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Padres cercanos forman hijos más autónomos

Especialistas explican de qué manera el nuevo estilo de ejercer la paternidad es positivo para el desarrollo socioemocional de los niños.

14 de Noviembre de 2007 | 13:29 |
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"Hay adultos, profesionales exitosos, que frente a la falta de reconocimiento de su padre se ven inundados por un sentimiento de derrumbe emocional. Por más éxito que tengan, si no han sido reconocidos por su progenitor como hombres valiosos, hechos y derechos, es como si el rey nunca los hubiera nombrado caballeros", relata el psiquiatra Fernando Rosselot, terapeuta del Instituto Chileno de Terapia Familiar.

"En mi experiencia clínica, he podido constatar que casi no hay un solo hombre en el que no aparezca algún tipo de sufrimiento por la relación con un padre ausente, autoritario, despectivo, o con un padre invencible, que se mostró siempre superior y que nunca permitió a su hijo ganar en nada".

Fernando Rosselot y la psicóloga de niños y adolescentes Paulina Peluchonneau fueron a la mitología griega, a la literatura (recuadro) y al cine, y sacaron fragmentos en los cuáles se muestra en forma bastante descarnada cómo la relación con el padre marca a los hijos hombres.

El análisis comienza desde los mitos griegos de Urano, Cronos y Zeus, que simbolizan el temor del padre a que el hijo se haga más poderoso que él y lo destrone, así como las pugnas entre generaciones.

En esta supremacía paterna, explican los profesionales, se basa el sistema patriarcal, hoy cuestionado por cambios sociales que han flexibilizado los roles de género, permitiendo a los padres una relación de mayor cercanía afectiva con los hijos.

Madres en el trabajo o separaciones matrimoniales han colocado a los hombres en la situación de convivir a solas con sus hijos, de cuidarlos y protegerlos, además de las funciones tradicionales.
Tips
"Algunos padres han sentido temor de tener una relación más afectiva con sus hijos hombres por la creencia de que hay que 'hacerlos fuertes'. Paradójicamente, un niño que se ha sentido sometido por el padre puede desarrollar una fragilidad psicológica importante". Paulina Peluchonneau.

"Un padre autoritario y todopoderoso nunca le va a dar al hijo el poder. Y, por otro lado, padres muy débiles o ausentes hacen que sus hijos se pasen la vida buscando a alguien potente que los legitime y les otorgue el valor de la masculinidad". Fernando Rosselot.

Un reciente estudio español, dirigido por Inés Alberdi, de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, y por la psicóloga Pilar Escario, del Instituto de Investigación Social ADVIRA, concluyó que los padres de las nuevas generaciones cuestionan el estereotipo de la masculinidad asociado a la fuerza y al poder, y que desean ejercer una paternidad "cercana, afectiva y presente".

Mayor apertura

"Hay una mayor apertura de los hombres hacia aspectos emocionales. Socialmente, ahora se permite más que los varones se contacten con la propia vulnerabilidad y, por tanto, con la fragilidad de sus hijos más pequeños", dice la psicóloga Paulina Peluchonneau.

"Esta mayor cercanía afectiva y confianza entre padre e hijo permite que se despliegue el conflicto, la competencia, la lucha de poder y la rebeldía de los hijos frente a sus padres. Todo ello es necesario en la formación de identidad y autonomía de los niños y adolescentes", explica la psicóloga.

"Los sentimientos de hostilidad hacia el padre son necesarios para el proceso de diferenciación del hijo. Y esto se da más fuertemente en la adolescencia. Al rebelarse, el hijo está ejercitando la posibilidad de tener poder". Los problemas en la relación, agrega, se dan cuando el padre no tolera y no acepta estas manifestaciones de autoafirmación y las reprime en escaladas destructivas.

"La máxima felicidad de un niño hombre es poder ganarle al papá en algo. Pero hay padres que no son capaces de soportarlo, y que, por ejemplo, no vuelven a jugar un partido de ping pong con su hijo después de que éste le gana por primera vez", agrega el psiquiatra Rosselot.

Tan marcador como un padre ausente puede ser uno autoritario que nunca valida el poder a su hijo. En ambos casos, el niño o el joven sienten que el "rey" nunca los nombró "caballeros", explica Rosselot.

Reparación

Paulina Peluchonneau cuenta que ha visto a hombres que se sintieron poco validados por su padre, pero que en la relación con su propio hijo han visto la oportunidad de reparar esta herida. "Al trabajar la relación con su hijo, en algún nivel, están reparando la historia del vínculo con su padre; a través de su hijo, se contactan con el niño que ellos fueron".

También en el trabajo terapéutico estos hombres logran ver las heridas que su padre tuvo en relación con su abuelo. "Esto permite ver al victimario como víctima y entender que, en algún sentido, ésta es la historia de la humanidad", dice Rosselot.

Muchos de estos hombres se dan cuenta, entonces, de que si logran cambiar la dinámica de relación con su hijo, deponiendo el autoritarismo y la agresividad, "no sólo su hijo tendrá una mejor experiencia, sino que esto podrá multiplicarse en las generaciones que le sigan".







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