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Maestrías de ayer y hoy

En su tercera visita a Chile desde el insólito debut de 1994 en un escenario instalado en el estacionamiento de un mall del barrio alto, el guitarrista de jazz confirmó sus credenciales entre el público nacional, alternando equilibradas dosis de bop y groove, y presentando a ese astro de la batería que se llama Bill Stewart.

08 de Septiembre de 2011 | 11:28 |
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Autonomía de vuelo. John Scofield explora los límites del cuarteto en brillantes segmentos de improvisación solística.

Purojazz.com

Músicos de jazz como el pianista Chick Corea y el violinista Jean-Luc Ponty han convertido sus recientes conciertos en Chile en verdaderas máquinas del tiempo a los años de “The House of Viceroy”. Pero esta vez no fue el cuarteto del guitarrista John Scofield el responsable de hacerlo, sino un cuarteto de estúpidos instalados en la fila Q del Teatro Nescafé de las Artes.

La influencia de una botella de ron barato y venenoso hizo que estos tipos, cercanos a sus cuarenta años, se comportaran como si tuvieran veinte en un contexto que no era en absoluto el desprolijo Estadio Chile de los primeros ’90, sino un recinto acondicionado para audiciones reales y no un griterío innecesario. Todo eso no hubiera pasado de una simple anécdota, hasta folclórica tal vez, de no ser por el cuasi delito de agresión que uno de estos subnormales ejecutó contra el propio John Scofield. Al finalizar el concierto, le pidió la mano para saludarlo y luego de que el guitarrista se la cedió, el personaje intentó botarlo del escenario de un tirón. Impresentable.

Scofield es un caballero, por lo tanto sólo atinó a pedir calma para luego rematar su show en el único bis, con una adaptación de “The Guinness spot”, escrita junto a Joe Lovano en los buenos primeros años, durante un paso por Belfast. El nuevo cuarteto de Scofield viene picando desde atrás, actualizado a las necesidades del público de hoy que pide música limpia pero también experiencias de ritmo y groove. Siempre con la figura referencial de Bill Stewart, un baterista superior, sideman histórico del guitarrista, de quien Scofield se había preocupado de alertar sobre su categoría los días previos a este concierto. Con sobriedad e ideas frescas, pulso, ritmo y sorpresas, Stewart fue un capítulo aparte.

El grupo funciona en la operativa del intercambio en cuatro frentes, aunque queda muy de manifiesto que entre Scofield y Stewart la maquinaria funciona a gran rendimiento. El contrabajista Ben Street, de buen sonido y una función estratégica en el conjunto, completa el sistema, del mismo modo en que Mike Eckroth se suma al conjunto como nuevo componente, claro que esta vez más bien para aportar el color y para liberar a Scofield de demasiadas tareas administrativas en el plano armónico.

Así, simplemente como solista, el guitarrista tiene espacio para improvisar en largos pasajes, con ese sonido de guitarra que pareciera a punta de la interferencia eléctrica, tan identitario suyo. Piezas del antiguo disco de jazz-rock y fusión Still warm (1986) y del baladístico A moment’s peace (2011), marcan los extremos de una larga historia musical expuesta por Scofield en este escenario en un lapso de dos horas ante un público capitalino siempre atento a los temas expuestos y los solos de improvisación, y siempre participativo en los segmentos de funky music, como en la exquisita “Groove Elation”, una de las especialidades de la casa.

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