ROSKILDE.- Unos 1.200 daneses, funcionarios y amantes de la música acudieron hoy a una catedral para rezar por las ocho personas que murieron aplastadas en un concierto de rock.
El servicio religioso de 50 minutos atrajo a centenares de jóvenes, muchos de ellos con las zapatillas playeras cubiertas de barro, procedentes del cercano festival anual de rock Roskilde, donde ocho personas murieron el viernes por la noche aplastadas en un concierto del grupo norteamericanos Pearl Jam.
La policía investigaba hoy suceso.
"Roskilde perdió su inocencia", sentencia el diario Ekstra Bladet en un editorial hoy, en alusión al sitio donde ocurrió el concierto, hasta ahora célebre por su alto nivel de seguridad.
Los conciertos continuaban hoy tal como estaban programados en los siete escenarios, incluyendo el de Orange, donde ocurrió el suceso.
Todas las víctimas murieron de asfixia, dijo el portavoz policial Bengt Rungstroem.
Veinticinco personas resultaron heridas en la estampida, cuatro de ellas de gravedad.
La policía se negó a identificar a las víctimas, acatando las normas del país para estos casos, pero dijo que se trataba de un holandés, un alemán, tres suecos y tres daneses.
Los organizadores, que se jactan de tener uno de los festivales más seguros de su género, dijeron que tomaron todas las precauciones posibles y defendieron su decisión de no concluir antes el evento de cuatro días.
"No tengo prueba alguna de que erráramos al decidir continuar con el festival", dijo el vocero Leif Skov. "La vida es alegría, felicidad y música".
La policía entrevistó a testigos y guardias de seguridad para aclarar el incidente.
Rungstroem dijo que las drogas son de uso común en el festival, aunque desconoció si tuvieron algo que ver con el incidente.
Efectuado por primera vez en 1971, Roskilde, a 40 kilómetros al oeste de Copenhague, está inspirado en el festival de 1969 de Woodstock, al norte del estado de Nueva York y atrae turistas principalmente de los países escandinavos.