Durante los últimos días corrientes progresistas de la izquierda reflotaron en redes sociales el polémico concepto de "facho pobre" para referirse a los votantes del Presidente electo, José Antonio Kast, tras su triunfo el pasado domingo.
El término hace referencia a la capacidad de los partidos de derecha para capturar el apoyo de sectores históricamente marginados. En los comicios, Kast se impuso en todas las regiones y en 341 comunas del país (90%). En tanto, la oficialista Jeannette Jara (PC) solo pudo vencer en 35.
Para Kenneth Bunker, académico y director del Laboratorio de Democracia y Gobierno de la U. San Sebastián, "el tema del facho pobre es una forma que ha tenido la élite progresista de izquierda, obviamente, para explicar su fracaso, y básicamente para entender a un votante chileno que, a pesar de su clase socioeconómica, vota en contra de ellos, no necesariamente por la derecha".
A su juicio, eso "no necesariamente es cierto. O sea, uno puede tener distintas visiones, distintas creencias que te que te invitan a a votar por otros candidatos, conservadores, independientes, outsider, etcétera".
En conversación con EmolTV el analista político y académico de la U. Adolfo Ibáñez, Cristóbal Bellolio, señaló que "el fachopobreo existe obviamente en la izquierda desde los tiempos de Marx, que en ese entonces se llamaba de forma más sofisticadas 'falsa conciencia' que es cuando tú de alguna manera no eras capaz de entender cuál era tu clase y cuáles eran los intereses materiales de tu clase, y terminabas favoreciendo opciones que en el fondo te perjudicaban".
Para Bellolio, el resurgimiento del término post elecciones se da a raíz de que "en el último tiempo la configuración sociocultural del votante de izquierda permite decir que ha habido un cambio en aquellos votantes. El otro lado de izquierda ya no es el proletariado, no son los sectores populares".
Ahora, habría una nueva división. Según Bellolio, "cuando uno bromea con Ñuñoa como paradigma o Valparaíso como caricatura del Frente Amplio, alguna manera está hablando de jóvenes altamente educados, urbanos, más cosmopolitas, con sus necesidades materiales satisfechas, que por lo tanto les interesan cuestiones de reconocimiento, cuestiones más bien posmateriales, como la diversidad sexual, como el reconocimiento de los pueblos originarios, como como las políticas culturales, etcétera. Ellos tienen esta idea de la izquierda de querer mejorar al pueblo".
Aterrizando la idea a las elecciones presidenciales, esta "no la comparte Parisi. Él tiene un populismo más sociocultural, lo que dice es 'yo quiero el pueblo tal como es, el pueblo quiere enchular la vieja y comprarse una camioneta más grande, que lo haga'".
"Hay, por así decirlo, una visión distinta respecto de cómo tú te aproximas al pueblo, si lo quieres mejorar, si lo quieres cambiar, para que llegue a vivir a la altura de los ideales que tú mismo le impusiste, que no sea misógino, instruir sobre lo que no se hace, que se deconstruya", que es la corriente de izquierda más progresista.
"La nueva izquierda, yo sé que esto es una caricatura, pero me refiero a la izquierda a la cual uno asocia al Frente Amplio, que es más identitaria, sí ha tratado de actualizar esta ambición normativa por cambiar el pueblo, por una versión mejor. Y yo creo que eso también dirigió a un cortocircuito, cuando fueron a buscar el votante de Parisi, que fue bastante evidente", explicó Bellolio.
Insulto y desconexión
Kenneth Bunker firmó que el término corresponde a un insulto "porque supone que los votantes no entienden cuáles son sus intereses. Es una forma, creo yo, despectiva de mirar al votante que no sirve, creo que por lo demás demuestra una una desconexión gigante entre esa clase política, quienes quienes ven el mundo de esa forma, con la realidad, o sea, los votantes no es que están votando por la derecha".
"No es una cosa aleatoria, o sea, incluso la diferencia de 20 puntos entre Kast y Jara debiese demostrar que los votantes ven algo que ellos no ven, y que el resto del país, digamos, está viendo y que ellos no ven. Esto muestra una desconexión de una de una élite que se rehúye, se niega, digamos, la realidad", aseguró.
Falta de autocrítica
Bunker subrayó que a quien apunta el término "no es la izquierda, no es la socialdemocracia, no es la izquierda de la clase trabajadora, digamos, que existía antes del año 2010".
Según él, la idea resurge porque "porque una vez más la élite propone que los votantes se equivocaron. Ellos creen que no tienen una culpa, digamos, ellos con su proyecto político no tienen ningún problema, sino que son los votantes son los que se habrían equivocado y que están actuando en contra de sus propios intereses".
"Desde la izquierda progresista creen que no tienen una culpa, digamos, ellos con su proyecto político no tienen ningún problema, sino que son los votantes son los que se habrían equivocado y que están actuando en contra de sus propios intereses".
Kenneth Bunker, académico y director del Laboratorio de Democracia y Gobierno USS
Para el director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad (IES), Claudio Alvarado, el término "lo que revela es una severa falta autocrítica y de algún modo confirma los puntos ciegos en los que sigue atrapada una porción de las izquierdas y que ya observamos en toda su magnitud después del plebiscito del 4 de septiembre de 2022".
"De algún modo esto es la continuación de ese mismo fenómeno. Y claro, obviamente que le pone un tremendo desafío a ese mundo porque nada peor para las izquierdas que ser abandonadas por el pueblo y luego ser incapaz de tomarse el pueblo en serio", aseguró.
"Efectivamente hay algo de eso, de un desprecio por el auténtico pueblo, y eso es muy de élite en general", cerró.