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Expertos alertan sobre nuevo problema nutricional: la obsesión por comer sano

La ortorexia puede derivar en desnutrición, anemia, pérdida de masa ósea, falta de vitaminas y minerales, debilidad y un alto riesgo de infecciones.

18 de Mayo de 2007 | 13:03 | EFE

MADRID.- Psicólogos y nutricionistas han levantado su voz para alertar de un nuevo problema alimenticio denominado ortorexia o la obsesión por comer productos sanos, dado el creciente número de personas que comienzan a sufrir este trastorno, que afecta ya a un 2% de la población en países como EE.UU.


Javier Aranceta, premio Grande Covián 2007 y profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, dijo que en España no hay estudios sobre el número de personas "esclavizadas” por esta patología, si bien se percibe una "moda emergente" de "autistas alimentarios, abocados a la infelicidad".


Constató que es un "fenómeno creciente" que, con el paso de los años, puede equipararse a otros problemas de salud como la anorexia, la bulimia o la obesidad, salvo que se tomen medidas preventivas para frenar su progresión, entre las que destacó la educación desde la infancia en hábitos alimenticios sanos.


Cuanto más "severa" es la obsesión y si se excluyen alimentos básicos, prosiguió el experto, la ortorexia puede derivar en desnutrición, anemia, pérdida de masa ósea, falta de vitaminas y minerales, debilidad y un alto riesgo de infecciones.


Algunos de los síntomas que pueden advertirnos de que algo no marcha bien, indicó la psicóloga clínica Elena Borges, son "pasar horas en el supermercado" leyendo la composición de los alimentos e inclinarse únicamente por aquellos ecológicos, probióticos, dietéticos, integrales, sin aditivos, y con garantías de que no contienen conservantes, pesticidas ni herbicidas.


Dedicar gran parte del día a decidir meticulosamente qué se va a comer, evitar actos sociales, comidas o cenas para no "caer en la tentación" de ingerir otro tipo de productos, pesar los alimentos y sentirse "enormemente culpable si uno se salta las normas" son indicios preocupantes, en opinión de la especialista.


La falta de autoestima y el miedo al fracaso son otros condicionantes que acompañan a estos pacientes, apostilló, cuyo número se incrementa día a día en las consultas.


Los expertos apelan a otros factores que han desencadenado esta tendencia, tales como el denominado "culto al cuerpo" y la invasión publicitaria de productos supuestamente sanos o enriquecidos.


Aranceta afirmó que el ortoréxico se "atiborra" de un número determinado de productos funcionales con el objetivo de estar sano, mientras que deja de consumir "el 80% de otros que son más saludables y básicos para el organismo".


Los afectados, en muchos casos "hipocondríacos y excesivamente rígidos en sus comportamientos", terminan por sufrir excesos de determinadas sustancias mientras que carecen de otras fundamentales.


En Estados Unidos, cuyas tendencias se exportan al resto del mundo, han cobrado fuerza las campañas sobre el daño de los alimentos genéticamente modificados y sobre la amenaza de enfermedades como la de las "vacas locas", hasta el punto de que es el país que posee un mayor número de supermercados ecológicos.


El doctor resaltó que lo mejor para tener una alimentación sana es la "variedad", porque sólo en ella "está la posibilidad de adquirir todos los nutrientes".


Destacó que, "además de la pérdida de tiempo que conlleva medir al milímetro lo que se come", tampoco es fácil encontrar productos ecológicos y éstos conllevan un elevado costo para la cartera, hasta quince veces superior al gasto de una persona normal.


"Actualmente vivimos en una sociedad de apariencia y de un culto desleal a todo lo material, relevando casi a un último plano el qué es realmente cuidarse", sentenció la psicóloga clínica.


Borges subrayó que el organismo es "amplio, completo y complejo", y adujo que por eso su cuidado requiere "nociones pragmáticas, coherentes y equilibradas".


La doctora comentó que "la vida es mucho más flexible y dinámica en todos sus aspectos", y confesó que "centrarla en la meticulosidad de la comida" produce, al menos, "malhumor, malestar y desasosiego, y resta salud física y mental".


Como consejo para estas personas, planteó un cambio escalonado de hábitos alimenticios que "seguro costará, pero es cuestión de ganas y voluntad", y "no esperar a enfermar para recurrir al cambio".


"Hay que tratar este problema tomando conciencia de por qué se está centrando su vida en comer de esta forma", explicó Borges, quien abogó por "fortalecer la autoestima" de estos enfermos, "valorando aquellos aspectos de su persona que no están cultivando y encajando bien sus errores y defectos".


Es necesario, concluyó, que reflexionen sobre las dañinas consecuencias que les pueden producir estas conductas y también "ampliar su círculo de amistades", si es posible "con personas optimistas, positivas y con un buen sentido del humor".

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