En 1978 el mundo fue remecido por la noticia de que en Gran Bretaña un feto había sido concebido utilizando una técnica de fertilización asistida; Louise Brown, la primera guagua de probeta, nació en julio de ese año sin que su madre presentara problemas en el embarazo.
Desde entonces, la medicina ha desarrollado diferentes métodos de fecundación asistida que son clasificadas según su grado de complejidad; en las de baja complejidad se encuentran aquellos tratamientos ambulatorios que no requieren de anestesia y sus costos son menores, mientras que en los de alta se ubican todas aquéllas que requieren de un procedimiento en pabellón con la aplicación de anestesia.
En estos años de investigación científica, más de cinco técnicas de fertilización asistida se han desarrollado, pero en la actualidad, a lo menos en Chile, sólo se usan tres. (ver infografía).
De hecho, la conocida como GIFT o transferencia de gametos, que se realizó en los noventa, se practica en forma esporádica en casos de infertilidad de causa desconocida y la razón es que resuelta poco efectiva. En este procedimiento se inducía la poliovulación de la mujer y mediante una cirugía se obtenían dichos gametos; luego, éstos se colocaban en un catéter junto a los espermios del hombre y se transferían a las trompas de Fallopio, sin esperar el proceso de fecundación.
También se utilizó, en su momento, la inseminación intravaginal, pero fue descartada por igualmente ineficiente.
El gineco-obstetra Cristián Miranda explica que la técnica de baja complejidad que se usa en la actualidad es la Inseminación Intrauterina asociada a la Hiperestimulación Ovárica Controlada (HEOC). En este procedimiento se administran medicamentos orales o inyectables a la mujer para provocar una poliovulación. El día de la ovulación el hombre entrega una muestra de sus espermios, desde donde se seleccionan los mejores y éstos son introducidos en el útero de la mujer en una intervención simple y ambulatoria.