1. Los inicios: no se llamaba Sandro
Sandro en realidad no es Sandro. Iba a ser Sandro desde el momento en que nació el 19 de agosto de 1945, pero los funcionarios del registro civil argentino no lo permitieron. Entonces se llamó Roberto. De pila, Sánchez de apellido. Vivió en los suburbios del Gran Buenos Aires, en Lanús. A los 13 años ya era un muchacho fuerte y sus padres olvidaron que había tenido que permanecer en una incubadora al nacer porque sólo pesó un kilo 800. A esa edad además dejó sus estudios secundarios para trabajar y ayudar a sus padres. Era hijo único. Es la época en que comienza a escuchar y a cantar boleros, valses peruanos, pasodobles y tangos. El rock and roll llegaría poco después, cuando apareció el hombre de la pelvis enloquecida en televisión. Entonces Roberto Sánchez llegaría a su primer grupo de guitarras eléctricas: Los Del Fuego (1961), donde no cantaba sino que tocaba la primera guitarra: "Gracias al rock dejé las calles, las navajas y las cadenas, y agarré una guitarra. Dejé la campera de cuero y las pandillas. El rock me salvó de que fuera quizás un delincuente".
2. El Elvis sudamericano: Argentina hizo plop
Charly García escribió una línea para la canción "Mientras miro las nuevas olas" del grupo Serú Girán que decía "te acuerdas de Elvis / cuando movió la pelvis / el mundo hizo plop / y nadie entonces podía entender / qué era esa furia". Si se altera Elvis por Sandro y el mundo por Argentina, la historia es la misma. Enfundado en un traje de lycra negro, sus caderas se movieron igual que las del Rey del Rock. "Cuando hago los movimientos sensuales en el escenario siento que abajo, en la platea, deben de haber 450 mil ratones corriendo carreras. ¿Qué miran esas chicas? ¿Qué necesidades tienen? ¿Qué vacíos? Me intrigan", dijo Sandro en 2006. Cuando el grupo Los Del Fuego pasó a llamarse Sandro y Los Del Fuego en 1963, él ya se vestía como Elvis. Y ya se movía como Elvis. Algo que había ensayado en el colegio, en un acto de la independencia, cuando imitó a Presley y se ganó una ovación. Pero Sandro iría más allá con las convulsiones. Su estilo fue la adopción de modo de seducción sexual abierta. Fue conocido entonces en Argentina como "el Elvis criollo" y en el subcontinente como "el Elvis latino".
3. El mito: Sandro, el gitano
"Gitano" se llamó una de sus más populares películas. Sandro, el gitano, se transformó en su nombre completo cuando ya hubo que empezar a perfilar su leyenda de cantante salvaje, opuesto a la figura ingenua y correcta de un Palito Ortega en la misma época. Pero el origen gitano del astro no está demostrado en ninguna biografía atendible. Hijo de Vicente Sánchez e Irma Nydia Ocampo, nació en una maternidad del barrio bonaerense de Parque Patricios y creció como un niño argentino más, callejeando por Valentín Alsina, otra localidad próxima a Buenos Aires. El mito sí volvió a figurar en su carrera una y otra vez, como cuando en 2004 reapareció en escena con el espectáculo "La profecía", sobre la historia de un grupo de gitanos y con canciones alusivas como "Zíngara" y "Cara de gitana". Y para la posteridad está esa película de 1970 que le dio el bautismo, en cuyo reparto aparece nuestro conocido Walter Kliche y donde el gitano se devora con sus labios carnosos a la actriz Carmen Sevilla.
4. Las nenas: Latinoamérica a sus pies
Las fanáticas de Sandro en los años '60 fueron conocidas como "las nenas". Tenían tanto o más poder que el propio pop star argentino. Fue uno de los fenómenos más interesantes en la vida de Sandro. Las nenas estaban en todos los países de Latinoamérica como un club de fans regional y transversal. Un rito sagrado era el ofrecimiento de lo que en Argentina llaman bombacha (calzón), un trofeo para Sandro. "El teatro empezó a temblar. Pensé que era un terremoto. No, eran las 'nenas' liberando endorfinas", narraría una de estas fanáticas más jóvenes al presenciar la euforia colectiva en uno de los conciertos de Sandro. Hoy las nenas originales ingresaron en sus sesenta años. Algunas tienen 50 y hay nenas para renovar las generaciones de fanáticas. Muchas siguen peregrinando a la casa del artista en el suburbio de Banfield.
5. Las canciones: carne trémula
La carrera disquera de Sandro parte con un primer single en 1963 y se extiende hasta fines de los '80, pero la flor y nata de su cancionero se concentra entre 1968 y 1973, en un catálogo de al menos una docena de canciones. Están la intimidad melódica de "Porque yo te amo", el juramento de "Como lo hice yo" y el ritmo juvenil de "Una muchacha y una guitarra" (todas de 1968), seguidas de la balada "Me amas y me dejas", la melancolía de "Penas", la electricidad de "Tengo" y la voz trémula de "Así" y "Rosa… Rosa" (de 1969). La serie no termina ahí, porque vienen la tibia "Trigal" (1970), la íntima "Te propongo" (1970) y la salvaje "Mi amigo el puma" (1970).
6. Las películas: un crimen que no cometió
Como Elvis, Sandro pasó raudamente de las sesiones fotográficas y las canciones, a las películas. Más que verlo y escucharlo por separado, su público necesitaba sentirlo y la industria cinematográfica argentina vio en el artista una nueva fórmula de éxito. Sandro realizó 16 películas a partir de 1969. La primera fue "Quiero llenarme de ti", e inmediatamente después protagonizó "La vida continúa". El éxito de los filmes traspasó las fronteras argentinas: Venezuela, Puerto Rico, Santo Domingo, Costa Rica, Ecuador, México y hasta la parte latina de los Estados Unidos. Ahora Sandro era "Sandro de América". En 1970 estrenó dos películas más que están incorporadas a su catálogo de grandes triunfos: "Muchacho" y la citada "Gitano" (donde interpreta a un gitano latinoamericano llamado Roberto Vega acusado de un crimen que no cometió).
7. Su generación: la competencia
Fue una oleada de solistas para la platea femenina la que campeó desde fines de los años '60 en el mundo de la canción popular. Desde un belga como Adamo y un francés como Hervé Vilard hasta un italiano como Nicola di Bari, desde un brasileño como Roberto Carlos hasta oleadas de españoles como Raphael, Nino Bravo, Joan Manuel Serrat, Julio Iglesias, Camilo Sesto o Manolo Galván. Y la Argentina de Sandro también fue una cantera. Del mismo tiempo del gitano son Leonardo Favio, el hombre de la voz viril tras éxitos como "Fuiste mía un verano" y "Ella ya me olvidó"; Leo Dan, popularizado por "Te he prometido", "Cómo te extraño, mi amor" y "Celia"; Yaco Monti, iniciado con "Siempre te recordaré", y sobre todo Palito Ortega, también cantante y actor de cine, popularizado por canciones simples como "La felicidad". Es la postal de una época, en la que Sandro emerge como el número uno de su tiempo.
8. Sandro y Charly: rompan todo
Los músicos inteligentes aprenden de sus mayores. En 1992, Charly García y Pedro Aznar recuperaron el clásico de Los Shakers, escrito por Hugo Fattoruso en 1964, y se la entregaron a Sandro, una muestras de respeto y de conocimiento del modo operativo de la estrella argentina. La canción por sí misma mueve caderas. Se llama "Rompan todo" y fue uno de los máximos momentos del aclamado disco Tango 4. La letra quemaba. Y en el vibrato de Sandro resultó más eficaz aún: "Si quieres bailar, si quieres sentir / abriendo de par en par tu pobre corazón / No busques más allá / porque yo estoy aquí / y dilo ya si es que se trata de mí".
9. El tributo: los herederos
El rock argentino y latinoamericano rindió tributo al maestro con su propio homenaje: el álbum Un disco de rock (1998), firmado por gente como Attaque 77, León Gieco y Virus, entre otros. Ahí cantan y tocan Los Fabulosos Cadillacs una versión de "Porque yo te amo" sollozada por Vicentico entre cuerdas y bronces, mientras los colombianos Aterciopelados recrean "Penas" y los chilenos Javiera & los Imposibles clonan guitarras a lo Radiohead para reinventar "Así" con bases electrónicas de Cristián Heyne. A su vez, Los Visitantes contaminan de rock a "Trigal"; Erica García traduce "Quiero llenarme de ti" a pop de guitarras, Divididos metalizan a "Tengo", Bersuit Vergarabat festivaliza a "Una muchacha y una guitarra" y los mexicanos Molotov rapean sobre "Mi amigo el puma".
10. La declinación: su última batalla
Fue en 1997 cuando Sandro empezó a demostrar que la nostalgia podía llegar a ser tan fuerte como el éxito original. Entre ese año y el siguiente el cantante abarrotó más de cuarenta veces el teatro Gran Rex de la capital argentina. Pero al mismo tiempo afloraba la noticia del enfisema pulmonar que incubó desde que empezó a fumar, a los diez años, y que lo tuvo encerrado y oculto del mundo entre 1996 y 1997. Diez años más tarde, la enfermedad ya afecta a su corazón y en 2008 se empieza a considerar la necesidad de efectuar un transplante para salvar su vida. Mientras crece la expectación entre sus fans, aun resuena la frase con la que se presentó hace diez años, antes de una de esas gloriosas temporadas en el Gran Rex: "Soy como el sable de San Martín: viejo y torcido, pero todavía doy batalla".