Las adolescentes chilenas quedaron sin gargantas en 1998, pues debieron repartir sus gritos entre Paolo Meneguzzi y los Backstreet Boys, llegados a Chile poco antes de la cumbre de su carrera. Apoyados en una mayoría de bases pregrabadas, Howie D., Kevin, Brian, A.J. y Nick fueron excesivamente cautos para presentar un repertorio que hubiese brillado de pulir mejor los pulsos negros que sostenían canciones como “Everybody” y “Quit playing games”. Sorprendidos ellos mismos con la histérica recepción en este país tan lejano –dos mil fans fueron a recibirlos al aeropuerto-, los Backstreet Boys miraban con ojos demasiado abiertos al Monstruo, y hasta sus pasos de baile parecían asustados.
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