Los amotinados exhibieron las cabezas de sus víctimas. |
SAO PAULO.- Un motín de alrededor de 30 horas en una penitenciaría de Sao Paulo, donde según las autoridades un grupo de presos decapitó al menos a cinco detenidos de facciones rivales y mantuvo sus cabezas expuestas en la parte superior de la unidad, terminó hoy por la tarde tras intensas negociaciones.
Según informó la secretaría de Administración Penitenciaria del Estado, la rebelión desatada la mañana del martes en la unidad 1 Presidente Venceslao, a 600 kilómetros de la capital paulista, acabó hoy tras la liberación de once agentes carcelarios que eran mantenidos como rehenes por los amotinados.
Los agentes fueron trasladados de inmediato a un centro médico cercano, para ser sometidos a exámenes de rigor, aunque "están bien", agregó la secretaría.
Número de muertos
El número de muertos durante la rebelión difiere, de acuerdo a las fuentes.
Mientras la secretaría dijo que cinco personas fueron decapitadas, el sindicato de Empleados del Sistema Carcelario de Sao Paulo afirmó que el número puede llegar a siete.
La cifra final será confirmada solo después de que sea realizada una inspección en la unidad que, en parte, fue destruida por los amotinados, según la versión oficial.
El motín llegó a su fin luego de intensas negociaciones entre los presos rebeldes y las autoridades carcelarias, a las que hoy se sumaron un juez penal, Flavio D’Urso, el presidente de la Orden de Abogados Brasileños en el municipio, Marcelo Ferrari Tacca, y un sacerdote de la Pastoral Carcelaria.
Según una versión del sindicato de guardias, la rebelión comenzó el martes cuando un grupo de la "facción criminal Primer Comando de la Capital", redujo a los agentes carcelarios e invadió el lugar donde estaban las víctimas, personas supuestamente expulsadas de la organización.
Con los rostros cubiertos, agregó esta versión, el grupo de presos exhibió durante la tarde tanto a los rehenes como las cabezas de las víctimas. La versión fue respaldada por fotografías.
Al final del día, unos 160 presos, que no estaban involucrados en la rebelión, fueron retirados de la penitenciaría y trasladados a otras unidades vecinas, ya que corrían riesgo de muerte, según la secretaría.
Los reclamos de los amotinados incluyeron reformas en la administración de la unidad, en el régimen de visitas de los familiares y en la atención jurídica de los presos.
