MANILA.- La incertidumbre aumentó este lunes en Manila con relación al destino de los rehenes detenidos por los rebeldes del grupo Abu Sayyaf, en la isla de Jolo, cuando el ejército filipino reconocía, en el tercer día de ofensiva, la muerte de cuatro civiles.
El ejército admitió el lunes que los combates habían provocado cuatro muertos entre los civiles, entre ellos un niño de 11 años y una mujer, pero no brindó ninguna información sobre la suerte de los rehenes, 16 filipinos, tres malayos, dos periodistas franceses, un estadounidense, de los cuales ninguno había sido recuperado por el ejército.
Del lado rebelde, seis miembros del grupo Abu Sayyaf resultaron muertos y 20 fueron hechos prisioneros, mientras que cuatro militares resultaron heridos desde el comienzo de la ofensiva iniciada el sábado, precisó el responsable.
Si bien las autoridades filipinas siguen afirmando que ningún rehén ha sido muerto o herido, ninguna información digna de fe ha filtrado desde la isla de Jolo, que sigue estando sometida al bloqueo del ejército.
Un responsable del ejército que pidió mantener el anonimato indicó que 70 rebeldes habían podido abandonar la isla de Jolo a pesar del bloqueo, provocando rumores sobre el desplazamiento de los rehenes hacia otra isla de la región.
Por otra parte, el gobernador de la provincia de Sulu, donde se encuentra la isla de Jolo, Abdusakar Tan, rechazó les información de la prensa filipina dando cuenta de 600 heridos, durante bombardeos aéreos o combates.
El gobernador precisó que unas mil familias, es decir entre 4.000 y 5.000 personas habían abandonado sus hogares en los poblados de Talipao, Patikul e Indanan, en la isla de Jolo.
"Diez centros para recibir refugiados fueron instalados en la ciudad de Jolo y los habitantes están llegando", agregó, precisando que había pedido al gobierno el envío de alimentos y medicinas.
Al tiempo que la prensa filipina continuaba felicitándose por la ofensiva, unos 500 adeptos de una secta evangélica algunos de cuyos miembros figuran entre los rehenes, protestaron el lunes en Manila en las inmediaciones del palacio del Presidente Joseph Estrada para pedirle que suspenda el ataque del ejército.
Los manifestantes son adeptos del evangelista Wilda Almeda, detenido con otros once miembros de la secta por el grupo Abu Sayyaf.