Capítulo 3
Ataque a la URSS (1941-1943)

La derrota alemana ante Gran Bretaña no aminoró los ánimos de Hitler de expandir su conquista hacia tierras soviéticas de manera rápida, con sucesivos ataques aéreos que buscaban debilitar las reservas militares y alimenticias del enemigo, causándole pérdidas por ambos conceptos.

"Si aplastamos Rusia, Inglaterra perderá su última tabla de salvación en Europa y Gran Bretaña se hundirá con ella. Rusia tiene que ser liquidada y cuanto antes mejor", decía el propio Hitler esbozando sus planes. Ya en su libro Mein Kampf (Mi lucha) había expuesto su ideal de expansión hacia el Este, como propósito fundamental para el nazismo.

El ataque a la Unión Soviética estaba listo para noviembre de 1940, pero la decisión del líder italiano Benito Mussolini de invadir Grecia retrasó todo. Como aliado, el Führer alemán debió auxiliarlo perdiendo hombres y tiempo en esa empresa.

Mientras, seguía el clima de cooperación y confianza entre los nazis y soviéticos. Pero estos últimos no estaban tranquilos. Vyacheslav Molotov, ministro de Asuntos Exteriores ruso, expresó la voluntad de su país de apoderarse de Rumania, Bulgaria, Hungría y Yugoslavia. La pretensión soviética de tomar Europa del Este, motivó aún más a Hitler a invadir la URSS, para impedir que se convirtiera en un imperio más poderoso que el alemán.

Otra poderosa razón para hacerlo cuanto antes era el fuerte rumor de que el máximo líder soviético Joseph Stalin ya había pensado también en traicionar los pactos de no agresión e invadir Alemania.

Una reunión entre Hitler y Vyacheslav Molotov, ministro de Asuntos Exteriores ruso, deja en evidencia las diferencias entre Alemania y la Unión Soviética.

La guerra entre ambos países era, a fin de cuentas, casi inevitable en medio de un conflicto de características mundiales, puesto que la URSS y Alemania representaban los extremos de las ideologías totalitarias imperantes en el mundo en ese momento, el comunismo y el fascismo.

Así, el 22 de junio de 1941, tres grupos de ejércitos alemanes con unos 3.300.000 hombres, invadieron la Unión Soviética. Se abría el frente más duro de la Segunda Guerra Mundial, con una batalla que fue denominada luego por los historiadores como "La Guerra del Siglo".

Operación Barbarroja

El plan nazi consistía en ingresar por tres frentes al enorme territorio soviético. Por el norte, tratarían de tomar Leningrado; por el centro, Moscú; por el sur, Ucrania. Todo de manera muy rápida, aplicando la técnica del Blitzkrieg.

El Ejército Rojo soviético fue tomado por sorpresa y el avance alemán parecía cumplir con los plazos estimados. Incluso la potencia nazi llegó a apoderarse de Ucrania, estableciendo una base de operaciones hasta la que viajó el mismo Hitler, tiempo después.

Pero en Moscú y Leningrado la situación fue diametralmente distinta. Abarcar un país tan extenso en territorio retrasó el avance alemán, por lo que la técnica de "guerra rápida" no fue tan eficiente como antes.

Además, la campaña italiana en Grecia supuso un escollo para Hitler. Sus planes, perfectamente equilibrados, fallaron con aquel retraso en los movimientos que significó que el crudo invierno cayera sobre el teatro de operaciones soviético cuando los soldados nazis estaban a menos de 70 kilómetros de tomar la capital Moscú.

Las bajas temperaturas y la gran cantidad de nieve fueron finalmente la salvación rusa.

Cifras de la guerra Alemania-URSS

De acuerdo a cifras de los alemanes, las pérdidas rusas fueron de 2.500.000 soldados, 22.000 cañones, 18.000 tanques y 14.000 aviones.

Historiadores coinciden en que Alemania llegó a ocupar alrededor del 26,6% de la URSS.

De acuerdo a las cifras que manejaba el general Franz Halder, jefe del Estado Mayor del Ejército alemán, durante 1941 las pérdidas alemanas fueron de 775.000 hombres. Además, el Ejército Rojo ejecutó a 1 millón 300 mil soldados alemanes, de los 3 millones que tenían como prisioneros.

Sin embargo, Hitler no cedería en su ambición. Al contrario de ordenar la retirada, empujó a sus ejércitos a continuar la marcha. La idea era "envolver" Moscú con sus tres grupos de hombres armados que habían penetrado las líneas soviéticas. Tomando la capital, la guerra estaría ganada.

De acuerdo a la versión de historiadores, las torres del Kremlin ya aparecían a la vista de los alemanes, cuando comenzaron los días en que las temperaturas no superaban los 40 grados bajo cero. Era noviembre de 1941 y el frío aplastó la capacidad alemana. Trenes, camiones y carros militares quedaron detenidos; los aviones no despegaron y las armas quedaron inutilizables. El invierno que recién se aproximaba acabó con muchos hombres.

Obligado por esas circunstancias, en enero de 1942, Hitler ordenó el primer repliegue y reordenamiento de fuerzas. El plan original había fallado por lo que el Führer movilizó sus tropas, aunque a la postre el resultado sería el mismo. Los sucedido en Leningrado y Stalingrado, las ciudades que hacían honor a sus líderes, mostraría cuán poderosoa era la nación comunista.

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