Más de alguna mujer ha sentido un dolor en su zona pélvica que no puede descifrar. Algunas veces, esa sensación responde a lo que se denomina dolor menstrual, es decir, un dolor normal, no crónico y cíclico (todos los meses) que antecede o procede a la menstruación.
Este dolor es exclusivo de la regla y se le denomina dismenorrea. Su explicación se encuentra en un reflujo del sangrado menstrual hacia las trompas de Fallopio y no es síntoma de una patología per se.
Sin embargo, existen otros dolores que sí responden a una enfermedad.
El dolor pelviano consiste en una sensación sensorial y emocional desagradable que se relaciona con daño de tejidos potencial o real y se localiza en el área de la pelvis, es decir, la parte anterior del cuerpo desde el ombligo hasta la porción superior de los muslos y la parte posterior desde la cintura hasta la parte inferior de los glúteos.
Según explica el gineco obstetra Rodrigo Lema, este dolor puede ser agudo cuando su duración es menos a un período de un mes y representa un síntoma de una enfermedad determinada o puede ser crónico cuando dura entre 6 o más meses, es acíclico, y en sí es la enfermedad, o sea, no es un síntoma.
Las causas de este dolor pelviano pueden ser múltiples ya sea problemas en los aparatos reproductor femenino, urinario o gastrointestinal, o en los músculos, ligamentos o huesos. Las estadísticas señalan que una de cada 7 mujeres lo sufre en su faceta crónica en algún momento de su vida y su mayor incidencia es durante la edad reproductiva de la mujer, es decir, entre los 18 y 35 años.
Entre las causas ginecológicas más frecuentes se encuentran la endometriosis (en un 33%), adherencias (en un 27%), miomatosis, adenomiosis, retroversión uterina y congestión pelviana. Un 35% no presenta ninguna causa ginecológica, es decir, puede ser por diverticulitis o hernias.
Las adherencias son formaciones de tejido fibroso que se producen entre dos superficies, ya sea órgano a órgano, pared a pared y órgano a pared como de ovario a trompa o de trompa a intestino.