medio fértil para las mujeres porque nos encanta hablar, contar historias, pelar, copuchar, compartir nuestras emociones mediante la conversación; hacemos infidencias y aunque algunas son reticentes, siempre habrá a quien contarle sus cosas y bueno, ahora, se tiene a los psicólogos a los que se les paga para que te escuchen.
“Creo que la mujer domina mucho más la narración que el hombre, de hecho la tradición de los cuentos viene por ellas. Ahora el tema es que hacer un comic es súper complicado, es un trabajo lento y nosotras tenemos muchas cosas que hacer a la vez”.

-¿No te sientes sobreexpuesta? Nunca te generó pudor, pero hoy ¿no te genera conflicto?
“La verdad es que no hablo de un tema si no pasa por mi vida. No me interesa dar opinión de cosas ajenas; me gusta hablar de algo que experimenté.
“Me siento más sobrevendida que sobreexpuesta, porque tengo muchas cosas que hacer. Nunca me ha generado conflicto, excepto un par de veces –en El diario íntimo de Maliki hablé de mi separación y le tuve que pedir disculpas a mi ex esposo-, pero todo lo contrario, sólo cosas buenas: la gente que los lee me agradece que lo haga porque se siente identificada. Además, en todo eso hay humor y reírme un poco de mí misma aliviana cualquier cosa.
“Cuando empecé a contar mi vida lo hice en una actitud bien punky, de contarlo todo sin medir las consecuencias, pero después no lo seguí haciendo y empecé a mostrar cómo veo la vida. Sé que todo lo que me pasa se puede transformar en comic; como cuando hablé de mi separación y no era sólo por eso, sino abordar cómo una mujer lleva un fracaso en su vida”.

Marcela Trujillo está en este momento abocada a sacar el segundo tomo de El diario íntimo donde nuevamente las relaciones de parejas, la maternidad, el sexo están presentes, así como la muerte. “Nada en la vida es tan secreto, a todos nos pasan cosas bastante parecidas, pero vivimos en una sociedad muy temerosa del qué dirán, donde la gente guarda las apariencias”.

“Creo que hay que ser honesto, en todo, no sólo en mis pinturas, con mis hijas, padres, amigos y alumnos y tengo sentido del humor, trato de ver el lado positivo de las cosas. Aunque nos enseñan a rendir cuentas y estamos educados de esa manera, lo que me mueve a hacer las cosas es la responsabilidad que tengo frente a lo que vivo y nada puede transformarse en un problema. Todo tiene un lado positivo”, afirma.
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