Toda madre debe observar con atención ciertos síntomas anormales que pueden indicar la presencia de alguna complicación. Se debe consultar inmediatamente por cualquier tipo de sangrado sin importar su volumen; por cansancios extremos; disminución de los movimientos del feto (se debe tener en cuenta que los ciclos de vigilia-sueño del feto duran dos horas); restricción del crecimiento intrauterino, observable a través del tamaño del abdomen; contracciones sin encontrarse en fecha de término el embarazo; dolores de cabeza frecuentes con dificultades de visión y audición y aumento de la retención de líquido en la cara y las manos.
Varios de los síntomas anteriores pueden dar la alerta temprana frente a una eventual preeclampsia (hipertensión de la madre) (ver infografía); una diabetes gestacional (que hace crecer en forma desmedida al feto debido a una intolerancia al azúcar) y que puede ser manejado con una dieta; y una placenta previa (ubicada en la base del útero sobre el cuello) que puede provocar un parto prematuro y por lo tanto, requiere de reposo.
Una mujer que tiene una historia de pérdidas anteriores, de parto prematuro y malformaciones, así como alguna patología crónica (problemas al corazón o riñones) debe controlarse en forma frecuente para no aumentar sus riesgos.
Malformaciones fetales
Los avances de la medicina permiten detectar a través de una serie de exámenes, pero especialmente, el ultrasonido cualquier malformación congénita en el feto y preparar así a los padres para los meses que restan del embarazo y el nacimiento de su hijo.
El doctor González asegura que es una obligación informar de los problemas presentados a los padres y dar, durante todo ese tiempo, apoyo psicológico a la pareja.
El Plan Auge comprende dentro de las patologías el tratamiento por malformaciones cardiacas, espina bífida y labio leporino que son las de mayor incidencia. Para ninguna de ellas se recomienda la realización de cirugías intrauterinas, porque todas pueden tener tratamiento adecuado después del parto.