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Vida al fin del mundo: Una familia chilena haciendo soberanía en Cabo de Hornos

El cabo de la Armada Carlos Heredia, su esposa y sus dos hijos no saben de tacos ni delincuencia, pero sí de la fuerza del viento y de los rigores de la zona más austral del planeta.

21 de Enero de 2008 | 14:44 | Rolando Martínez, Corresponsal de El Mercurio

ISLA CABO DE HORNOS.- No tienen vecinos ni supermercado cerca. Menos tráfico vehicular ni delincuencia. Están felices porque descansarán un año de los problemas cotidianos, porque vivirán solos en la casa del faro Cabo de Hornos en isla Hornos, a 57 metros sobre el nivel del mar y desde donde dominan un hermoso paisaje, donde soplan fuertes vientos y se respira absoluta soledad.


Es la familia integrada por el cabo segundo de la Armada, Carlos Heredia, su esposa Verónica Oyarce y sus pequeñas hijas Valentina, de 5 años y Fernanda, de apenas uno.


Llegaron hace poco más de un mes a la isla Hornos dispuestos a asumir múltiples tareas: él como alcalde de mar, meteorólogo y encargado de mantener el control del tráfico marítimo, mientras que ella además de ser dueña de casa debe apoyar a su esposo en las labores habituales y también se convirtió en guardaparques de la Conaf debido a que la zona del Cabo de Hornos es reserva de la biosfera desde 2005.


En la oficina, instalada en su misma casa, ella atiende también el pequeño local de souveniers que en esta época es visitado por cerca de doscientos turistas que llegan en dos o tres cruceros semanales que pasan por la zona en tránsito a la Antártica.


El cabo Heredia sabe que permanecerán hasta enero del próximo año y advierte que será difícil volver a reinsertarse en la ciudad: “Afuera, en el continente, las cosas están muy malas. La delincuencia. Por cualquier cosa están matando. Hay mucha delincuencia”, comenta.
Optó por el aislamiento por mejor expectativa económica y afirmar el lazo de vida familiar. Lo más difícil en el inicio de su destinación ha sido acostumbrarse a los vientos que llegan a intensidades cercanas a los 240 kilómetros.


Verónica Oyarce admite que a pesar de la rigurosidad del clima y lo aislado se siente feliz. La casa dispone de todas las comodidades, buena calefacción y bien protegida. Sus únicas conexiones con el resto del mundo son la televisión satelital e Internet.


La tranquilidad de su hogar se revolucionó el sábado en la mañana con la llegada del buque de transportes Aquiles de la Armada, a bordo del cual llegó la Presidenta Michelle Bachelet.


La mandataria les regaló un equipo reproductor de dvd y un set de películas, además de un cajón con variedad de frutas frescas. Las pequeñas recibieron juguetes, libros de cuentos y materiales para pintar.


La pequeña Valentina era la más feliz y le regaló un dibujo a la Presidenta, manteniéndose cercana a ella en todo momento, aunque también estaba ansiosa por abrir sus regalos.


Vivir en el fin del mundo


Diariamente se levantan a las seis de la mañana hasta la medianoche o una de la madrugada. Cuando llegan los cruceros generalmente los turistas desembarcan a las 07.30 horas para visitar el monumento al Albatros que evoca el alma de quienes murieron en su intento por cruzar el Cabo de Hornos y el mismo faro y la capilla Stella Maris.


Luego de atender a los ocasionales visitantes se preocupa del almuerzo y por la tarde llena formularios de CONAF para mantener el control de las personas que desembarcan en la isla. También debe contestar la radio cuando su esposo está fuera de la casa atendiendo otras tareas.


Su hija Valentina cursará este año kinder y su madre deberá enseñarle para que luego la menor sea evaluada por internet o por la visita de algún evaluador del ministerio de Educación.


Las menores saben que no deben salir al exterior y sólo lo hacen acompañadas de su madre o padre, pero generalmente el viento se encarga de impedir que ellas salgan solas.


La principal entretención para las menores es la televisión y muchos juegos. Si se enferman reciben la asistencia médica radial desde Puerto Williams o de lo contrario serían evacuadas por buque o helicóptero.


Verónica dice que llevan poco tiempo y la soledad aún no la sienten porque casi todos los días llegan turistas en los cruceros, pero sabe que vendrá el invierno donde primarán los días oscuros y la soledad.

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