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Perros cumplen rol clave en juicios con niños que podrían ser víctimas de abuso sexual

La PDI, el Sename y la Fiscalía Oriente han implementado el trabajo con canes, lo que permite crear un ambiente más familiar para los menores que deben declarar. Hasta ahora han sido fundamentales en el caso Apoquindo.

09 de Septiembre de 2013 | 09:02 | Por Ramón Jara y Andrea González, Emol

SANTIAGO.- Una de las complicaciones que siempre surgen cuando se llevan a cabo procesos judiciales por abusos sexuales a menores es la declaración posterior que tienen que realizar los niños ante la justicia, situación que en sí misma puede resultar traumática para las presuntas víctimas.

Es por eso que en Chile ya hay instituciones como la Policía de Investigacines (PDI) y el Sename que han implementado el trabajo con perros para ayudar a los menores antes, durante y después de que presten declaración. El objetivo es crear un ambiente más familiar para el niño o niña y dejar de lado la tensión imperante.

A este mecanismo se sumó también la Fiscalía Oriente, que ha trabajado con la Corporación Bocalán Confiar en casos como los presuntos abusos ocurridos en el Colegio Apoquindo.

"El tribunal en general provoca distintos sentimientos al ir a declarar. A los adultos nos causa ansiedad, temor. Ir al tribunal al niño le provoca lo mismo y a veces en forma ampliada. Ese es el objetivo de incorporar esta medida", explica a Emol Tamara Farren, jefa de la Unidad de víctimas y testigos de la Fiscalía Oriente.

Farren agrega que si bien este mecanismo se había implementado en años anteriores de manera muy aislada, en 2013 se ha utilizado en forma de prueba.

"En términos generales ha resultado súper positivo. Sirve para que los niños en tribunales puedan manejar mejor la ansiedad en la declaración", afirma.

La fiscal Carmen Gloria Guevara, quien lleva la investigación del caso Apoquindo, también aplaude la medida. "El perro le sirve a la víctima como una compañía, un amigo seguro, que está con él para relatar algo que le duele ante personas que no conoce, como los jueces y los defensores", sostiene.

"Al menos en la experiencia del menor que ya declaró en este juicio fue excelente. El perro se portó bien y el niño estaba con su amigo declarando", relata la persecutora.

El proceso

El trabajo con los perros y los niños que deberán declarar comienza con la recolección de información del menor afectado, consultando tanto a la psicóloga del niño como a sus padres y la Fiscalía.

"Entonces, con estas tres entrevistas previas nosotros nos hacemos una idea del estado emocional del menor, y con eso, cuáles son sus necesidades emocionales en esta situación de declaración", explica Cecilia Marré, directora de Bocalán Confiar, la institución que realiza este trabajo.

Tras ello, los expertos de esta corporación eligen entre uno de sus seis canes de raza labrador retriever y golden retriever cuál es el que se puede complementar mejor con el niño. Después concretan un encuentro entre el pequeño y el perro, unos cuatro días antes del juicio, con la finalidad de que se conozcan y el niño entre en confianza.

La etapa siguiente consta de tres momentos, antes, durante y después de la declaración del menor. Primero, en la sala de espera se replica lo hecho en la primera sesión para "llevar al niño en un estado emocional más equilibrado".

Posteriormente, el infante toma la cama del perro y se dirige solo con el animal a la sala de declaración.

Una vez ahí, el perro se acuesta en la cama en el lugar donde la dejó el niño. Ahí, según Cecilia Marré, "se desconecta del ambiente completamente, pasa a ser completamente neutro y solo está disponible para que el niño lo pueda acariciar y estar con él. Pasa a ser casi un mueble dentro del lugar".

Finalizada la declaración, el niño y el perro vuelven a la sala de espera, donde se hace una actividad de cierre. Ahí, "la idea es que la última emoción que se lleven es estar en este momento lleno de sensaciones positivas", dice Marré.

Efectos y complicaciones

La directora de Bocalán Confiar enumera una serie de efectos positivos en el uso de estos animales en declaraciones judiciales. "Hace que menores que no querían ir al tribunal lo hagan por su propia voluntad", plantea.

Al mismo tiempo, ayuda a que la espera no sea estresante, permitiendo que los niños entren a declarar mucho más relajados.

Además, Marré destaca que en un 90% de los casos en los que se emplean perros se obtienen relatos. "Muchas veces hemos obtenido relatos en que los mismos fiscales y psicólogos nos dicen que los niños cuentan cosas que no habían dicho antes. Son capaces de enfrentar esta situación y de hablar sobre eso", revela.

La especialista resalta el ambiente que se vive una vez después de este proceso. "Es impresionante ver tanto a los padres como a los niños disfrutando y tomándose fotos con los perros", describe.

Sin embargo, esta experiencia no se puede aplicar en todos los juicios que involucran menores. "Hemos detectado casos en que no es aplicable, como en niños muy inquietos o los que tienen miedo de los perros. En casos de niños muy hiperactivos, los perros han sido un elemento que los distrae, no les quita la ansiedad", afirma Tamara Farren, de la Fiscalía Oriente.

De todos modos, asegura que "en la mayoría de los casos, como son niños violentados, su sistema de vínculos tanto con humanos como animales está alterado, por lo que  normalmente hay rechazo hacia el perro".

Cómo llegó a Chile este programa

El uso de perros de asistencia judicial fue desarrollado en 2003 en Estados Unidos por la fiscal senior de la Corte de Seattle Ellen O'Neill-Stephens (www.courthousedogs.com), trabajando principalmente en casos de corte de drogas y luego en los de abuso sexual y violencia intrafamiliar en menores.

En Chile, esta modalidad fue introducida por la Corporación Bocalán Confiar, quien trajo a la mismísima creadora para convencer al poder judicial de implementarlo en este país, proceso que comenzó en 2009.

Hoy, Bocalán Confiar cuenta el apoyo de Master Dog para realizar sus programas, y participa con instituciones como la Brisexme Metropolitana de la PDI, el Primer Juzgado de Familia de Santiago y el Sename.

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