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“El sonido del piano se perdió por completo” 21/05/2000

21 de Mayo de 2000 | 00:00 |
La artista española integra el ciclo "Grandes Pianistas 2000" que comienza este martes 23 de mayo, en el Teatro Municipal. En conversación con "Artes y Letras", se refiere al deterioro de la calidad de los pianos; al énfasis que hoy se pone en el volumen y la rapidez, y a las características de la escuela pianística de Enrique Granados.

Por Juan Antonio Muñoz H.
(21/05/2000)


"La música es realmente lo que me lleva en la vida, pero no es mi problema dejar de tocar en público. De hecho, siempre hubo alguien que me empujó a hacerlo", dice Alicia de Larrocha.


Alicia de Larrocha tenía seis años cuando dio su primer recital. Ya entonces era alumna de Frank Marshall, continuador de la escuela de Granados, quien la condujo por los caminos de la música y la puso en contacto con lo mejor de la creación española de su tiempo.

Heredera natural de su maestro, Alicia de Larrocha (1923) es la pianista española más connotada del siglo XX y una mujer vital que declara sin más que ella nació en el piano y que no entiende su vida sin música. Una artista famosa por la delicadeza de su toque, cuya alma vibra con el canto wagneriano y con la profundidad de Brahms, y que levanta su voz para hacer escuchar un grito de auxilio por el sonido que ya no existe. Al fin, una mujer alerta y dispuesta a hablar de los efectos del hecho musical en su naturaleza y que, una vez advertida que se apronta para ella un interrogatorio, deja las cosas bien claras:


"Le agradezco mucho su llamado, pero me gustaría que dijera que esto fue una charla con Alicia de Larrocha y nada de interviews o cosas parecidas", enfatiza al teléfono desde Ginebra.


- Pero me imagino que puedo hacerle algunas preguntas.


- Claro que sí, pero por favor no escriba que esto es una entrevista. "Charlamos con Alicia de Larrocha" me parece mejor.


- Muy bien. Usted fue alumna de Frank Marshall. ¿Qué elementos le aportó él en relación a la tradición interpretativa de Enrique Granados?


- El fue parte de la escuela de Granados. Mi maestro me enseñó de una manera muy particular porque yo era una niña muy pequeña. Tenía 3 años apenas. El fue muy cuidadoso y me fue haciendo avanzar en el repertorio lentamente. Partió con pequeñas cosas; luego Bach, Mozart... Toqué una pieza infantil de Granados cuando tenía seis, pero no volví a hacerlo hasta los 17 ó 18 años.


"Si usted me habla de la tradición de Granados en particular, yo la recibí también de mi madre y, especialmente, de mi tía Carolina, que era pianista. Ambas estudiaron con Granados, de manera que para mí su música es como parte de mi familia. Era algo que se hablaba y se hacía en casa. Yo nací en el piano. Aparte de todo eso, mi padre era violinista y un hermano de mi abuelo paterno, Alfredo Larrocha, fue director de la orquesta de San Sebastián por muchos años".


- ¿Qué caracteriza el piano de Granados?


- Su personalidad era su piano. El era un hombre de una gran sensibilidad y de una poesía enorme. También era muy variable. Siempre digo que más improvisaba que componía propiamente. Su idioma era la música y era un gran pianista también; conocía a fondo las posibilidades del piano como instrumento.


"Ahora estamos haciendo una nueva edición de su obra; muchas de sus partituras no fueron nunca editadas con las correcciones que él mismo hizo. Esa edición va a salir el año 2001, cuando se cumplen cien años de la Academia, y contendrá las indicaciones que dimos mi maestro, mi madre, mi tía Carolina, quien me enseñó hasta que falleció, y yo. Mi maestro fue el continuador de la escuela de Granados y al fallecer me dejó su Academia".


- Esto de la improvisación a que usted se refiere no es solamente, entonces, relativo a su forma de acercarse al piano, sino también a su manera de componer.


- Le contaré que una vez se resolvió a tocar "El Pelele" (se refiere a una de las páginas de "Goyescas", que evoca la contemplación de la escena del tapiz de Goya), obra que le parecía muy difícil de ejecutar. Le dijo a mi maestro que le pasara las páginas, pero pronto comenzó a improvisarlo todo, desde el comienzo hasta el fin: no tocó nada de lo que estaba escrito, pero era "El Pelele".


"La vida toda de Granados era un poco así. Era muy expresivo; cualquier cosa de la naturaleza que lo sorprendiera llegaba al piano. Las mujeres, por ejemplo, que le encantaban. Si había visto una mujer guapísima, iba y la describía en el piano. Era muy espontáneo y, al mismo tiempo, poético y romántico".


- Todo esto debe implicar una gran libertad para sus intérpretes.


- Exactamente, mucha libertad. Pero es por eso mismo que Granados es tan difícil. En la primera época fue distinto, pero más adelante, cuando empezó con "Goyescas" (1911), se puso así. Granados era un admirador de Scarlatti, de quien revisó 26 sonatas inéditas, y de Schumann, y el resultado de "Goyescas" es que uno debe tener la técnica de un clavecinista, también la técnica de un romántico y el ritmo y el sabor de un español. Y nada menos que de un español romántico, porque "Goyescas" es de Madrid, no de Andalucía. Entonces, pues es muy difícil...


- Granados (1867-1916) y Albéniz (1860-1909) forman parte del mismo filón cultural. ¿Tratan ambos al piano de manera similar o hay cosas distintas que atender en el caso de cada uno?


- Absolutamente nada en común. Nada en absoluto. Granados, como digo, es romántico cien por cien. Y Albéniz fue un gran-gran-gran buscador de técnicas y sonidos nuevos. "Iberia" es un verdadero monumento en eso, con influencia impresionista. Albéniz tiene, además, mayor aporte del sur de España, de Andalucía. El ambiente lo distingue mucho. En cambio, Granados es de Madrid.


- ¿Observa relaciones entre los impresionistas franceses y el carácter de estos españoles?


- No. En carácter, no. Debussy estaba influenciado mucho de España, pero nada más en sus Preludios, en pequeñas cositas, "La muchacha de los cabellos de lino"... Pero la forma de escribir las armonías, el sonido, el ambiente sonoro, tiene algo de Albéniz solamente, pero nada de Granados ni de Manuel de Falla.


- ¿En la música española contemporánea hay obras para piano que le interesen?


"Siempre hay cosas nuevas, pero pienso que la música española como tal se terminó. Hoy la música tiene un carácter muy universal, con un énfasis en lo serial. Si me pregunta por obras para piano, que yo sepa últimamente no hay cosas demasiado interesantes.


Ruido y espectáculo


- ¿Está de acuerdo con la interpretación de obras del siglo XVII y XVIII en piano?


"En eso hay muchas discusiones, pero si pensamos en toda la grandiosidad de la música de esos siglos, sería una pérdida tremenda no poder hacerlas. Además, si los compositores del XVII escribieron así fue porque no tenían otros instrumentos, pero qué hubiera pasado si hubieran vivido en nuestros días: pues habrían escrito para nuestros instrumentos. Seguro que les hubieran gustado más.


"Esta obsesión que hay en la actualidad por los instrumentos antiguos me parece bien para mostrar un poco cómo eran esos conciertos. Y digo un poco, porque nunca será igual".


- Manuel de Falla (1876-1946) compuso un "Concerto para clavicémbalo y cinco instrumentos" (1923-26) dedicado a la clavecinista polaca Wanda Landowska, lo que es una especie de reconocimiento al mundo sonoro antiguo...


- (ríe) Bueno, Falla escribió eso en el clavicémbalo de mi maestro, porque él no tenía. Viajaba de Granada a Barcelona a pasar temporadas con él y allí lo probaban. Y era mi maestro el que lo tenía que estrenar, pero después no pudo ser y lo hizo Landowska.


- ¿Usted ha tocado esa obra alguna vez?


"Sólo he tocado lo que está escrito para clavicémbalo o piano. Y lo he hecho en piano. El primer movimiento y el último van bien en piano; el segundo, no. Ese es exclusivamente para los efectos de la sonoridad del clavicémbalo. Y en eso sí que es es cierto que hay cosas que están escritas sólo para ese tipo de instrumentos.


- ¿En qué piano le gusta tocar?


"En el que está en buen estado, lo que, como sabrá, es una cosa muy-muy rara. Yo siempre toco en Steinway, pero eso no quiere decir que sea el único posible. Lo que es cierto es que poquísimas veces están en buen estado; desgraciadamente, vivimos en una época en que el verdadero técnico de los pianos, el artista de los pianos, ya no existe, se acabó. Todo es ir a ganar rápido el sueldo y nada más.


- ¿Qué se ha perdido junto con este técnico-artista?


- En los instrumentos de hoy día el sonido se perdió por completo. Si hubieran vivido ahora los románticos no sé qué hubieran hecho.


- ¿A qué se debe todo esto?


- Cada día las salas de concierto son más grandes, tres mil, cuatro mil personas. Y cada día el público exige más ruido, más tocar de prisa, más espectáculo. Los pianistas jóvenes exigen un piano que pueda llegar hasta allá arriba, a las 4 mil personas, y hacen el sonido estridente y ruidoso, sin ninguna calidad y sin ninguna nada. Yo, que siempre he tocado Steinway, fui a la casa central de Hamburgo y les dije que cómo puede ser posible que hagan esta calidad de pianos ahora. Me respondieron que los jóvenes los piden así. O sea que es eso.


"Me gustaba cantar Wagner"


- Usted lleva una vida entera junto al piano, ¿qué le aportó el piano a usted como mujer?


- Mire, en realidad el piano es el piano y qué duda cabe de que fue y es muy importante para mí. Pero, en el fondo, es la música lo fundamental. Si yo no hubiera tenido piano, habría buscado otra cosa. Yo quería ser cantante y cantaba y todo, pero el piano pudo más. En fin, es la música a través del piano, y ha sido y es toda mi vida. No concibo mi vida sin música. Todo lo que soy como mujer está unido con ella.


- ¿Qué prefería cantar?


- ¡Ah!, grandes óperas y sobre todo Wagner. Soy una gran entusiasta de Wagner. No del belcanto. También me gusta mucho Schumann y los Lieder de Brahms. Todo eso me encantaba. Después, al trabajar con cantantes, he seguido cerca de la voz.


- ¿Le gusta acompañar voces?


- Colaborar con las voces, no acompañar. Los pianistas no acompañamos ni a un violinista ni a un cantante: colaboramos con ellos. Me gusta y lo he hecho mucho. Con Victoria de los Angeles hacemos muchas cosas juntas. Tenemos nuestros muchos añitos, pero la música nos mantiene.


- ¿En qué momento de su carrera siente que está?


- No me doy cuenta de si he hecho o no una carrera. Eso es algo que para mí no cuenta, nunca le he dado importancia. Lo único que me importa es la música y nadie me forzó a hacerla.


- ¿Hay algo que pudiera hacerla dejar de interpretar en público?


"Dejar el público... Me da no sé qué decirlo.... Mire, la música es realmente lo que me lleva en la vida, pero no es mi problema dejar de tocar en público. De hecho, siempre hubo alguien que me empujó a hacerlo. Especialmente mi esposo, que empezó cuando era mi novio. El se llamaba Juan Torra, era también pianista y fue subdirector de la academia hasta que murió, hace 18 años. Tuvimos dos hijos, un varón y una niña, y muchas veces él se quedó ocupándose de las cosas de casa y de los niños. Recién casados, no nos alcanzaba para vivir; de manera que él se dedicó a enseñar y yo a viajar... Desde su muerte yo seguí adelante por una especie de rutina, porque me llaman los empresarios... En fin, no es interpretar en público lo que me mueve sino la música misma.

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