Pese a estar separados por 25 horas de vuelo y diferencias culturales significativas, desde Singapur miran con creciente atención los acontecimientos sociopolíticos y económicos que ocurren al este del océano Pacífico, y particularmente en Chile. Más allá del renovado interés por la diversificación de exportaciones y mercados en un contexto geopolítico sacudido por la discusión arancelaria, esta nación - que se aproxima a cumplir 60 años de independencia en agosto— siempre ha visto a sus socios chilenos como aliados estratégicos a la hora de impulsar la apertura del comercio global, y en su aproximación cultural a Latinoamérica. Ambos países han sido pioneros en la colaboración Asia-Pacífico. En 2005 firmaron —junto con Nueva Zelandia y Brunéi— el denominado acuerdo "P4" , que en el caso de Singapur liberalizó los aranceles para el 100% de los envíos chilenos. Esta plataforma fue la base para luego avanzar al Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés). En 2020 también suscribieron el Acuerdo de Asociación de Economía Digital (DEPA, por sus siglas en inglés), que introdujo nuevas reglas para la cooperación en materias como inteligencia artificial o privacidad de datos. "Siempre hemos sentido que es un país que entendemos y que ustedes nos entienden, que pensamos con la misma racionalidad económica. Todavía esperamos hacer más cosas con Chile", resume Vivian Balakrishnan, ministro de Asuntos Exteriores de Singapur, en un diálogo con periodistas latinoamericanos.