Capítulo 5
Leningrado y Stalingrado

Víctimas del asedio

En noviembre de 1941, 11.000 personas habían fallecido en Leningrado producto del hambre. En diciembre de ese año murieron 50.000, y en febrero de 1942, más de 100 mil.

Oficialmente, fueron 632.000 los muertos por diversas razones, principalmente el hambre, aunque se estima que esa cifra superó por mucho el millón de víctimas.

Hitler había triunfado en Ucrania, pero fracasado en Moscú. Su tercer frente de batalla era el norte: la ciudad de Leningrado (hoy conocida llamada San Petersburgo). Triunfar ahí, además de consolidar su avance en suelo soviético, le reportaría el orgullo y prestigio por haber acabado con una de las ciudades más simbólicas de la Unión Soviética y que hacía honor con su nombre al líder de la Revolución Rusa, Lenin.

En julio de 1941, el mariscal de campo alemán Wilhelm Ritter Von Leeb lideró el frente norte acercándose hasta una distancia de 150 kilómetros de Leningrado. Desde allí, tres ejércitos comenzaron una maniobra para asfixiarla por completo partiendo de diferentes puntos en un movimiento concéntrico. Ya en agosto, Leningrado sólo tenía una vía de comunicación con el exterior; el resto de su perímetro, se hallaba completamente en manos del enemigo.

Sin embargo, Leningrado no cayó. Cinco millones de personas tuvieron al entereza de defender la ciudad que honraba a su ex líder, soportando furiosos bombardeos de la Luftwaffe, y construyendo cientos de trincheras y poniendo obstáculos a las fuerzas terrestres alemanas.

El invierno ayudó a los soviéticos y mantuvo inmovilizados a los alemanes, pero el verdadero problema estaba por venir. La única zona de salida de Leningrado, fue finalmente tomada por los nazis. Con eso cortaron toda posibilidad de suministros a la ciudad. Comenzaba el "asedio de los 900 días".

La crudeza de la batalla de Leningrado.

De ahí en adelante (durante todo 1942), vino la muerte y la desolación. No había en la ciudad suficientes alimentos para todos y muchas personas murieron de hambre y frío. A tal extremo llegó la miseria, que se optó por comer a los animales domésticos y otras cosas como cuero, medicinas y papel. Parecía que Leningrado caería en cualquier momento.

Sin embargo, tanta confianza hizo caer al Führer, que sacó parte de sus tropas en el norte y las mandó a Moscú, a insistir en el fallido intento por controlar la capital. Eso, sumado a que una ofensiva del Ejército Rojo permitió reabrir una vía de acceso a la ciudad en diciembre de 1941, comenzó a cambiar el panorama para los soviéticos.

El triunfo sobre Alemania en Stalingrado, animó aún más a los rusos. En enero de 1943, el Ejército Rojo lanzó una fuerte arremetida desde el interior de la ciudad, así como otras tropas atacaban a los alemanes por la retaguardia. El cerco se rompió y una línea férrea hacia Moscú revitalizó a la decaída Leningrado.

Pero Hitler ordenó mantener la presión, por lo que el asedio se prolongó durante todo el año, a pesar de que los comunistas no entregarían nunca la simbólica ciudad.

Llegó enero de 1944 y por fin se desató una batalla definitiva. Así como había sucedido en Kursk, lo mejor de ambos ejércitos se batió en la lucha por dos largas semanas. A fines de mes, el norte de la ciudad es liberado el 27 de enero de 1944. El 6 febrero llegaron los primeros trenes a la ciudad, poniendo fin a 900 jornadas de asedio.

La presencia alemana no terminaría sino hasta casi un año después, pero la ciudad nunca más sería nuevamente cercada.

Números de Stalingrado

De los 320.000 alemanes que había en Stalingrado, 140.000 murieron a causa de las heridas sufridas durante la batalla, el hambre, el frío y las enfermedades; 20.000 desaparecieron en combate y 70.000 heridos lograron ser evacuados.

En total, en la Gran Guerra que enfrentó a Alemania y la URSS, murieron 30 millones de personas, un tercio de ellos, alemanes.

La cifra de civiles muertos no tiene precedentes: 13 millones de inocentes cayeron durante la invasión.

Las temperaturas del invierno soviético alcanzaron un peak de más de 40 grados bajo cero.

Batalla de Stalingrado, 1942-1943

A pesar de que su invasión se extendió mucho más allá de las cuatro semanas que tenía pronosticadas, Hitler insistió en su afán de acabar con cuanto soviético se pusiera por delante de sus tropas. Los asesinatos a sangre fría estaban a la orden del día.

Lejos de menoscabar la moral rusa, esa actitud hizo que Stalin respondiera de la misma manera, basado en un nacionalismo extremo. Durante 1942, el líder comunista ordenó el repliegue de todos los ciudadanos hacia el Este y ordenó quemar tierras, viviendas y puentes, para aislar a los germánicos.

Los campos eran tan extensos y el invierno tan crudo, que el Ejército nazi se vio vencido más por la geografía y la meteorología que por la lucha ante el Ejército Rojo.

Los comandantes de las tropas alemanas comenzaron a dimitir una vez que se dieron cuenta que la invasión era inviable; más aún cuando comprobaron, que la ambición de Hitler era tanta que no escuchaba consejos ni recomendaciones.

A tanto llegó esa codicia del Führer, que ante la renuncia de sus líderes se autodenominó Comandante en Jefe de las tropas y mantuvo hasta el final su asedio, a pesar de que la cantidad de muertos, heridos y prisioneros aumentaba en cada jornada.

Su último plan fue atacar Stalingrado, una ciudad de unos 500 mil habitantes a las orillas del río Volga, y establecerla como límite de su avance y del nuevo imperio germano que estaba conformando. Sin embargo, esta vez la situación fue radicalmente distinta al inicio de su invasión.

A partir del 11 de noviembre de 1942, Alemania lanzó ataques sobre la ciudad - que previamente fue bombardeada- que, sin embargo, no fueron sorpresivos para los soviéticos. Éstos elaboraron un plan exitoso que consistió en esperar replegados a los alemanes al interior de la ciudad. Los nazis se vieron obligados a dejar su artillería pesada y a llevar adelante una lucha contra un enemigo refugiado que lo esperaba preparado para un combate cuerpo a cuerpo.

La batalla de Stalingrado es recordada como una de las batallas más sangrientas de la historia, con más de un millón de soldados muertos en los enfrentamientos callejeros.

Fueron seis meses de crudas luchas en que Alemania no fue capaz de tomar la ciudad. Finalmente, el 30 de enero de 1943, el general alemán Friedrich Von Paulus, a cargo del Ejército nazi, firmó la capitulación a pesar de que algunas divisiones seguían en combate y de que Hitler nunca dio la orden de rendición.

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