BUENOS AIRES.- El gobierno argentino dijo el jueves que no es importante cuánto crezca la economía local sino que lo haga, un día después que redujera la meta de expansión del Producto Interno Bruto (PIB) para este año. "Aún cuando se crezca el 1,5 por ciento igualmente es positivo, no negativo", dijo el ministro de Economía, José Luis Machinea, citado por la agencia de noticias privada DyN. "Salvo que las matemáticas me fallen, si se crece al 1,5 por ciento se va para arriba y no para abajo", agregó. El miércoles, Argentina redujo su estimación de crecimiento del PIB a 3,0 por ciento, de 3,5 por ciento. En el primer trimeste de este año la economía creció 0,9 por ciento frente al mismo período de 1999. Aunque el gobierno no explicó por qué redujo sus previsiones, los analistas aseguraron que uno de los motivos era el optimismo oficial sobre la velocidad de la recuperación de la economía. "Claro que todos queremos reacciones más rápidas. Pero por el peso del déficit con que venía el anterior gobierno, la recesión instalada y las situaciones sociales preexistentes (...), cuesta remontar la montaña", explicó el presidente Fernando de la Rúa, quien asumió en diciembre. Según analistas, la principal causa para el lento despegue de la economía argentina es la desaparición de la inversión privada, que se evidencia en la fuerte caída que viene registrando la actividad de la construcción. En 1999, la economía local se contrajo 3,0 por ciento, en medio de la peor recesión de la década provocada por crisis externas, la caída en los precios de las materias primas y la devaluaci Dn de la moneda de Brasil, principal socio comercial de Argentina. Analistas afirmaron que si Argentina no crece este año por lo menos 4,0 por ciento, será imposible que se reduzca la alta tasa de desempleo del país. Según una medición oficial de mayo, la desocupación alcanza al 15,4 por ciento de la poblacion activa o 2,1 millones de personas, su nivel más alto en tres años. Desde que asumió, De la Rúa puso todos sus esfuerzos en reducir el déficit fiscal, un reclamo de los inversores y del Fondo Monetario Internacional, con el que el gobierno mantiene un acuerdo crediticio por 7.400 millones de dólares. Para alcanzar ese objetivo, el mandatario impulsó un recorte en el gasto público y un aumento de impuestos que le permitiría reducir el desequilibrio fiscal a 4.700 millones de dólares desde los 7.100 millones de 1999.
