Lo que muchos analistas presagiaban se hizo realidad. El sector del consumo en China entró en deflación y los precios de fábrica continuaron bajando en julio, mientras la segunda economía del mundo se esforzaba por reactivar la demanda y aumentaban las presiones para que Pekín aplicara medidas de estímulo más potentes.
Los últimos registros revelaron que
el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del gigante asiático registró una baja de 0,3% interanual al séptimo mes del año, según informó este miércoles la Oficina Nacional de Estadísticas. Se trata del primer descenso desde febrero de 2021.
En tanto, el Índice de Precios a la Producción (IPP) se contrajo 4,4% en julio, retrocediendo por décimo mes consecutivo y más rápido que la caída prevista de 4,1%.
Con esto, China se convirtió en la primera economía del G20 que informa un desplome interanual de los precios desde la última lectura negativa del IPC general de Japón en agosto de 2021. Este escenario ha empujado los temores de que el gigante asiático esté entrando en una fase de crecimiento mucho más lenta, similar al periodo por que atravesó Tokio, a medida que deja atrás lo que alguna vez fue una vigorosa recuperación post pandemia.
"Para China, la divergencia entre la industria manufacturera y los servicios es cada vez más evidente, lo que significa que la economía crecerá a dos velocidades en el resto de 2023, especialmente a medida que resurja el problema en el sector inmobiliario", dijo Gary Ng, economista senior de Asia Pacífico en Natixis, a Reuters.
"También muestra que el repunte económico de China, más lento de lo esperado, no es lo suficientemente fuerte como para compensar la menor demanda mundial y elevar los precios de las materias primas", agregó.
Cabe mencionar que los precios cuesta abajo de China contrastan con la inflación paralizante que han experimentado la mayoría de las principales economías, y que ha obligado a los bancos centrales a subir rápidamente las tasas de interés.
Poca actividad
La recuperación económica de China perdió impulso en el segundo trimestre, poniendo en riesgo el objetivo de crecimiento de Pekín para el año y aumentando las preocupaciones sobre una desaceleración de la economía mundial.
El segundo trimestre, el Producto Interno Bruto (PIB) creció a un ritmo más lento de lo esperado de 6,3% en comparación con el mismo período del año anterior, cuando docenas de ciudades chinas estaban bloqueadas, pero apenas por debajo del 1% respecto del primer trimestre.
Los datos intensificaron los llamados a más estímulo para la economía china y ahora la atención se dirige a una reunión del Politburó del Partido Comunista que se realizará este mes y que decidirá las políticas económicas para el resto del año. Sin embargo, Pekín ha insinuado que las medidas de estímulo de este año probablemente serán de escala limitada, lo que refleja su objetivo de crecimiento relativamente modesto de alrededor del 5% para el año.
Comercio exterior se desploma
El comercio de China también se desplomó en julio debido a que la desaceleración de la demanda mundial nubló las perspectivas para las exportaciones, mientras que las presiones internas pesaron sobre las importaciones y afectaron la recuperación económica.
De esta forma, los envíos al extranjero cayeron un 14,5% en términos de dólares el mes pasado respecto al año anterior, la peor caída desde febrero de 2020, mientras que las importaciones se contrajeron un 12,4%, dijo el martes la administración de aduanas. Eso dejó un superávit comercial de US$80.600 millones para el mes. Las cifras de exportación e importación fueron peores de lo que esperaban los economistas encuestados por Bloomberg.
La caída más profunda de las importaciones "es un reflejo de la débil demanda interna", dijo Zhang Zhiwei, economista jefe de Pinpoint Asset Management Ltd a Bloomberg, añadiendo que "el consumo general y el crecimiento de la inversión probablemente se mantuvieron bastante débiles en China".
Inversión extranjera también se contrae
En tanto, la inversión extranjera en China cayó al nivel más bajo en 25 años en el segundo trimestre, lo que alimentó las preocupaciones sobre cuánto las tensiones geopolíticas y la desaceleración de la economía pueden dañar la confianza empresarial.
Los pasivos de inversión directa, un indicador de la inversión extranjera directa en China, se desplomaron a solo $4,9 mil millones en el período de abril a junio, según las cifras publicadas por la Administración Estatal de Divisas el viernes.
"También muestra que el repunte económico de China, más lento de lo esperado, no es lo suficientemente fuerte como para compensar la menor demanda mundial y elevar los precios de las materias primas"
Gary Ng, economista senior de Asia Pacífico en Natixis
Eso fue un 87% menos que en el mismo período del año pasado y fue la cantidad más pequeña en cualquier trimestre en datos que se remontan a 1998. "La caída en la medida de la IED es alarmante", dijo
Michelle Lam, economista para China de Societe Generale SA, a Bloomberg.
"Eso podría significar que todavía hay nuevas inversiones, pero algunas empresas están reinvirtiendo menos de sus ganancias existentes", ya que las empresas hablan más sobre la "diversificación de la cadena de suministro", agregó.
Los datos de SAFE, que miden los flujos netos, pueden reflejar las tendencias en las ganancias de las empresas extranjeras, así como los cambios en el tamaño de sus operaciones en China, según los economistas.
Crisis inmobiliaria
Otro de los factores que ralentiza la economía es la grave crisis del sector inmobiliario chino. Un gran número de empresas del sector presentaron problemas de liquidez a comienzos de 2021 debido a las políticas del Gobierno y la desconfianza de los compradores, lo que se tradujo en una caída en los precios de las viviendas.
Durante los tres primeros meses del año, la inversión en promoción inmobiliaria cayó 7,9%, mientras que las cifras de ventas de propiedades comerciales mostraron un descenso de 5,3% medidas por área de suelo, un indicador que ya se había desplomado un 24,3% en 2022.