WASHINGTON.- Las controversias electorales no afectan las tradiciones y, para el día de Acción de Gracias, la más querida de las fiestas norteamericanas, los dos candidatos a la presidente del país, Al Gore y George W. Bush, no renunciaron al pavo relleno, el plato central de la comida de ese día.
Gore comió en familia en su residencia de Washington, asediada por los camiones de las distintas cadenas televisivas.
El vicepresidente, dado el duelo legal del estado de Florida, decidió este año no volver a su Tennessee natal, donde habitualmente pasa estas fiestas.
Bush, después de la habitual carrera matutina (tres millas, unos 5 kilómetros), en Austin (Texas), fue a comer el pavo a la casa de amigos, para luego ir a su casa de campo desde donde sigue la evolución de la situación en Florida y se mantiene informado sobre las condiciones de su vicepresidente Dick Cheney, internado en Washington después de un leve infarto.