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Inglés sentenciado a muerte por tráfico de drogas

Un tribunal malayo sentenció a un ciudadano británico a morir en la horca después de ser juzgado y convicto por tráfico de drogas.

03 de Julio de 2000 | 08:42 |
KUALA LUMPUR.- Un tribunal malayo sentenció a un ciudadano británico a morir en la horca después de ser juzgado y convicto por tráfico de drogas, dijeron abogados y diplomáticos.

David Chell, de 57 años, un enfermero de psiquiatría de Stoke-on-Trent y padre de dos niños, fue encontrado culpable por el alto tribunal de Penang y apelará el veredicto, dijo su abogado.

"El juez lo encontró culpable y lo sentenció a muerte", dijo un diplomático británico.

Chell fue detenido en el aeropuerto de Penang el 7 de octubre de 1998 cuando se dirigía a Australia vía Singapur. La policía le encontró casi 200 gramos de heroína dentro de 133 preservativos.

Bajo la ley malaya la posesión de más de 15 gramos de heroína supone la pena de muerte.

Durante el juicio, Chell, quien estuvo representado por el destacado abogado Karpal Singh, un político de la oposición, dijo que la heroína nunca fue hallada en su cuerpo.

Chell dijo al tribunal que los cargos contra él eran "escandalosos y una mentira" y explicó que la única experiencia que había tenido con la heroína había sido como profesional de enfermería relacionado con enfermos adictos a la droga.

El abogado Jagdeep Singh Deo, cuya firma representaba a Chell, dijo a Reuters por teléfono desde el estado de Penang que se apelaría el fallo.

Un alto funcionario británico de la embajada en Kuala Lumpur dijo que no podía comentar sobre casos particulares que estaban siendo juzgados.

"El gobierno británico está en contra de la pena de muerte bajo cualquier circunstancia", dijo una portavoz.

Agregó que si el veredicto era mantenido, "presentaremos ante el gobierno de Malasia una petición de clemencia y otra para que le sea conmutada la pena".

El Sunday Telegraph dijo el domingo citando a Chell que había comentado haber estado en Asia durante dos años antes de su detención, y que había pasado un tiempo en Bangkok, dando clases particulares de inglés.

Chell dijo al periódico que "es una carrera suicida atravesar Malasia y Singapur, los únicos dos países en la región que contemplan la pena de muerte por tráfico de drogas".

Durante el juicio la defensa dijo que el principal testigo de la acusación, un policía, había cambiado algunos detalles de su testimonio, al tiempo que acusó a la policía de poner las drogas.
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