JERUSALEN.- Los representantes del Primer Ministro laborista israelí, Ehud Barak, en las negociaciones con el bloque Likud se oponen a las condiciones del líder de esa organización derechista, el general Ariel Sharon, para formar un "Gobierno de emergencia nacional".
Una de las condiciones de Sharon es que las decisiones políticas que adopte Barak sean previamente consultadas con él y que en caso de desacuerdos los ciudadanos sean convocados a elecciones generales.
Esas y otras condiciones no desveladas aún fueron rechazadas anoche por el ministro de Comunicaciones y brigadier retirado Benjamín Ben Eliezar, uno de los íntimos colaboradores del Jefe del Gobierno, en las conversaciones con representantes de Sharon.
Catorce de los 19 legisladores del bloque Likud se oponen a un "matrimonio contra natura" entre su líder y el general retirado Barak, en tanto que los laboristas que impugnan esa alianza, como los ministros de Justicia, Iosi Beilin, y de Asuntos Regionales, Simón Peres, aseguran que será "un Gobierno de dos cabezas".
Uno de los principales colaboradores de Sharon, el diputado Meir Shitrit, aseguró que el polémico militar israelí "no quiere menos que Barak la paz con los árabes" sólo que "desea alcanzarla de un modo distinto", esto es, sin hacer las concesiones territoriales que ha prometido el Primer Ministro laborista al presidente palestino, Yasser Arafat, en Cisjordania y Jerusalén.
Sharon propone avanzar hacia la paz mediante "prolongados acuerdos interinos", mientras que Barak, sin la fuerza parlamentaria para ello, propone a Arafat ceder el 90 por ciento de Cisjordania para un Estado palestino independiente y la "Jerusalén árabe", ofrecimientos sin precedentes que causan malestar en la derecha israelí.
Ante estas actitudes casi diametralmente opuestas, pocos son los políticos que confían en el futuro de un "Gobierno de emergencia", que "es lo mismo que un Gobierno de unidad nacional", según Sharon.
Otro factor que puede desbaratar esas negociaciones entre Barak y Sharon -vistas como un peligro por los palestinos y en la comunidad internacional, preocupada por la inestabilidad en Oriente Medio y el abastecimiento de petróleo- es un nuevo intento del Presidente de EE.UU., Bill Clinton, por restablecer el proceso de paz entre Israel y Arafat.
El pragmático Sharon ha advertido a sus opositores que no serán los legisladores, sino el Comité Central del Likud el que en definitiva decidirá si se asocia con partidos del "campo de la paz" en un "Gobierno de emergencia" para afrontar el alzamiento palestino en Cisjordania, la franja de Gaza y Jerusalén.
El próximo lunes día 30, cuando reabra sus puertas el Parlamento (Kneset) para las sesiones de otoño-invierno, Barak, que cuenta con el apoyo de apenas 30 de sus 120 miembros, quedará bajo la "espada de Damocles" de un proyecto del Likud para anticipar las elecciones.
En medios del frente nacionalista de Sharon se cree que los llamamientos del debilitado Primer Ministro a un "Gobierno de emergencia" no son tanto para afrontar los peligros de la "Intifada" palestina como para su "salvación política".
Sharon, que podría optar por una alternativa aparentemente más segura, como la de anticipar los comicios -pues el Likud puede ganar fácilmente de continuar el alzamiento palestino-, teme en apariencia verse enfrentado en ese caso al ex Primer Ministro Benjamín Netanyahu, que le disputará la candidatura del bloque.
Netanyahu, derrotado ampliamente por Barak en las elecciones de 1999, renunció entonces al liderazgo del Likud, en el que fue sucedido por Sharon, pero la "Intifada" le devolvió a la política y ahora es una amenaza para la candidatura del septuagenario general.
Aunque renunció también a su escaño parlamentario al sufrir la derrota electoral, Netanyahu declaró a la prensa local que "soy aún miembro del Comité Central y haré oír mi voz".
Según publica hoy el diario independiente "Haaretz", el ex Primer Ministro israelí se propone "liquidar políticamente" a Sharon.