El flujo de caja es uno de los pilares más importantes para las pequeñas y medianas empresas. Los emprendedores saben que no basta con tener una buena idea o vender mucho, puesto que si no hay liquidez para cubrir sueldos, proveedores o arriendos, el negocio corre el riesgo de detenerse o incluso morir.
Para Nicolás Fuenzalida, Co-fundador & CFO de Poliglota –empresa de cursos de idioma- el flujo de caja es “como el oxígeno de un negocio: no se ve, pero sin él no se sobrevive”.
El especialista asegura que las pymes no deben enfocarse solo en sobrevivir al día a día, sino “entender mejor las métricas de tu modelo de negocio, descubrir costos ocultos y oportunidades de rentabilidad. El riesgo de no gestionarlo es simple: las cosas se te pueden salir de control, vaya el negocio bien o mal. En el ecosistema hemos visto de todo: sin control financiero no hay crecimiento sostenible, independiente del tamaño o la inversión que tengas”.
Jaime Sepúlveda, CEO de Skualo -empresa que digitaliza la contabilidad- complementa esta visión al señalar que “no importa si vendes mucho o si tienes una buena idea: si no tienes liquidez para cubrir sueldos, proveedores o arriendo, el negocio se detiene. Muchos negocios rentables han quebrado por falta de caja. El principal riesgo es caer en un ciclo de deuda para pagar obligaciones básicas, lo que genera intereses, presión financiera y pérdida de control. Sin una gestión clara del flujo, se pierde la capacidad de tomar decisiones a tiempo”.
Vicente Cruz, CEO de Sheriff -plataforma digital de gestión de riesgo- añade que muchos negocios “quiebran no por ser poco rentables, sino por falta de liquidez. Si un emprendedor no gestiona su flujo de caja, corre el riesgo de no poder cumplir con sus obligaciones más básicas: pagar sueldos, pagar a proveedores o el arriendo. Esto no solo daña su reputación, sino que pone en peligro la continuidad del negocio y puede llevar a la quiebra, incluso si el negocio es rentable en papel”.
Los errores al manejar el flujo de caja
Un problema recurrente en pymes es confundir rentabilidad con liquidez. Tener ventas altas no siempre significa que el dinero esté disponible en el momento que se necesita, y no proyectar el flujo a futuro puede ser costoso, dicen los expertos.
“He visto muchos emprendedores celebrar que ‘vendieron mucho’, pero sin cobrar esas ventas a tiempo. Otro error es no anticipar estacionalidades ni revisar el capital de trabajo: comprometerse con costos fijos altos cuando tu ciclo de ingresos es variable es una receta para el estrés financiero. Nos ha pasado, y duele aprenderlo en carne propia”, indica Fuenzalida.
Sepúlveda, en tanto, destaca que otro error común es “no proyectar flujo futuro, vivir solo el mes a mes. También se tiende a postergar la revisión del flujo hasta que hay una crisis, cuando ya no hay margen de acción. Finalmente, muchos emprendedores no separan las finanzas personales de las del negocio, lo que contamina completamente la visibilidad de la caja”.
Cruz por su lado sostiene que “el error más grande que cometen los emprendedores es no investigar a la contraparte con la que van a hacer negocios. Firmar contratos o dar crédito a clientes sin conocer su historial de pagos y su situación financiera es el riesgo principal, ya que una mala decisión puede detener por completo el flujo de caja”.
Cómo tener un flujo de caja sano
Considerando que el flujo de caja es como el oxígeno para las pymes, mantenerlo de forma “sana” pasa a jugar un rol fundamental en las empresas.
En ese contexto, desde Skualo recomiendan que “lo más inmediato es ajustar los plazos de pago y cobro: intenta cobrar más rápido y pagar más lento, sin dañar relaciones. Otra acción clave es revisar suscripciones, gastos fijos y costos ocultos. A veces un gasto chico, pero recurrente, drena más caja de la que crees. También se puede ofrecer descuentos por pago anticipado o hacer combos que generen ingresos por adelantado. Y por supuesto, tener un control semanal del flujo, aunque sea en una planilla básica”.
Desde Políglota concuerdan con estas estrategias y agregan que es relevante “entender las palancas de tu negocio y el margen de contribución de cada línea. Eso te muestra dónde ajustar sin comprometer crecimiento”.
“La clave es construir confianza y ser transparente. En cuentas por cobrar, no se trata solo de cobrar rápido, sino de definir bien tu política de crédito. Y con proveedores, ser claro con tus plazos y tu capacidad de pago genera relaciones sostenibles. Lo he conversado con muchos emprendedores: cuando eres transparente y consistente, los proveedores se convierten en socios estratégicos. La confianza, al final, es un activo que también mejora tu liquidez”, agrega Fuenzalida.
En ese sentido, Jaime Sepúlveda llama a “sistematizar el control del flujo: revisarlo cada semana, proyectarlo a tres meses mínimo y tomar decisiones basadas en esa proyección. Segundo, mantener un colchón de seguridad: idealmente tener al menos un mes de gastos cubierto en caso de emergencia. Tercero, cuidar la rentabilidad desde el origen: no basta con vender mucho, hay que vender con margen. Y por último, profesionalizar el área financiera aunque seas chico. No necesitas un CFO, pero sí alguien que entienda los números y los sepa leer con visión de futuro”.
Finalmente, desde Sheriff aseguran que la clave “es dejar de ser reactivo y volverse proactivo. No esperes a tener un problema de liquidez para actuar. Mi principal consejo, que engloba a los demás, es construir el hábito de investigar a tus contrapartes”.