Capítulo 1
El año de la debacle mundial

La Segunda Guerra Mundial se declaró oficialmente el 3 de septiembre de 1939, dos días después de que la Alemania nazi del Führer Adolf Hitler decidiera invadir Polonia.

Versalles

Castigos para Alemania Versalles estableció que el Imperio Alemán debía pagar altas indemnizaciones, cercanas a los 5 billones de dólares actuales, reducir su ejército a no más de 100 mil hombres, y no disponer de fuerzas navales ni artillería pesada.

Ese mismo año, 1919, fue creado en Alemania el Partido Nacional Socialista (Nazi) y comenzó a alzarse, poco a poco, la figura de Adolf Hitler.

Sin embargo, para entender las razones del origen de esta nueva conflagración, habría que remontarse incluso a lo sucedido tras el fin de la Primera Guerra Mundial, cuando, en junio de 1919, las naciones de la denominada Triple Entente suscribieron el Tratado de Versalles.

Aquel acuerdo significó una venganza de Francia contra Alemania por lo sucedido en la Batalla de Sedan, en 1870, cuando las fuerzas prusianas vencieron a los franceses e impusieron el II Imperio Alemán en las cercanías de Versalles.

A la nueva República de Weimar (que nació de la desintegración del Imperio Alemán que peleó la guerra) se le impusieron fuertes medidas de castigo, entre ellas sobrellevar el peso moral de tener que asumir la culpabilidad completa de la Gran Guerra (1914-1919). Esto generó un profundo dolor e ira en el pueblo alemán, que se vería reflejado en la actitud que asumiría como nación algunos años más tarde, cuando se erigió el Tercer Reich.

Ideología nazi

Lo decía abiertamente Joseph Goebbels a través de la propaganda nazi que él mismo lideraba: El Nazismo nació como expresión de rechazo hacia la Revolución Francesa; era una contrarrevolución, que pretendía - entre muchas otras cosas- borrar de la historia el año 1789, cuando se declararon los derechos del hombre y del ciudadano.

Ya en el siglo XIX el pueblo alemán veía en la cultura la expresión máxima de todas las facultades artísticas de una nación que se originó con la unión de 13 provincias. A su vez, según la opinión de diversos historiadores, la civilización era vista como la degeneración de la cultura y, por lo tanto, debía ser rechazada. Desde su origen, Alemania se erigió como un pueblo con una misión superior, lo que la hacía distanciarse (elevarse) por sobre el resto de Europa y el mundo.

Sin embargo, el antisemitismo que caracterizó a esta nación durante los años '30 y '40 no era propio ni exclusivo de Alemania. Bajo una lógica más bien religiosa - incluso cristiana-, el concepto nació como un rechazo hacia quienes eran considerados los asesinos de Jesucristo: los judíos.

Con los años, el antisemitismo tomó ribetes sociales y luego nacionalistas, ampliando sus motivos para el rechazo: ya no era sólo un asunto de creencias, sino una convicción que se basaba en los conceptos de la "lucha por la supervivencia" o "la supervivencia del más fuerte", en los cuales implícitamente se reconocía la existencia de una raza superior y otra inferior.

Con la llegada de Hitler al poder, varios de esos conceptos encontraron la vía rápida para su concreción. Bastó que se alzara en el máximo cargo alemán, como Canciller primero y Presidente, después, para que el antisemitismo encontrara su espacio, y para que el odio y sed de venganza por Versalles fuera finalmente saciado.

Los pasos previos a la guerra

No demoró mucho Hitler en evidenciar un cambio rotundo en la Alemania castigada para convertirla en un poderoso imperio nazi capaz de desafiar al resto de Europa y el mundo. Entre 1933, año en que asumió como Canciller, y 1939, cuando se declaró la guerra, el Führer decidió, entre otras cosas:

La revisión del Tratado de Versalles, eliminando todos los puntos que culpaban a Alemania de la Primera Guerra Mundial y le impedían tener un Ejército (lo aumentó a 300 mil hombres, reintrodujo el Servicio Militar Obligatorio y formó la Fuerza Aérea).

Decretar el denominado espacio vital o Lebensraum, que se basaba en el racismo. La idea de Hitler era que la raza aria (alemana) fuera considerada como la superior y con el derecho a aplastar a las minorías. El pangermanismo, también tenía que ver con este deseo de agrupar a todos los pueblos germánicos en un solo Estado. No sólo eso, además buscaba legitimar la expansión alemana hacia el Este y la eliminación de los pueblos judíos.

Firmar pactos con las potencias y la Iglesia, para tranquilizar a Europa y minimizar las dudas respecto a su gobierno. Claramente Francia, Inglaterra e Italia mordieron el anzuelo y subestimaron la capacidad del Führer. Un buen ejemplo de esto son los pactos de no agresión firmados con la Unión Soviética, con quien secretamente se decidió una cláusula para dividir los territorios del Este conquistados, y Polonia, país al que meses después invadió.

Lo anterior, sumado a una profunda displicencia y actitud pusilánime de las potencias europeas, derivaron en que el 1 de septiembre de 1939 la Alemania nazi atacara Polonia. Dos días después, Francia e Inglaterra se veían en la obligación de declararle a Hitler la Guerra.