
HALLE.- Uno de los tres neonazis acusados de matar a golpes y patadas a Alberto Adriano, un mozambiqueño de 39 años en el este de Alemania, manifestó hoy miércoles su pesar y ofreció enviar dinero a la familia de la víctima, lo que provocó una furiosa reacción de la viuda.
Enrico Hilprecht, de 24 años, habló brevemente durante el testimonio que ofreció la mujer en el segundo día del juicio a puertas cerradas, en el que aquél y otros dos jóvenes de 16 años son acusados de asesinato, dijo un abogado de la familia.
El ataque contra el africano es uno de los peores en el resurgimiento de la violencia ultraderechista en Alemania. Este fenómeno ha dejado por lo menos tres muertos este año en el antiguo sector comunista del país.
Adriano fue golpeado, pateado y abandonado agonizante en un parque en la ciudad de Dessau. Hilprecht pateó la cabeza de la víctima tendida unas 10 veces con sus pesadas botas, según la acusación.
Los fiscales federales dijeron que los atacantes, en estado de ebrios, fueron motivados por xenofobia y "estaban conscientes de que Adriano podía morir", pero no les importó. Dijo que eso justifica el cargo de asesinato.
Hilprecht es el primero de los tres acusados en insinuar algún remordimiento.
Hizo una afirmación de dos frases diciendo que lo "sentía" y que esperaba "trabajar en la prisión para poder enviar dinero a la señora Adriano", dijo el abogado Ronald Reimann.
Angelika Adriano, que brindó testimonio pese a manifestar temor de ser objeto de represalias de los extremistas de derecha, dijo a los periodistas frente al tribunal que estaba disgustada. "No aceptaré ningún dinero de los asesinos de mi marido", afirmó.
Visiblemente contrariada por lo que consideró la frialdad de los acusados, dijo que no volvería a asistir al juicio hasta el veredicto, que se anticipa para la semana próxima. El juicio está cerrado al público debido a que dos acusados son menores de edad.
"Traté de mirarlos a los ojos y no había nada", declaró. "No había ni un ápice de emoción ni de solidaridad; absolutamente nada".
Al hablar de sus temores, dijo haber recibido llamados telefónicos amenazantes durante la noche.
Adriano, que vino a lo que entonces era Alemania Oriental procedente de Mozambique en la década del 80, murió tres días después del ataque. Deja a su viuda y tres hijitos, de 8 y 3 años y 5 meses.
Los acusados -uno de ellos con un bigotito estilo Hitler- no mostraron indicios de arrepentimiento cuando el juicio comenzó ayer.
De ser condenado, los dos menores enfrentan penas de hasta 10 años de cárcel. Hilprecht podría recibir cadena perpetua, con posibilidad de libertad bajo palabra a los 15 años.