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Bancarrotas japonesas hacen desconfiar de la recuperación

En julio quebraron 1.814 empresas japonesas, que dejaron un pasivo de 1,2 billones de yenes (unos 10.029 millones de dólares), lo que representa un incremento interanual del 61,1 por ciento, según el instituto privado de estadística Teikoku Data Bank.

14 de Agosto de 2002 | 08:20 | EFE
TOKIO.- El aumento en un 15,8 por ciento de las bancarrotas de las empresas japonesas en julio centra la atención de los expertos en la salud financiera de la banca local y confirma las dificultades de una recuperación económica que no se consolida.

En julio quebraron 1.814 empresas japonesas, que dejaron un pasivo de 1,2 billones de yenes (unos 10.029 millones de dólares), lo que representa un incremento interanual del 61,1 por ciento, según el instituto privado de estadística Teikoku Data Bank.

Las bancarrotas corporativas son la primera fuente de impagados que acumula desde la década pasada la banca comercial nipona y a los que se atribuye el inicio de un ciclo negativo que ralentiza la economía en su conjunto.

El denominador común de las bancarrotas de julio es la recesión, con factores como el descenso de ventas y exportaciones, además de la dificultad en cobrar su facturación.

El número de empresas cotizadas en bolsa que se han declarado en bancarrota en lo que va de año asciende a 24, un nivel sin precedentes desde el máximo de 14 registrado el año pasado.

Las autoridades financieras instan a los bancos a acelerar la liquidación de créditos impagados cuyo volumen, según el propio Gobierno, tardará aún dos años en remitir.

Los créditos incobrables subieron en el ejercicio 2001 a 43,21 billones de yenes (unos 360.000 millones de dólares), frente a los 33,63 billones (280.000 millones de dólares) del año anterior, y el volumen no se normalizará hasta el 2004, según las autoridades bancarias locales.

El incremento se atribuye a las cada vez más estrictas inspecciones de las autoridades financieras, que obligan a liquidar más créditos incobrables de los que las entidades prevén.

La recesión ha restado un 8,5 por ciento al índice selectivo Nikkei de la bolsa de Tokio en lo que va del año y si se compara con el inicio de la década pasada, cuando terminó el período de especulación inmobiliaria conocido como la burbuja económica, el descenso es del 58 por ciento.

Los bancos japoneses poseen altos volúmenes de acciones en sus empresas clientes, la mayoría en sectores afectados por la depreciación bursátil como la construcción, las inmobiliarias, los mayoristas y los minoristas y las empresas financieras no bancarias.

Pese al escepticismo de muchos analistas, las autoridades financieras aseguran que el coeficiente de solvencia de los bancos japoneses promedia un 10 por ciento, por encima del 8 por ciento exigido por la banca mundial para las entidades que operan a nivel internacional.

Según el Gobierno, la solvencia de los bancos demuestra que no hay necesidad de auxiliar con fondos públicos a la banca, un sector que debe su supervivencia a los millonarios auxilios estatales inyectados a finales del siglo pasado.

Fue precisamente el dinero público el que obligó a crear mecanismos más estrictos de vigilancia de la gestión bancaria como las inspecciones de la Agencia de Servicios Financieros que presionan a los bancos a hacer más rigurosa su clasificación de deudas, en especial las de grandes firmas sumidas en crisis prolongadas.

El ciclo de reducción crediticia y quiebras empresariales repercute en la tasa de desempleo, que superó el 5 por ciento el año pasado y que aún no da señales de mejorar.

Las medidas oficiales, que por su lentitud dejaron ya de figurar en los análisis económicos como factor de negociación, han sido reemplazadas por la incertidumbre ante la economía de Estados Unidos, el principal comprador de las exportaciones niponas y que, como en otras ocasiones, determinará el futuro inmediato de la segunda economía del mundo.
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