LA HABANA.- La visita a Cuba del Presidente ruso, Vladimir Putin, quien arriba este miércoles por la noche a la isla, enfatizará la cooperación comercial y financiera, pero La Habana tratará de lograr compromisos de inversión y financiamiento, y no sólo buenas intenciones.
Putin, el primer Presidente de Rusia que visita el antiguo aliado de Moscú desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, tratará de darle un nuevo aliento a una relación económica que no es más que un pálido reflejo de lo que antes fue. Su anfitrión, el Presidente cubano Fidel Castro, no ha olvidado ni perdonado cómo el derrumbe soviético puso fin drásticamente a tres décadas de solida alianza económica y dejó a la isla al borde de la ruina.
Cuba sobrevivió a la recesión, pero se vio obligada a buscar nuevos socios internacionales, con lo que ahora Rusia se encuentra relegada, después de España, Canadá y Venezuela, en los intercambios comerciales con Cuba. Al final de esta visita, está previsto que Putin y Castro firmen un amplio acuerdo económico que fijará las metas en comercio bilateral y cooperación para los próximos cinco años.
Otros acuerdos incluirían un tratado para evitar la doble imposición y un acuerdo de cooperación en el ámbito sanitario. Moscú está tratando de expandir la relación más allá de los todavía significantes pero erráticos intercambios anuales de petróleo ruso por azúcar cubana, que han mantenido los vínculos bilaterales vivos en la última década.
"Ese es nuestro trabajo, ampliar nuestras relaciones para que no se traten sólo de azúcar por petróleo", dijo Oleg Podolko, director de la oficina comercial de Rusia en La Habana, a Reuters. Podolko señaló, por ejemplo, las recientes exportaciones rusas a la isla de productos como vehículos ligeros, maquinaria, recambios, fertilizantes, que se han incrementado en un 30 por ciento en los dos últimos años.
Pero Podolko afirmó que las cuestiones financieras, como la ausencia de seguros y de mecanismos de créditos para apoyar las exportaciones, son un obstáculo para aumentar el comercio con la isla. El problema del financiamiento, unido a la extensa deuda cubana con Rusia (calculada en 20.000 millones de dólares), son temas que se espera que sean discutidos durante esta visita.
También sobre la mesa estará al menos una propuesta del gigante minero ruso Norilsk Nickel para acabar una planta de níquel en la isla que dejaron incompleta los soviéticos. Otros proyectos de construcción soviética que buscan socios extranjeros son una refinería en Cienfuegos o una controvertida planta nuclear que quedó sin acabar en 1992.
Tanto Moscú como La Habana han anunciado su interés en crear una empresa mixta para finalizar esta planta nuclear de Juragua. Pero aún no está claro de dónde vendrán los 600 millones de dólares necesarios para acabarla. Funcionarios cubanos, a pesar de que acogen positivamente los esfuerzos de reactivar los vínculos, no esconden su escepticismo sobre la capacidad de Moscú de llevar a la práctica sus promesas.
"Con el deseo sólo no se puede, hace falta financiamiento", dijo un funcionario que prefirió mantenerse en el anonimato. Mientras que los inversores canadienses y europeos dominan los 370 proyectos abiertos al capital extranjero en la última década, la primera empresa mixta rusa-cubana, de reparación de locomotoras de la industria azucarera, apenas acaba de empezar. Y ambos países ni siquiera se ponen de acuerdo sobre el volumen de negocio bilateral, estimado en 900 millones de dólares por los rusos y en 427 millones por el Banco Central de Cuba para 1999.