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Siles y la prometedora generación del 80

Mauricio Electorat (reciente ganador del Premio Biblioteca Breve de Seix Barral), Bárbara Délano, Gregory Cohen, Pablo Brodsky, Alejandra Basualto y Cristián Montes, fueron algunos de sus compañeros.

01 de Julio de 2004 | 10:34 | Por Felipe Ossandón/El Mercurio en Internet

El poeta chileno Andrés Morales fue compañero de curso de Siles en la universidad y compartió con él su vocación y sus inquietudes.
SANTIAGO.- En marzo de 1980, en la sede de La Reina, Juan Ignacio Siles pasó a formar parte de una prometedora generación de estudiantes de letras, de los cuales muchos se destacarían más tarde en sus respectivas opciones artísticas.

Gregory Cohen, Pablo Brodsky, Alejandra Basualto, Cristián Montes, Mauricio Electorat (reciente ganador del Premio Biblioteca Breve de Seix Barral), Bárbara Délano, fueron algunos de los compañeros de Siles durante sus años de estudio.

De entre ellos, sobresale la relación que el actual canciller mantuvo con el poeta chileno Andrés Morales, por esa época un entusiasta estudiante y un ávido lector, actualmente un galardonado poeta y ensayista chileno (ha recibido el Premio "Manantial" de la Universidad de Chile, el Premio "Miguel Hernández" al mejor poeta joven latinoamericano, 1983, la Beca Pablo Neruda 1988 y la Beca de escritores de la Fundación Andes 2001, entre otros premios).

Su primer encuentro con Siles, Morales lo recuerda así: "Hicimos contacto en un curso de teoría literaria. Me acuerdo que los dos estábamos un poco extrañados porque éramos grandes lectores de literatura, pero no captábamos muy bien la materia. No estábamos acostumbrados a mirar la literatura como una disciplina casi científica. Lo nuestro era más bien un acercamiento desde el ámbito artístico".

A partir de ese primer encuentro, Morales y Siles empezaron a conversar con frecuencia y a intercambiar opiniones. Rápidamente se hicieron grandes amigos. "Fue el mejor amigo que tuve en esa época", afirma el poeta, quien hasta hoy conserva un excelente recuerdo del actual canciller: "Tenía un sentido del humor muy fino. Era muy irónico cuando quería serlo. Pero al mismo tiempo era un tipo muy serio. Un trabajador incansable, muy meticuloso, bastante grave, pero en el buen sentido de la palabra. Siempre fue un excelente alumno, de hecho competíamos un poco con las notas".

Pero su amistad se extendió más allá del ámbito académico. Fue junto a Morales que Siles comenzó a participar en las actividades extraprogramáticas de la universidad.

"Teníamos excelentes tertulias, diálogos, discusiones, lecturas", recuerda Morales, con quien Siles editó diversas publicaciones. "Primero sacamos ‘Hojas de literatura’, que eran unas hojitas casi clandestinas donde se publicaron cuentos y poemas de Juan Ignacio, de Bárbara Délano, de Alejandra Basualto".

Un poco después se embarcaron en el proyecto "Esperpentos" que contó con algo más de apoyo de la universidad, pero que tampoco duró demasiado. "Desde ninguna parte se veía con buenos ojos la creación artística, mucho menos la reflexión, porque era peligroso", recuerda Morales, quien asegura que Siles no le hacía el quite al tema político: "No nos era ajeno el discurso político, pero considerábamos que no sólo había que hablar sobre política, sino también hacer vida cultural. Obviamente criticábamos profundamente el sistema que estábamos viviendo, pero considerábamos que tampoco se trataba de una batalla campal, y tampoco debíamos tener un enfrentamiento tan radical. Amábamos profundamente la universidad y él siempre tuvo la camiseta muy bien puesta".

Fuera de la universidad, Siles también compartió bastante con su inseparable amigo Andrés.

"Era un gran melómano. No tocaba ningún instrumento ni cantaba, pero sí compartíamos el interés por la música. Íbamos mucho a conciertos. Compartíamos también la afición por el cine. Íbamos al Normandie, que en esa época quedaba en la Alameda. Creo que dentro de las posibilidades de la época, teníamos una vida cultural bastante intensa".

-¿Se manifestaba ya en esa época su vocación diplomática?
-Lo conversamos varias veces. Nos preguntábamos por nuestro futuro laboral. Por un lado teníamos la posibilidad de seguir en la vida académica. En esa época (y durante mucho tiempo) él era colaborador en periódicos bolivianos, en la sección literaria. Pero siempre ponía como posible opción la carrera diplomática. Él tenía una formación familiar en ese sentido. Le gustaba desde chico, tenía un ejemplo muy cercano.

-¿Alguna vez manifestó su posición con respecto al tema limítrofe?
-El año 80 se cumplía el centenario de la Guerra del Pacífico y me acuerdo que una noche conversé con él sobre este tema. Pero cosas como: "Y pensar que hace 100 años nuestros países estaban en guerra…", pero nada más. Él siempre tuvo un gran cariño por Chile. A lo mejor ahora no se nota tanto porque defiende los intereses de su país. Pero nunca sentí de su parte algún resquemor ni rabia por la pérdida del litoral.

-¿Sigues manteniendo contacto con él?
-Ahora menos que nunca, pero hasta hace un tiempo sí manteníamos contacto. No tan fluido como hubiéramos querido, pero siempre se ha mantenido la amistad. Él es un excelente amigo. Una gran persona.
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