El Estrecho de Ormuz, un angosto paso marítimo entre Omán e Irán, es mucho más que una simple franja de agua. Es una arteria crucial para el comercio global de petróleo, por donde transita una parte significativa del suministro energético mundial: En promedio, 21 millones de barriles diarios y alrededor del 20% del crudo mundial anualmente.
Por eso, la amenaza de Irán de que podría cerrar esta vía en represalia a los ataques israelíes levantó las alarmas a nivel mundial, agitando a los mercados y elevando los temores de una crisis energética mundial. Los precios del crudo, del hecho, ya han reaccionado con potentes alzas ante la creciente tensión geopolítica.
Con aproximadamente 54 kilómetros de ancho en su punto más estrecho, el Estrecho de Ormuz conecta el Golfo Pérsico con el Mar Arábigo y, consecuentemente, con los océanos del mundo.
Su importancia radica en que es la única vía marítima para la mayor parte de las exportaciones de petróleo de países como Arabia Saudita, Irak, Irán, Kuwait, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, naciones que poseen algunas de las reservas de hidrocarburos más grandes del planeta.
Según la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), en 2023, aproximadamente el 20% del consumo mundial de petróleo líquido y otros productos derivados del petróleo pasó por este estrecho, por lo que es considerado por dicha oficina como "el punto de estrangulamiento petrolero más importante del mundo".
Del volumen de crudo que transita por esa vía, más del 70% se dirige a Asia, con China, India y Japón como principales destinos.
La preocupación se multiplica dado que Irán no es un actor menor en el tablero energético: el país persa posee la segunda mayor reserva de gas natural del mundo y la tercera mayor de petróleo, solo detrás de Venezuela y Arabia Saudita. Además, es el quinto mayor productor global de petróleo, con exportaciones diarias que oscilan entre 1,5 y 2 millones de barriles.
Por eso, cualquier interrupción o amenaza a la navegación en esta zona tiene el potencial de generar ondas de choque significativas en los mercados y tendría un impacto directo en países como Chile, que importan literalmente todo el petróleo que consumen.
Algunos analistas advierten que un cierre prolongado del estrecho en cuestión podría hacer que el petróleo se dispare por encima de los US$100 el barril -actualmente en torno a US$75-. El banco Goldman Sachs advirtió que un escenario de riesgo extremo podría llevar al Brent incluso hasta los US$120.
Los analistas coinciden en que la mera amenaza de cierre ya basta para introducir una alarma de riesgo geopolítico sustancial en los precios del crudo.
Por lo mismo, expertos y autoridades económicas expresaron cautela pero a la vez preocupación ante un escenario que podría desencadenar una crisis energética global, con repercusiones en la economía chilena.
Efectos sobre Chile
De hecho, ayer el consejo del Banco Central, al anunciar su decisión de mantener la tasa de interés en 5%, dedicó buena parte de su análisis a los preocupantes e inciertos efectos del conflicto entre Israel e Irán. "Los eventos recientes en Medio Oriente Introducen una nueva fuente de incertidumbre".
En esa línea, subrayó que el desarrollo de esta situación podría llevar a escenarios inflacionarios "más complejos", considerando, por ejemplo, los efectos en cadena sobre los precios locales que genera un encarecimiento del crudo.
En ese sentido, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, afirmó esta mañana que "por supuesto que este enfrentamiento entre Israel e Irán es una situación muy preocupante que agrega incertidumbre a una economía mundial que ya tenía bastante", comentó, por su parte, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, resaltando que el conflicto tiene el riesgo de incidir sobre "los precios del petróleo y de los combustibles".
"Por supuesto que este enfrentamiento entre Israel e Irán es una situación muy preocupante que agrega incertidumbre a una economía mundial que ya tenía bastante"
Mario Marcel, ministro de Hacienda
El economista y miembro del Grupo de Política Monetaria (GPM),
Juan Pablo Medina, subrayó que la mayor preocupación en torno la crisis en Medio Oriente "es el efecto del precio del petróleo y del combustible en general".
"La mayor preocupación es el efecto del precio del petróleo y del combustible en general"
Juan Pablo Medina, economista
Mientras que
Carlos Smith, docente investigador del CIES UDD, detalló los efectos para Chile si la situación escalara: "Nosotros importamos prácticamente todo el petróleo que consumimos, y por tanto, eso impactaría en el precio de los combustibles, y a la larga en todo".
"Nosotros importamos prácticamente todo el petróleo que consumimos, y por tanto, eso impactaría en el precio de los combustibles, y a la larga en todo"
Carlos Smith, docente investigador del CIES UDD
Michèle Labbé, investigadora de la Facultad de Economía, Negocios y Gobierno U. San Sebastián, se refirió al impacto en el comercio marítimo. Explicó que una irrupción en el Estrecho de Ormuz "no solo generaría efectos sobre el precio del petróleo, sino también sobre todo lo que es la infraestructura y, por lo tanto, sobre el precio de los fletes a nivel mundial".
Labbé calificó la situación como "complicada y líquida, móvil, pero por ahora estamos en una situación de espera como ha sido ante otros procesos también geopolíticos importantes, como lo fue el inicio de la guerra entre Israel y Hamás".
Sin embargo, también ofreció una perspectiva más cautelosa sobre la magnitud de los impactos previos. "Los efectos de la economía chilena están por verse. Hasta ahora lo que hemos vivido en las últimas escaladas de este tipo en el Medio Oriente es que no se dañan infraestructuras exportadoras y con eso tampoco se afectan en forma importante los precios", acotó.
En esa línea, profundizó que "los cambios en los precios suelen ser son de corto plazo, sin afectar los mercados internacionales". No obstante, reconoció que "un aumento de los riesgos genera unas dificultades no solo en términos de las transacciones, sino que también en términos de los precios que tienden a subir".
