A lo largo de las casi tres décadas en que duró el matrimonio, fue común verlos entusiastas, incentivando a la gente a que se volviera vegetariana, en el marco de la constante lucha de la mujer del ex beatle, por evitar que se siguieran comiendo animales en el planeta.
La pasión de la fotógrafa por la naturaleza, hizo que ella y Paul vivieran siempre rodeados de animales, y participando en organizaciones que los protegían, como PETA (Personas por la Ética en el Trato de los Animales).
Ni el mismísimo príncipe Felipe de Edimburgo se salvó de la batalla pro animal de la pareja, cuando Linda, saliéndose de todo protocolo, le enrostró al esposo de la reina Isabel II de Inglaterra su incoherencia al presidir el Fondo Internacional por la Naturaleza WWF y dedicarse a la caza de faisanes.
De hecho, tras la muerte de su esposa, Paul reiteró sus alegatos contra el miembro de la casa real inglesa, acusándolo de hipocresía.
El amor y la fraternidad de un matrimonio que, según el mismo McCartney, sólo estuvo separado una noche desde que se casaron -aunque lo cierto es que fueron ocho, cuando
Paul fue detenido en Tokio por posesión de marihuana, en 1980- hizo que causara tanta curiosidad y cierto rechazo público hacia el hecho de que el cantante contrajera segundas nupcias después de 4 años de viudez.
Nunca la quisieron. Ya antes de divulgarse que Heather Mills, ex modelo inglesa y la segunda esposa de McCartney, apareció completamente desnuda en una “guía de amantes para las relaciones afectivas” (según catalogó el abogado de Mills a las fotografías que la mostraban en situaciones nada dignas para la esposa de un Sir), Stella, destacada diseñadora de moda, se mostró en contra del enlace McCartney-Mills.
Incluso se ha dicho que la hija del músico creó un colgante con una pierna, haciendo alusión a la discapacidad que Heather tiene, al faltarle la mitad de su pierna izquierda, la que perdió en un accidente de moto.
Sea como sea, a sólo un año de la muerte de su primera esposa, Paul se atrevió a declarar “es mi nueva Linda”.
