
SANTIAGO.- En una jornada vibrante hasta el último minuto, la Universidad Católica venció por 2-0 a Fluminense en un repleto estadio San Carlos de Apoquindo, para instalar al conjunto cruzado entre los cuatro mejores de la Copa Sudamericana.
Tras seis años de sequía, la oncena que dirige Jorge Pellicer puso nuevamente a un equipo chileno en semifinales de una competencia internacional, mostrando una cuota de ambición que despejó su camino a la clasificación.
Porque ni siquiera cuando la UC ya tenía la ventaja de 1-0 que necesitaba para avanzar cambió su actitud. Todo lo contrario, exhibió el mismo empeño que antes en busca del segundo tanto, ante un equipo brasileño que nunca se vio apagado y constantemente llegó al área rival.
La velocidad de Eduardo Rubio, el talento de Darío Conca y la gran garra de Jorge Quinteros, fueron factores claves en una UC que en general no tuvo puntos bajos. La proyección de Eros Pérez fue especialmente vital en la primera fracción, al igual que el despliegue de Francisco Arrué en la mitad.
El equipo nacional comenzó a solucionar el puzzle que le había dejado la derrota en el partido de ida (2-1), cuando a los 40 minutos estalló por primera vez la hinchada. Conca recuperó un balón en la salida, cedió de gran forma para Quinteros, quien no tuvo problemas para definir en el mano a mano con el portero Kléber.
En el segundo lapso, la UC salió con todo en busca del segundo tanto, que estuvo cerca de llegar por medio de remates de Rubio y Pérez. En el otra área, Buljubasich contaba al menos dos tapadas magistrales a Tuta, que bien pudieron cambiar el trámite del cotejo. El portero argentino una vez más fue una de las figuras de la oncena católica.
La tranquilidad relativa para los dirigidos de Pellicer llegó a los 65', en otra gran acción colectiva del equipo. Rubio entregó en el semicírculo del área a Quinteros, que dejó pasar el balón con el taco para la entrada de Francisco Arrué. El volante le pegó con todo desde afuera y batió a un sorprendido Kléber, estableciendo un 2-0 que ponía a los locales con un pie en semifinales.
Fluminense se fue con todo arriba en los últimos minutos, pero el gran orden en la última línea de la UC -con siete fuera de juegos para los brasileños- y la garra mostrada en todas las franjas, permitió mantener en blanco su portería.
El pitazo final dio paso a la fiesta en San Carlos de Apoquindo, donde los hinchas locales no veían a su equipo en semifinales de un torneo continental desde aquella Copa Libertadores de 1993. Ahora, los objetivos y la ilusión crecen en la precordillera, a la espera de conocer cuál será la siguiente valla en el certamen: Internacional de Porto Alegre o Boca Juniors.