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Impresionista, ecléctico y sintético

Con Juan Pablo Izquierdo a la cabeza, la Temporada dedicada al maestro Fernando Rosas presentó obras de gran popularidad y mestizajes: Claude Debussy, Darius Milhaud y Kurt Weill, cuya "Ópera de tres centavos" fue coreada por el público.

13 de Julio de 2009 | 15:59 |
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Nuevamente Juan Pablo Izquierdo condujo a una agrupación orquestal por rumbos correctos. Sus versiones fueron aplaudidas por el público en el Teatro Oriente.

El Mercurio

Un ciclo del más alto nivel es el que está presentando la Fundación Beethoven en la llamada Temporada Internacional Fernando Rosas 2009. Bajo la dirección del maestro Juan Pablo Izquierdo escuchamos a la Orquesta de Cámara de Chile en un atractivo programa dedicado a tres de los más importantes compositores de música contemporánea que representan corrientes muy características del siglo XX: el impresionismo de Claude Debussy, la tendencia ecléctica de Darius Milhaud y la síntesis clásico-popular obra de Kurt Weill.

A pesar de que se trataba de un programa poco usual, la sala se vio colmada de un público que al final se rindió cantando en las repeticiones, producto de la fuerza expresiva de la suite de la “Ópera de tres centavos”, de Kurt Weill, cuyos textos pertenecen a Bertold Brecht. Esta obra ha sido llevada muchas veces a escena. Pareciera pertenecer al inconciente colectivo, pues muchos espectadores seguían casi de memoria las inmortales melodías de Weill.

De corte definitivamente popular, la pieza teatral recrea el ambiente decadente político- social de la Alemania de los años ’20. Sus personajes son maquetas de los bajos fondos, algo que necesariamente debe verse reflejado en una propuesta teatral que no es el caso de esta “suite” sinfónico vocal,  pues se trata de una versión de concierto. Aquí su aproximación al estilo debe ser de acuerdo a ello, cuestión válida para cantantes y orquesta.

En este sentido Juan Pablo Izquierdo logró un estupendo resultado en los músicos de su orquesta, los que se adentraron en el espíritu popular que la envuelve. Para ello contó  con una serie de músicos invitados, incluido parte del Cuarteto Villafruela en saxofones. Tampoco podríamos obviar el notable trabajo de varios instrumentistas en sus partes solistas.

Cuatro solistas recrearon los personajes. Se trata de la soprano Catalina Bertucci, la contralto Pilar Díaz, el tenor Gonzalo Tomckowiack y el barítono Patricio Sabaté, y sólo podríamos objetar en esta oportunidad la actuación del profesional Tomckowiack, quien tuvo un rendimiento vocal inobjetable pero muy alejado del espíritu casi vulgar de sus personajes. Los cantó con una apostura elegante cercana al lied.

Catalina Bertucci, en cambio, asumió cabalmente sus roles con vestuario y peinado, incorporando gesticulaciones que acentuaron su estupenda interpretación. Su hermosa voz pasó desde lo íntimo hasta lo extrovertido, en una clara demostración de los avances que ha conseguido en sus estudios en Alemania. Pilar Díaz asumió su rol cantando incluso en un buscado estilo popular, cercano a lo decadente, a veces casi distorsionando su voz, en otra faceta como profesional. La musical soltura de Patricio Sabaté le llevó a encarnar sus personajes con enorme vitalidad y bastante ironía. El enorme goce de Izquierdo frente a la obra se transmitió al público, que eufórico “tarareó” los dos encores.

En la primera parte se escuchó la versión de cámara del “Preludio a la siesta de un fauno” de Claude Debussy. En él llama la atención la incorporación del piano como uno de los instrumentos, lo que por momentos sorprende. Sin embargo lo predominante fue el bello sonido orquestal, y el carácter melifluo-impresionista. Se observó ahí un excelente manejo de los contrastes y fraseos logrando ambientes casi ensoñados.

Luego vino “La creación del mundo” de Darius Milhaud, que sólo utiliza un cuarteto de cuerdas en la orquestación, dos violines, chelo y contrabajo, en contraposición a las maderas, los bronces y la percusión, creando una combinación timbrística de gran interés con el saxofón en una gran relevancia el saxo (a ratos pareció un concertante), otorgándole los elementos irónicos. Izquierdo supo captar muy bien los elementos de carácter popular, en los que el jazz no está ausente. Aún más: en algunas secciones hay un evidente homenaje a Gershwin (“Porgy and Bess”). El ecléctico lenguaje se completa con el uso maestro de contrastes y la participación de varios instrumentistas en solos de gran factura.

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